De trabajadores a ciudadanos:
Ante los cambios que está sufriendo RNE en los últimos tiempos, un grupo de trabajadores queremos deciros que esta no es la radio que queremos hacer. Ni queremos esta, ni queremos la de Aznar, ni queremos la de Felipe. Queremos la de los últimos años. Esa que, por fin, era fruto del consenso obligado entre los partidos. Esa en la que la ideología quedó al margen y pudimos trabajar con libertad y con criterios exclusivamente profesionales. Esa que, siendo mejorable, nos situaba por primera vez cerca de los medios internacionales más avanzados y serios. Esa que ha sido reconocida dentro y fuera de España, y por gente de todas las ideologías.
Pero en un solo mes esa radio ha desaparecido. No sólo hemos vuelto a los tiempos de la manipulación y el sectarismo, sino que se añade algo mucho más grave: el hundimiento de la calidad. Y eso no tiene nada que ver con izquierdas o derechas. Desde nuestros sitios asistimos cada día atónitos, indignados y tristes a cómo se perpetra una radio que es de todo menos profesional. Una radio hueca en la que vuelve a primar el discurso oficial. Una radio en la que los temas incómodos para el gobierno desaparecen o son relegados, y los que son irrelevantes pero positivos para el ejecutivo, suben a los primeros puestos. Una radio en la que nos saltamos directos y ruedas de prensa fundamentales y, lejos de poner el grito en el cielo, nos damos palmadas en la espalda. Una radio de entrevistas pelotas y superficiales a la derecha y llenas de reproches a la izquierda. Una radio en la que los presentadores de los informativos (que, en su mayoría, no tienen experiencia en esa tarea) hacen editoriales y apostillan alegremente con opiniones, siempre del mismo lado. Una radio en la que hemos pasado de la exigencia y la seriedad, a la desorganización, el desconocimiento y la despreocupación.
Pero no sólo ha cambiado la forma de hacer la radio, sino quiénes hacen la radio. Porque aunque seguimos siendo los mismos, la mayoría están cambiados de sitio. Volvemos a aquellos tiempos en los que cuando llega una nueva dirección arrasa con todo y no por razones profesionales como dicen. Porque ¿quién se cree que se cambien todos los editores y presentadores de los programas e informativos, los nombres de los espacios, las sintonías, o incluso los jefes técnicos e informáticos sólo por razones profesionales? ¿Todos los que estaban eran malos? ¿Todos los que están ahora son mejores? Entendemos que una dirección debe rodearse de gente de su confianza, pero llegar a hasta ese punto no se explica si no es porque quieres poner “a los tuyos” y volver a utilizar la radio como tu cortijo.
Pues quienes piensan así deben saber que estamos hartos de que a los trabajadores se nos tenga por un ejército que está ahí para obedecer las instrucciones de unos o de otros aunque sean opuestas, ilógicas e injustas. Estamos agotados de que nuestras carreras profesionales fluctúen o ni existan por razones ajenas a nuestro trabajo. Por no aceptar órdenes políticas o porque otros las aceptan demasiado. Y lo que es peor, estamos tristes porque sabemos que no hay mayor mal para una radio que estar cambiando constantemente las voces, los programas y las formas. Porque así es imposible fidelizar oyentes. Y ahora que habíamos empezado a conseguirlo, volvemos a tirarlo por tierra.
Pero hay otra prueba de que los cambios no están motivados por razones profesionales: la redacción ha dejado de “sonar”. La espontaneidad, los debates, la tensión informativa… Todo ha desaparecido para dar paso a un silencio motivado por el miedo a las represalias. Porque ya hemos visto cómo muchos compañeros –directivos o redactores de base- han sido retirados de sus puestos “naturales” sin justificación y con formas un tanto mafiosas. A lo que hay que añadir una bajada de sueldo que asumíamos por cómo están las cosas, pero que ha empezado a irritar cuando, por ejemplo, hemos visto que la mayoría de los nuevos directivos están remodelando sus despachos (obra incluida). ¿De verdad es necesario? ¿No les parece un gesto de desprecio hacia sus trabajadores?
Y así van pasando los días y empiezan a normalizarse una mediocridad y una manipulación que, en absoluto, son normales. Ni debéis admitirlo los ciudadanos, que sois quienes pagáis esta RTVE, ni debemos admitirlo los trabajadores.
Por eso, ante la falta de reacción de nuestro consejo de informativos, hemos decidido actuar. Para hacer saber a los ciudadanos que no compartimos esta radio y que sabemos que estamos siendo el hazmerreír. Para decirle a la nueva dirección que manipular hoy en día, con unas redes sociales que te desmienten al minuto, solo nos lleva a hacer el ridículo. Para decirle al gobierno que cuando se permite semejante bajón en la calidad la audiencia huye y la radio no sirve ni para manipular (aunque quizá ese sea el plan: servir en bandeja su cierre). Y para decirles a los compañeros que somos más, que no nos pueden castigar a todos y que nos estamos jugando el futuro.
