Betis dividido - Al final de la Palmera
Mateo Gonzalez
Con el enfermo moribundo pero consciente, la familia se pelea en la habitación buscando culpables de la situación que lo ha llevado hasta ahí. El Betis no está descendido a pesar de que ya nadie da un duro por él, pero su gente sí se encuentra dividida. El Betis ha bajado tantas veces esta temporada que al final todos presumirán del detestable “yo ya lo dije…” cuando el fatal desenlace se produzca, si es que acaba así. Cada uno ha interpretado un papel siguiendo una opinión, una familia, un interés, un ídolo, un amigo, un nombre… Muchos pueden darse por aludidos con esto. Tranquilos, no va por nadie en concreto, va por todos. Mientras, el Betis, que es el conjunto de todo ello, se despeñó sin poder agarrarse a nada porque los colistas, los que descienden con semanas de antelación son imanes para todo lo negativo. No hay calmantes para ese dolor, sino que Murphy aparece para hacer más daño si cabe. Árbitros, suerte y lesiones han ido distrayendo algunos argumentos cuando el básico es que el equipo jamás estuvo bien preparado desde que se formó, ni por su constitución ni por el trabajo realizado. Y los parches posteriores sólo han servido para constatar errores o para asirse al concepto dignidad como último recurso que poco pan da para este hambriento de puntos. Se presume que el objetivo del nuevo consejo de administración del Betis, que guste o no guste a todo el mundo es el gobierno del club que toca y no siempre el deseable en esta prolongada judicialización, será dotar de responsables a cada área en la estructura del club. El proceso de selección contará con la lupa sesgada de esta división. Obvio que jamás se discutirá aquí que cada uno tenga una opinión y luche con exigencia por lo que cree mejor para su club, pero es precisa cierta coherencia para valorar lo que se puede tener en cada momento, como es el actual, sin perjuicio de que Estepa, Domínguez Platas y los suyos han de ser realmente certeros para atender a una empresa más complicada que la permanencia de años anteriores: la inmediata restitución de su sitio en Primera (siempre y cuando el descenso se produzca finalmente, como se ha apuntado anteriormente). La división se soluciona caminando sobre aciertos. No hay otra. La hubo mientras todo funcionaba, deportiva y económicamente. En aquella velocidad de crucero el beticismo parecía sólido. Con las serias dificultades cada uno ha cogido su trinchera. Mientras, ahí navega el Betis. Muerto en vida, descreído y con un derbi a las puertas. Y es el Betis, sí el Betis. Lo que tanto quieren todos los que están divididos y no son capaces de ponerse de acuerdo más que en lo que les separa.
Mateo Gonzalez
Con el enfermo moribundo pero consciente, la familia se pelea en la habitación buscando culpables de la situación que lo ha llevado hasta ahí. El Betis no está descendido a pesar de que ya nadie da un duro por él, pero su gente sí se encuentra dividida. El Betis ha bajado tantas veces esta temporada que al final todos presumirán del detestable “yo ya lo dije…” cuando el fatal desenlace se produzca, si es que acaba así. Cada uno ha interpretado un papel siguiendo una opinión, una familia, un interés, un ídolo, un amigo, un nombre… Muchos pueden darse por aludidos con esto. Tranquilos, no va por nadie en concreto, va por todos. Mientras, el Betis, que es el conjunto de todo ello, se despeñó sin poder agarrarse a nada porque los colistas, los que descienden con semanas de antelación son imanes para todo lo negativo. No hay calmantes para ese dolor, sino que Murphy aparece para hacer más daño si cabe. Árbitros, suerte y lesiones han ido distrayendo algunos argumentos cuando el básico es que el equipo jamás estuvo bien preparado desde que se formó, ni por su constitución ni por el trabajo realizado. Y los parches posteriores sólo han servido para constatar errores o para asirse al concepto dignidad como último recurso que poco pan da para este hambriento de puntos. Se presume que el objetivo del nuevo consejo de administración del Betis, que guste o no guste a todo el mundo es el gobierno del club que toca y no siempre el deseable en esta prolongada judicialización, será dotar de responsables a cada área en la estructura del club. El proceso de selección contará con la lupa sesgada de esta división. Obvio que jamás se discutirá aquí que cada uno tenga una opinión y luche con exigencia por lo que cree mejor para su club, pero es precisa cierta coherencia para valorar lo que se puede tener en cada momento, como es el actual, sin perjuicio de que Estepa, Domínguez Platas y los suyos han de ser realmente certeros para atender a una empresa más complicada que la permanencia de años anteriores: la inmediata restitución de su sitio en Primera (siempre y cuando el descenso se produzca finalmente, como se ha apuntado anteriormente). La división se soluciona caminando sobre aciertos. No hay otra. La hubo mientras todo funcionaba, deportiva y económicamente. En aquella velocidad de crucero el beticismo parecía sólido. Con las serias dificultades cada uno ha cogido su trinchera. Mientras, ahí navega el Betis. Muerto en vida, descreído y con un derbi a las puertas. Y es el Betis, sí el Betis. Lo que tanto quieren todos los que están divididos y no son capaces de ponerse de acuerdo más que en lo que les separa.
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