La intrahistoria del pacto Betis-Bitton: la versión número 40
Siete meses de negociación que desembocaron en doce horas en una notaría para la firma de un acuerdo que puede cambiar la historia del Betis
Por MATEO GONZÁLEZ, 26 de marzo de 2017 5:21 h.
Minutos después de las 21.00 del viernes 17 de marzo se firmó un pacto que cambió, sin lugar a dudas, el presente del Betis y que posiblemente marcará su futuro. En la notaría Lledó y Seda, en la calle Tetúan, se habían citado desde mediodía Ángel Haro, José Miguel López Catalán, Luis Oliver, Joaquín Zulategui y Eduardo Peña, además de los abogados de las partes, para poner punto y final a siete meses de negociaciones después del frustrado acuerdo tripartito por las exigencias de Manuel Ruiz de Lopera y la negativa de Hugo Galera, principalmente, y de un verano en el que en Heliópolis maduraron la situación para buscar el primer paso de una solución, la opción de compra, que consideran casi definitiva.
Para llegar a ese día 17 las partes vivieron una negociación constante, con idas y venidas, y pausas importantes. La junta de accionistas del pasado 30 de diciembre estuvo a punto de precipitar el acuerdo pero éste no se concretó ante la disconformidad de algunos de los muchos intervinientes. Cabe recordar que tanto Hugo Galera (Béticos por el Villamarín) como José Antonio Tirado (Por Nuestro Betis) fueron partícipes durante largo tiempo de esta negociación, conociendo las condiciones y los pasos que se iban desarrollando hasta casi el final. De tal manera que llegaron a expresar su conformidad en un punto dado pero se desvincularon del texto final en los últimos días previos a la firma. Después fueron avisados a través de un mensaje de Whatsapp minutos después de cerrarse la operación. La versión del texto que se fijó finalmente es la número 40, lo que da fe de las vueltas que le dieron a las condiciones. Eso sí, el texto no tiene la literatura del perdón social que proponía Lopera y que tanto recelo causó, sino que a decir de las partes es «sencillo».
Por la parte de Oliver también quedó gente fuera en el capítulo informativo a última hora. De hecho tanto Lopera como Castaño llamaron a los móviles de los integrantes de Bitton y al teléfono fijo de la notaría con el objeto de tratar de impedir que se produjera la firma. Al igual que ellos, un expresidente de PNB. Nadie atendió sus requerimientos, aunque Oliver y Zulategui fueron interpelados por el propio Castaño para que justificaran su motivación para dar este paso. Los miembros de Bitton utilizaron el engorde de las cifras económicas para convencer al abogado bollullero, quien utilizó esta información incorrecta para tratar de desprestigiar un movimiento que le deja en total fuera de juego. Y es que Oliver estuvo negociando a dos bandas durante las semanas previas a la firma. Desde aquel almuerzo en El Porvenir con Lopera y Castaño y con el horizonte de la deliberación por parte de la Audiencia del recurso contra las medidas cautelares como llave para la posibilidad de retomar el mando del Betis, tanto Farusa como Bitton habían pergeñado una estructura que ya había dado sus primeros pasos para desembarcar en el club en cuanto los procedimientos judiciales lo permitieran. Incluso se había procedido al reparto de consejeros (cuatro de Farusa y cuatro de Bitton), con Castaño como presidente, se habían realizado entrevistas de trabajo, mejoras en las oficinas de Lopera la plaza Antonio Martelo para acoger a profesionales…
En la notaría las idas y venidas fueron constantes. Más de ocho horas de negociación en un día en el que todas la partes tenían claro que era definitivo. Repartidos en tres salas contiguas, donde se ubicaban los miembros del club en una, los de Bitton (todos ellos inhabilitados por la calificación culpable del concurso) en otra y los seis abogados de ambas partes (tres de cada una) en una estancia diferente. Una de las garantías que ofrece el pacto es la revisión del mismo por parte de reputados juristas. El acuerdo, ya muy detallado, suponía el cambio del objeto social de Bitton, por lo que el Betis no se hacía con una opción de compra directa por las acciones del club, sino por la sociedad que está inscrita como propietaria de las mismas. Las cantidades y el reparto accionarial posterior formaron parte del diálogo previo con las plataformas y eran prácticamente similares a las recogidas en el pacto tripartito con Lopera y Oliver que se frustró en mayo de 2016.
Una de las preocupaciones mayores en el tramo final previo a la firma era cómo se iba a comunicar el acuerdo a la opinión pública. Oliver estaba especialmente inquieto con esa cuestión. Sí se acordó el respeto absoluto entre las partes, de ahí el silencio de Haro y Catalán en cuanto al proceder y a las causas judiciales que afectan a los miembros de Bitton y los elogios de Oliver a los rectores del club como intercambio, con lo que ello conlleva.
Un gesto que sorprendió fue la decisión de Haro y Catalán de bloquear los derechos políticos del 51,34 por ciento. Hubo quien interpeló a los consejeros delegados béticos cuestionándoles el motivo de esta decisión, que ponía en riesgo su continuidad al frente del club si pierden los apoyos en una junta de accionistas. «Si no somos capaces de convencer a los béticos con nuestra gestión, no nos mereceremos seguir en el cargo», señalaron dejando la puerta abierta a otras candidaturas en las próximas asambleas.
