Toda la razón.
Miguel Guillén, un orgullo para el bético
ESTÁBAMOS en una plaza de primera, una de esas plazas con palcos de las que existen en ciudades con tranvía. Así es como Rafael el Gallo distinguía las plazas a donde merecía la pena ir a torear. Bueno, pues en una plaza de esas hacía el paseíllo Miguel Guillén con la hipotética montera en la mano como debutante, pues hablaba en el foro Nueva Economía para ponernos al día de cierta institución llamada Real Betis Balompié.
Y en ese foro se les haría la luz a muchos y nos confirmaba a otros de cómo el Betis, Real Betis Balompié, vive un tiempo nuevo y, por supuesto, un orden nuevo. Orden en el más exacto sentido de la palabra, nada que ver con el desorden vivido y que llevó a la sevillanísima entidad al borde de la desaparición. Y llegó Miguel Guillén, Miguelo le dicen los amigos, a plaza tan principal con la seguridad que nace del convencimiento de unos deberes al día y la conciencia en paz.
Amalgamó economía y yerba, dineros y goles, despachos y vestuario para contar pretérito y descifrar futuro a través de una faena en la que ligó como ligan los buenos toreros, en una loseta. Indiscutiblemente, escuchando al hombre que figura como mascarón de proa de una nave que se iba a hacer puñetas y que hoy navega con firmeza por las procelosas aguas de nuestro fútbol, puede decirse que el bético puede vivir tranquilo tras haber recobrado las ganas de vivir.
Entró pisando firme y salió en triunfo del compromiso, pero lo más destacable de todo esto es que el Betis, Real Betis Balompié, ha recobrado la imagen después de un tiempo de zozobra que se hacía ominoso según avanzaba. Ahora podía el bético ver cómo el presidente de su club querido podía ponerse ante el toro más difícil y en la plaza de más responsabilidad sin pasarle lo que antes le pasaba, que se moría de vergüenza. Ayer confirmó Miguel Guillén que este Betis es otra cosa.
Miguel Guillén, un orgullo para el bético ...
Miguel Guillén, un orgullo para el bético
ESTÁBAMOS en una plaza de primera, una de esas plazas con palcos de las que existen en ciudades con tranvía. Así es como Rafael el Gallo distinguía las plazas a donde merecía la pena ir a torear. Bueno, pues en una plaza de esas hacía el paseíllo Miguel Guillén con la hipotética montera en la mano como debutante, pues hablaba en el foro Nueva Economía para ponernos al día de cierta institución llamada Real Betis Balompié.
Y en ese foro se les haría la luz a muchos y nos confirmaba a otros de cómo el Betis, Real Betis Balompié, vive un tiempo nuevo y, por supuesto, un orden nuevo. Orden en el más exacto sentido de la palabra, nada que ver con el desorden vivido y que llevó a la sevillanísima entidad al borde de la desaparición. Y llegó Miguel Guillén, Miguelo le dicen los amigos, a plaza tan principal con la seguridad que nace del convencimiento de unos deberes al día y la conciencia en paz.
Amalgamó economía y yerba, dineros y goles, despachos y vestuario para contar pretérito y descifrar futuro a través de una faena en la que ligó como ligan los buenos toreros, en una loseta. Indiscutiblemente, escuchando al hombre que figura como mascarón de proa de una nave que se iba a hacer puñetas y que hoy navega con firmeza por las procelosas aguas de nuestro fútbol, puede decirse que el bético puede vivir tranquilo tras haber recobrado las ganas de vivir.
Entró pisando firme y salió en triunfo del compromiso, pero lo más destacable de todo esto es que el Betis, Real Betis Balompié, ha recobrado la imagen después de un tiempo de zozobra que se hacía ominoso según avanzaba. Ahora podía el bético ver cómo el presidente de su club querido podía ponerse ante el toro más difícil y en la plaza de más responsabilidad sin pasarle lo que antes le pasaba, que se moría de vergüenza. Ayer confirmó Miguel Guillén que este Betis es otra cosa.
Miguel Guillén, un orgullo para el bético ...
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