Rafael Gordillo llegó a la presidencia del Real Betis Balompié el pasado 13 de diciembre, después de que en verano la juez Mercede Alaya lo nombrara uno de los administradores judiciales de las acciones de Farusa. El ex jugador bético nunca quiso ocupar el cargo más importante del club, pero lo aceptó por petición del fallecido Juan Manuel Gómez Porrúa. El miércoles dejará paso a un nuevo presidente tras la junta de accionistas. Habrán sido casi siete meses que han dado para mucho, entre otras cosas, para un ascenso. Ahora Gordillo hace balance paraABC de Sevilla y alfinaldelapalmera.com.
—Haga un balance de su etapa como administrador y como presidente.
—Del 3 de agosto al 13 de diciembre estuve como administrador por la encomienda de la jueza Mercedes Alaya y ahí tuvimos las reuniones con los otros y muchos tira y afloja. Creo que las acciones han subido y el trabajo queda ahí. Nos pidió que convocáramos la junta lo antes posible pero la cambiaron y no llegó hasta el 13 de diciembre. Estoy satisfecho de ese trabajo. Y luego la Audiencia le dio la razón a la jueza. Tuve que entrar como presidente, cosa que en la vida ni había pensado ni planteado. Juan Manuel (Gómez Porrúa) me estaba convenciendo y tuve que dar el paso. Estoy muy orgulloso de ser presidente del Betis. Esto no le llega a todo el mundo. Llevo en este club desde los quince años y sé lo que significa. Sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero luego fue más. Todo el mundo nos pide, le debemos a mucha gente y hay bastantes problemas que el consejo ha intentado resolver poco a poco. Hemos tenido fallos y tendremos más, seguro, pero vamos con paciencia. Si arreglamos tres cosas es porque vienen seis por otro lado. Es complicado. La Ley Concursal está ahí y los presupuestos son bajos. Con el dinero tenemos problemas pero hemos mantenido hasta el final el pago a los futbolistas. Ahora quizás tendremos más problemas porque hay que buscar más ingresos de espónsors, socios, televisión... Poco a poco mejoraremos. El balance ha sido positivo porque hemos tenido muchos frentes abiertos.
—¿La gente ha sabido entender la valentía de su paso adelante?
—Cuando me decidí, fui a por todas. Yo no tenía necesidad de estar en esta situación. Tenía mi vida, estaba un poco apartado y no me hacía falta meterme. Si las cosas no salían bien... Gracias a los jugadores y el cuerpo técnico, que lo han hecho de chapó, hemos subido. Tú puedes estar ahí, intentar unir a los béticos aunque haya algunos en contra, pero mi misión era hacer las cosas bien e intentar no molestar al primer equipo, pero estando con ellos. Había situaciones raras y no queríamos estar demasiado a la vera de ellos, ni entrar mucho en los vestuarios para que estuvieran tranquilos y que pensaran en Primera. Si hubieran salido mal las cosas... Me paré a pensar eso cuando ascendimos. Y se me vino el cuerpo abajo por todo lo que pasamos los béticos.
—¿Aquella resistencia de Oliver qué le supuso?
—Me dio fuerzas. Yo no quería eso para los béticos. La jueza me había puesto ahí y tenía que seguir adelante porque si caía de nuevo en manos de esa gente, el Betis iba a ir a peor. Nosotros somos honrados y vamos a intentar lo mejor para el Betis. Ellos, en muchas operaciones, hicieron cosas que demostraban que no vinieron de legales.
—¿Cómo ve a Lopera y Oliver?
—Han sido los culpables de todo esto, de cómo está el club. Sobre todo el primero, Lopera. Es una realidad. El club estaba muy mal, de verdad. Es de hace 60 años y hay que profesionalizarlo. Son los culpables de todo.
—¿Cómo quiere que recuerden al Gordillo presidente?
—Prefiero que lo hagan como he sido siempre para el beticismo: como futbolista. Vivo aquí y estoy en el club desde los quince años. He sentido lo que me ha querido la afición. He intentado demostrarles que cuando salía al terreno de juego jugaba por el Betis pero también por ellos. Siempre me estaban animando. Cuando no podía más me preguntaban, «¿cómo puedes darte tres carreras en el minuto 90?». Era por ellos, porque yo estaba muerto y sentía que con cualquier cosa que hacía me animaban. Esa afición me daba alas. Es lo que más valoro. ¿Cómo me gustaría que me recordaran? Como Gordillo, el futbolista. ¿Que tengo esta etapa de presidente y me ha salido bien? Perfecto, pero me gustaría que me recordaran más por mi trayectoria como futbolista y por defender la camiseta del Real Betis Balompié. Eso es muy importante. También lo es ser presidente, pero estar ahí sudando y compartiendo derrotas y victorias con la afición es lo que se me queda a mí y lo que quiero que se le quede a la gente. Si no hubiera sido futbolista no me habrían llamado ni la jueza ni nadie.