La intrahistoria del pacto Betis-Bitton: la versión número 40 - Al final de la Palmera
Siete meses de negociación que desembocaron en doce horas en una notaría para la firma de un acuerdo que puede cambiar la historia del Betis
Por MATEO GONZÁLEZ, 26 de marzo de 2017 5:21 h.
Minutos después de las 21.00 del viernes 17 de marzo se firmó un pacto que cambió, sin lugar a dudas, el presente del Betis y que posiblemente marcará su futuro. En la notaría Lledó y Seda, en la calle Tetúan, se habían citado desde mediodía Ángel Haro, José Miguel López Catalán, Luis Oliver, Joaquín Zulategui y Eduardo Peña, además de los abogados de las partes, para poner punto y final a siete meses de negociaciones después del frustrado acuerdo tripartito por las exigencias de Manuel Ruiz de Lopera y la negativa de Hugo Galera, principalmente, y de un verano en el que en Heliópolis maduraron la situación para buscar el primer paso de una solución, la opción de compra, que consideran casi definitiva.
Para llegar a ese día 17 las partes vivieron una negociación constante, con idas y venidas, y pausas importantes. La junta de accionistas del pasado 30 de diciembre estuvo a punto de precipitar el acuerdo pero éste no se concretó ante la disconformidad de algunos de los muchos intervinientes. Cabe recordar que tanto Hugo Galera (Béticos por el Villamarín) como José Antonio Tirado (Por Nuestro Betis) fueron partícipes durante largo tiempo de esta negociación, conociendo las condiciones y los pasos que se iban desarrollando hasta casi el final. De tal manera que llegaron a expresar su conformidad en un punto dado pero se desvincularon del texto final en los últimos días previos a la firma. Después fueron avisados a través de un mensaje de Whatsapp minutos después de cerrarse la operación. La versión del texto que se fijó finalmente es la número 40, lo que da fe de las vueltas que le dieron a las condiciones. Eso sí, el texto no tiene la literatura del perdón social que proponía Lopera y que tanto recelo causó, sino que a decir de las partes es «sencillo».
Por la parte de Oliver también quedó gente fuera en el capítulo informativo a última hora. De hecho tanto Lopera como Castaño llamaron a los móviles de los integrantes de Bitton y al teléfono fijo de la notaría con el objeto de tratar de impedir que se produjera la firma. Al igual que ellos, un expresidente de PNB. Nadie atendió sus requerimientos, aunque Oliver y Zulategui fueron interpelados por el propio Castaño para que justificaran su motivación para dar este paso. Los miembros de Bitton utilizaron el engorde de las cifras económicas para convencer al abogado bollullero, quien utilizó esta información incorrecta para tratar de desprestigiar un movimiento que le deja en total fuera de juego. Y es que Oliver estuvo negociando a dos bandas durante las semanas previas a la firma. Desde aquel almuerzo en El Porvenir con Lopera y Castaño y con el horizonte de la deliberación por parte de la Audiencia del recurso contra las medidas cautelares como llave para la posibilidad de retomar el mando del Betis, tanto Farusa como Bitton habían pergeñado una estructura que ya había dado sus primeros pasos para desembarcar en el club en cuanto los procedimientos judiciales lo permitieran. Incluso se había procedido al reparto de consejeros (cuatro de Farusa y cuatro de Bitton), con Castaño como presidente, se habían realizado entrevistas de trabajo, mejoras en las oficinas de Lopera la plaza Antonio Martelo para acoger a profesionales…
En la notaría las idas y venidas fueron constantes. Más de ocho horas de negociación en un día en el que todas la partes tenían claro que era definitivo. Repartidos en tres salas contiguas, donde se ubicaban los miembros del club en una, los de Bitton (todos ellos inhabilitados por la calificación culpable del concurso) en otra y los seis abogados de ambas partes (tres de cada una) en una estancia diferente. Una de las garantías que ofrece el pacto es la revisión del mismo por parte de reputados juristas. El acuerdo, ya muy detallado, suponía el cambio del objeto social de Bitton, por lo que el Betis no se hacía con una opción de compra directa por las acciones del club, sino por la sociedad que está inscrita como propietaria de las mismas. Las cantidades y el reparto accionarial posterior formaron parte del diálogo previo con las plataformas y eran prácticamente similares a las recogidas en el pacto tripartito con Lopera y Oliver que se frustró en mayo de 2016.
Una de las preocupaciones mayores en el tramo final previo a la firma era cómo se iba a comunicar el acuerdo a la opinión pública. Oliver estaba especialmente inquieto con esa cuestión. Sí se acordó el respeto absoluto entre las partes, de ahí el silencio de Haro y Catalán en cuanto al proceder y a las causas judiciales que afectan a los miembros de Bitton y los elogios de Oliver a los rectores del club como intercambio, con lo que ello conlleva.
Un gesto que sorprendió fue la decisión de Haro y Catalán de bloquear los derechos políticos del 51,34 por ciento. Hubo quien interpeló a los consejeros delegados béticos cuestionándoles el motivo de esta decisión, que ponía en riesgo su continuidad al frente del club si pierden los apoyos en una junta de accionistas. «Si no somos capaces de convencer a los béticos con nuestra gestión, no nos mereceremos seguir en el cargo», señalaron dejando la puerta abierta a otras candidaturas en las próximas asambleas.
La intrahistoria del pacto Betis-Bitton: la versión número 40 - Al final de la Palmera
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