—¿Ha temido hacer algo mal que perjudicara a esta imagen?
—En el fútbol se puede estropear todo. ¿Qué habría pasado si no hubiéramos ascendido? ¿Quién habría salido perjudicado en esa situación? Yo lo pienso. Sé que me quiere mucho la afición, pero como esto es fútbol y depende de si entra la pelotita... Esto habría cambiado. Siempre digo que no quería eso para mí, pero a veces coges responsabilidades que tienes que aceptar y me metí aquí con todo el cariño como bético y porque no creía en los que estaban, porque le iban a hacer muchísimo daño al Real Betis Balompié y menos mal que nos dieron la razón y estos personajes ya no entrarán más en el Betis. Es una tremenda satisfacción. Lo que más me ha impulsado es defender una causa. Cuando salieron tantas miles de personas en el 15-J ahí me di cuenta. No podía traicionarles y decirle a la jueza «no». Ni por ellos, ni por mí, por mi manera de ser, por mi carácter. Di el paso y... ¿me la has jugado? Yo he ido por el Betis, por el bien de los béticos, al final en lo deportivo ha salido perfecto y ahora me quedo más tranquilo.
—¿Es imposible que siga de presidente?
—Ya lo he dicho muchas veces. Es complicado. No sé de qué puedo estar. Vinieron a buscarme y prefiero estar trabajando para el Betis en segunda línea e intentar ayudar todo lo que pueda sin esa responsabilidad tan fuerte. Aunque estoy viendo que si me quedo me va a salpicar también si hay algo malo, pero ya tengo yo mi conciencia tranquila porque estoy haciendo mi trabajo y no fallaré en eso. Estar de presidente es una responsabilidad grande en lo deportivo y lo económico, entre otras cuestiones. Si ocurriera algo y estoy en otro lado y la gente me dijera cosas, lo aceptaría pero con la conciencia tranquila. Lo hago por el bien del Betis. Pienso eso desde hace mucho tiempo, desde que estaban las plataformas. No sé qué pasará, quién vendrá. He oído rumores, he escuchado hablar a José Antonio (Bosch), pero no hemos hablado.
—¿Se quitará un peso de encima a partir del miércoles?
—No, dejar de ser presidente del Betis no es quitarse un peso de encima. No, no. Es una cosa que no la he pedido nunca, ni la he exigido, ni la he querido. He entrado porque tenía que entrar, era mi sino, me tocaba a mí. Estoy muy orgulloso, pero tiene que estar una persona a la que le guste esto mucho más que a mí. Si estuviera en la presidencia me sentiría mucho más responsable de tantas cosas... Y eso nunca lo he querido para mí.
—Será importante que desde su posición arrope al nuevo presidente...
—Hablo de suposiciones. Si estoy en lo que me puede gustar, con el presidente que venga estaré a muerte y le daré mi consejo, si lo necesita, en cualquier asunto que necesite. Pero en el fútbol hay responsabilidades muy fuertes y para eso están los que están. Yo no quiero eso para mí. Soy de otra manera de pensar. Ya he estado aquí y si hubiera salido mal... Ahora mismito quiero estar tranquilo y si puedo estar en el Betis, estaré y si no, me voy a mi casa. No habrá ningún problema.
—¿Cómo ha llevado toda esta aventura su familia?
—Con el primer mandato de la jueza mi mujer y mis hijos me animaron. Es que a mí, ver a esa gente ahí y esas fotos... Me decían que si podía hacer algo por el bien del Betis, que adelante. Como administrador tenía horarios más fijos y los fines de semana libres, pero al ser presidente todo cambió y ya no me ven por casa. Eso sí ha cambiado, pero mi mujer estimaba y confiaba mucho en Juan Manuel (Gómez Porrúa) y me decía que si él confiaba en mí, tenía que hacerlo. Y cuando falleció tomé la decisión ese día en el tanatorio.
—¿Cuántas veces se ha acordado de él en estos meses?
—Muchas. Sobre todo, el día del ascenso. Ahí me vine abajo tras el desborde de los chavales gritando y saltando. Recordaba lo que podría haber pasado y a quién dejas atrás. Fueron tres meses muy intensos con él, una bellísima persona.
—¿Qué ha sido lo mejor y lo peor en su etapa de presidente?
—Lo peor, los cinco partidos. Era para preocuparse porque conocemos las cosas nuestras del Betis. Lo pasamos mal. Lo mejor fue el día del tren, cuando volvíamos de Tarragona. Estábamos ascendidos antes, pero teníamos que confirmarlo. Fue muy bonito. Era la meta y la alcanzamos con tranquilidad. ¡Imagínese un play off en el Betis! ¡Nos habríamos querido morir! Hemos ascendido con cuatro jornadas de antelación y sin sufrir.
—Era curioso que usted firmara hasta más autógrafos que los jugadores del equipo...
—Después de jugar tantos años en el Betis, la selección y el Madrid te conoce todo el mundo de esos años y al meterte de presidente, pues también se extiende a chavales de trece o catorce años que no sabían quién era. Si acaso que sus padres les dijeran: «Mira, ahí va Rafael Gordillo, que jugó en el Betis y en la selección». Al estar tanto en televisión y prensa, es normal que me reconozcan.
—Ha firmado hasta para directivos rivales.
—Sí, me pasó en Gerona. El vicepresidente de ese equipo me dijo: «¿Has visto los niños que tengo aquí? Son béticos. Mi mujer es bética, también». Hay béticos en todos lados y pasan cosas impresionantes. Quiero destacar también este año a los Supporters, que quitando que se han pasado un poquito con las bengalas que nos cuestan dinero, no podemos dejar de reconocer que han animado mucho.
—Y aquel día en Tenerife en el que empezó todo como presidente...
—Lo recuerdo bien. Estaba muy nervioso. Además hice unas declaraciones que no recibieron el matiz correcto porque dije que «algunos no se alegrarán de que hayamos ganado». Y, claro, cómo se iban a alegrar. Me criticaron, pero yo sabía por quién iba, porque ese día era clave para ellos, estaban locos por que perdiéramos para castigarnos. Estaba tan nervioso... Nos vinimos con 0-3 y no se pueden imaginar por cómo era ese partido en un palco sin poder moverse por respeto. Yo no veo mal celebrar goles en los palcos. A uno le puede dar algo. Y se pasa mal. Y como ésa, muchas.
en la web hay videos de la entrevista
«¿Cómo me gustaría que me recordaran? Como Gordillo, el futbolista»
—Haga un balance de su etapa como administrador y como presidente.
—Del 3 de agosto al 13 de diciembre estuve como administrador por la encomienda de la jueza Mercedes Alaya y ahí tuvimos las reuniones con los otros y muchos tira y afloja. Creo que las acciones han subido y el trabajo queda ahí. Nos pidió que convocáramos la junta lo antes posible pero la cambiaron y no llegó hasta el 13 de diciembre. Estoy satisfecho de ese trabajo. Y luego la Audiencia le dio la razón a la jueza. Tuve que entrar como presidente, cosa que en la vida ni había pensado ni planteado. Juan Manuel (Gómez Porrúa) me estaba convenciendo y tuve que dar el paso. Estoy muy orgulloso de ser presidente del Betis. Esto no le llega a todo el mundo. Llevo en este club desde los quince años y sé lo que significa. Sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero luego fue más. Todo el mundo nos pide, le debemos a mucha gente y hay bastantes problemas que el consejo ha intentado resolver poco a poco. Hemos tenido fallos y tendremos más, seguro, pero vamos con paciencia. Si arreglamos tres cosas es porque vienen seis por otro lado. Es complicado. La Ley Concursal está ahí y los presupuestos son bajos. Con el dinero tenemos problemas pero hemos mantenido hasta el final el pago a los futbolistas. Ahora quizás tendremos más problemas porque hay que buscar más ingresos de espónsors, socios, televisión... Poco a poco mejoraremos. El balance ha sido positivo porque hemos tenido muchos frentes abiertos.
—¿La gente ha sabido entender la valentía de su paso adelante?
—Cuando me decidí, fui a por todas. Yo no tenía necesidad de estar en esta situación. Tenía mi vida, estaba un poco apartado y no me hacía falta meterme. Si las cosas no salían bien... Gracias a los jugadores y el cuerpo técnico, que lo han hecho de chapó, hemos subido. Tú puedes estar ahí, intentar unir a los béticos aunque haya algunos en contra, pero mi misión era hacer las cosas bien e intentar no molestar al primer equipo, pero estando con ellos. Había situaciones raras y no queríamos estar demasiado a la vera de ellos, ni entrar mucho en los vestuarios para que estuvieran tranquilos y que pensaran en Primera. Si hubieran salido mal las cosas... Me paré a pensar eso cuando ascendimos. Y se me vino el cuerpo abajo por todo lo que pasamos los béticos.
—¿Aquella resistencia de Oliver qué le supuso?
—Me dio fuerzas. Yo no quería eso para los béticos. La jueza me había puesto ahí y tenía que seguir adelante porque si caía de nuevo en manos de esa gente, el Betis iba a ir a peor. Nosotros somos honrados y vamos a intentar lo mejor para el Betis. Ellos, en muchas operaciones, hicieron cosas que demostraban que no vinieron de legales.
—¿Cómo ve a Lopera y Oliver?
—Han sido los culpables de todo esto, de cómo está el club. Sobre todo el primero, Lopera. Es una realidad. El club estaba muy mal, de verdad. Es de hace 60 años y hay que profesionalizarlo. Son los culpables de todo.
—¿Cómo quiere que recuerden al Gordillo presidente?
—Prefiero que lo hagan como he sido siempre para el beticismo: como futbolista. Vivo aquí y estoy en el club desde los quince años. He sentido lo que me ha querido la afición. He intentado demostrarles que cuando salía al terreno de juego jugaba por el Betis pero también por ellos. Siempre me estaban animando. Cuando no podía más me preguntaban, «¿cómo puedes darte tres carreras en el minuto 90?». Era por ellos, porque yo estaba muerto y sentía que con cualquier cosa que hacía me animaban. Esa afición me daba alas. Es lo que más valoro. ¿Cómo me gustaría que me recordaran? Como Gordillo, el futbolista. ¿Que tengo esta etapa de presidente y me ha salido bien? Perfecto, pero me gustaría que me recordaran más por mi trayectoria como futbolista y por defender la camiseta del Real Betis Balompié. Eso es muy importante. También lo es ser presidente, pero estar ahí sudando y compartiendo derrotas y victorias con la afición es lo que se me queda a mí y lo que quiero que se le quede a la gente. Si no hubiera sido futbolista no me habrían llamado ni la jueza ni nadie.
—¿Ha temido hacer algo mal que perjudicara a esta imagen?
—En el fútbol se puede estropear todo. ¿Qué habría pasado si no hubiéramos ascendido? ¿Quién habría salido perjudicado en esa situación? Yo lo pienso. Sé que me quiere mucho la afición, pero como esto es fútbol y depende de si entra la pelotita... Esto habría cambiado. Siempre digo que no quería eso para mí, pero a veces coges responsabilidades que tienes que aceptar y me metí aquí con todo el cariño como bético y porque no creía en los que estaban, porque le iban a hacer muchísimo daño al Real Betis Balompié y menos mal que nos dieron la razón y estos personajes ya no entrarán más en el Betis. Es una tremenda satisfacción. Lo que más me ha impulsado es defender una causa. Cuando salieron tantas miles de personas en el 15-J ahí me di cuenta. No podía traicionarles y decirle a la jueza «no». Ni por ellos, ni por mí, por mi manera de ser, por mi carácter. Di el paso y... ¿me la has jugado? Yo he ido por el Betis, por el bien de los béticos, al final en lo deportivo ha salido perfecto y ahora me quedo más tranquilo.
—¿Es imposible que siga de presidente?
—Ya lo he dicho muchas veces. Es complicado. No sé de qué puedo estar. Vinieron a buscarme y prefiero estar trabajando para el Betis en segunda línea e intentar ayudar todo lo que pueda sin esa responsabilidad tan fuerte. Aunque estoy viendo que si me quedo me va a salpicar también si hay algo malo, pero ya tengo yo mi conciencia tranquila porque estoy haciendo mi trabajo y no fallaré en eso. Estar de presidente es una responsabilidad grande en lo deportivo y lo económico, entre otras cuestiones. Si ocurriera algo y estoy en otro lado y la gente me dijera cosas, lo aceptaría pero con la conciencia tranquila. Lo hago por el bien del Betis. Pienso eso desde hace mucho tiempo, desde que estaban las plataformas. No sé qué pasará, quién vendrá. He oído rumores, he escuchado hablar a José Antonio (Bosch), pero no hemos hablado.
—¿Se quitará un peso de encima a partir del miércoles?
—No, dejar de ser presidente del Betis no es quitarse un peso de encima. No, no. Es una cosa que no la he pedido nunca, ni la he exigido, ni la he querido. He entrado porque tenía que entrar, era mi sino, me tocaba a mí. Estoy muy orgulloso, pero tiene que estar una persona a la que le guste esto mucho más que a mí. Si estuviera en la presidencia me sentiría mucho más responsable de tantas cosas... Y eso nunca lo he querido para mí.
—Será importante que desde su posición arrope al nuevo presidente...
—Hablo de suposiciones. Si estoy en lo que me puede gustar, con el presidente que venga estaré a muerte y le daré mi consejo, si lo necesita, en cualquier asunto que necesite. Pero en el fútbol hay responsabilidades muy fuertes y para eso están los que están. Yo no quiero eso para mí. Soy de otra manera de pensar. Ya he estado aquí y si hubiera salido mal... Ahora mismito quiero estar tranquilo y si puedo estar en el Betis, estaré y si no, me voy a mi casa. No habrá ningún problema.
—¿Cómo ha llevado toda esta aventura su familia?
—Con el primer mandato de la jueza mi mujer y mis hijos me animaron. Es que a mí, ver a esa gente ahí y esas fotos... Me decían que si podía hacer algo por el bien del Betis, que adelante. Como administrador tenía horarios más fijos y los fines de semana libres, pero al ser presidente todo cambió y ya no me ven por casa. Eso sí ha cambiado, pero mi mujer estimaba y confiaba mucho en Juan Manuel (Gómez Porrúa) y me decía que si él confiaba en mí, tenía que hacerlo. Y cuando falleció tomé la decisión ese día en el tanatorio.
—¿Cuántas veces se ha acordado de él en estos meses?
—Muchas. Sobre todo, el día del ascenso. Ahí me vine abajo tras el desborde de los chavales gritando y saltando. Recordaba lo que podría haber pasado y a quién dejas atrás. Fueron tres meses muy intensos con él, una bellísima persona.
—¿Qué ha sido lo mejor y lo peor en su etapa de presidente?
—Lo peor, los cinco partidos. Era para preocuparse porque conocemos las cosas nuestras del Betis. Lo pasamos mal. Lo mejor fue el día del tren, cuando volvíamos de Tarragona. Estábamos ascendidos antes, pero teníamos que confirmarlo. Fue muy bonito. Era la meta y la alcanzamos con tranquilidad. ¡Imagínese un play off en el Betis! ¡Nos habríamos querido morir! Hemos ascendido con cuatro jornadas de antelación y sin sufrir.
—Era curioso que usted firmara hasta más autógrafos que los jugadores del equipo...
—Después de jugar tantos años en el Betis, la selección y el Madrid te conoce todo el mundo de esos años y al meterte de presidente, pues también se extiende a chavales de trece o catorce años que no sabían quién era. Si acaso que sus padres les dijeran: «Mira, ahí va Rafael Gordillo, que jugó en el Betis y en la selección». Al estar tanto en televisión y prensa, es normal que me reconozcan.
—Ha firmado hasta para directivos rivales.
—Sí, me pasó en Gerona. El vicepresidente de ese equipo me dijo: «¿Has visto los niños que tengo aquí? Son béticos. Mi mujer es bética, también». Hay béticos en todos lados y pasan cosas impresionantes. Quiero destacar también este año a los Supporters, que quitando que se han pasado un poquito con las bengalas que nos cuestan dinero, no podemos dejar de reconocer que han animado mucho.
—Y aquel día en Tenerife en el que empezó todo como presidente...
—Lo recuerdo bien. Estaba muy nervioso. Además hice unas declaraciones que no recibieron el matiz correcto porque dije que «algunos no se alegrarán de que hayamos ganado». Y, claro, cómo se iban a alegrar. Me criticaron, pero yo sabía por quién iba, porque ese día era clave para ellos, estaban locos por que perdiéramos para castigarnos. Estaba tan nervioso... Nos vinimos con 0-3 y no se pueden imaginar por cómo era ese partido en un palco sin poder moverse por respeto. Yo no veo mal celebrar goles en los palcos. A uno le puede dar algo. Y se pasa mal. Y como ésa, muchas.
en la web hay videos de la entrevista
«¿Cómo me gustaría que me recordaran? Como Gordillo, el futbolista»
Comentario