Como periodistas que defendemos la transparencia lamentamos tener que empezar de forma anónima, pero eso cambiará. Mientras tanto os dejamos una cuenta de twitter (@salvemosRNE) desde la que iremos denunciando todo lo que va pasando en RNE y desde la que, esperamos, vosotros también denunciéis. Porque estamos juntos en esto. Si una vez se consiguió una RNE de calidad, se podrá siempre.
Fdo:
El colectivo “Salvemos RNE”
Ante los cambios que está sufriendo RNE en los últimos tiempos, un grupo de trabajadores queremos deciros que esta no es la radio que queremos hacer. Ni queremos esta, ni queremos la de Aznar, ni queremos la de Felipe. Queremos la de los últimos años. Esa que, por fin, era fruto del consenso obligado entre los partidos. Esa en la que la ideología quedó al margen y pudimos trabajar con libertad y con criterios exclusivamente profesionales. Esa que, siendo mejorable, nos situaba por primera vez cerca de los medios internacionales más avanzados y serios. Esa que ha sido reconocida dentro y fuera de España, y por gente de todas las ideologías.
Pero en un solo mes esa radio ha desaparecido. No sólo hemos vuelto a los tiempos de la manipulación y el sectarismo, sino que se añade algo mucho más grave: el hundimiento de la calidad. Y eso no tiene nada que ver con izquierdas o derechas. Desde nuestros sitios asistimos cada día atónitos, indignados y tristes a cómo se perpetra una radio que es de todo menos profesional. Una radio hueca en la que vuelve a primar el discurso oficial. Una radio en la que los temas incómodos para el gobierno desaparecen o son relegados, y los que son irrelevantes pero positivos para el ejecutivo, suben a los primeros puestos. Una radio en la que nos saltamos directos y ruedas de prensa fundamentales y, lejos de poner el grito en el cielo, nos damos palmadas en la espalda. Una radio de entrevistas pelotas y superficiales a la derecha y llenas de reproches a la izquierda. Una radio en la que los presentadores de los informativos (que, en su mayoría, no tienen experiencia en esa tarea) hacen editoriales y apostillan alegremente con opiniones, siempre del mismo lado. Una radio en la que hemos pasado de la exigencia y la seriedad, a la desorganización, el desconocimiento y la despreocupación.
Pero no sólo ha cambiado la forma de hacer la radio, sino quiénes hacen la radio. Porque aunque seguimos siendo los mismos, la mayoría están cambiados de sitio. Volvemos a aquellos tiempos en los que cuando llega una nueva dirección arrasa con todo y no por razones profesionales como dicen. Porque ¿quién se cree que se cambien todos los editores y presentadores de los programas e informativos, los nombres de los espacios, las sintonías, o incluso los jefes técnicos e informáticos sólo por razones profesionales? ¿Todos los que estaban eran malos? ¿Todos los que están ahora son mejores? Entendemos que una dirección debe rodearse de gente de su confianza, pero llegar a hasta ese punto no se explica si no es porque quieres poner “a los tuyos” y volver a utilizar la radio como tu cortijo.
Pues quienes piensan así deben saber que estamos hartos de que a los trabajadores se nos tenga por un ejército que está ahí para obedecer las instrucciones de unos o de otros aunque sean opuestas, ilógicas e injustas. Estamos agotados de que nuestras carreras profesionales fluctúen o ni existan por razones ajenas a nuestro trabajo. Por no aceptar órdenes políticas o porque otros las aceptan demasiado. Y lo que es peor, estamos tristes porque sabemos que no hay mayor mal para una radio que estar cambiando constantemente las voces, los programas y las formas. Porque así es imposible fidelizar oyentes. Y ahora que habíamos empezado a conseguirlo, volvemos a tirarlo por tierra.
Pero hay otra prueba de que los cambios no están motivados por razones profesionales: la redacción ha dejado de “sonar”. La espontaneidad, los debates, la tensión informativa… Todo ha desaparecido para dar paso a un silencio motivado por el miedo a las represalias. Porque ya hemos visto cómo muchos compañeros –directivos o redactores de base- han sido retirados de sus puestos “naturales” sin justificación y con formas un tanto mafiosas. A lo que hay que añadir una bajada de sueldo que asumíamos por cómo están las cosas, pero que ha empezado a irritar cuando, por ejemplo, hemos visto que la mayoría de los nuevos directivos están remodelando sus despachos (obra incluida). ¿De verdad es necesario? ¿No les parece un gesto de desprecio hacia sus trabajadores?
Y así van pasando los días y empiezan a normalizarse una mediocridad y una manipulación que, en absoluto, son normales. Ni debéis admitirlo los ciudadanos, que sois quienes pagáis esta RTVE, ni debemos admitirlo los trabajadores.
Por eso, ante la falta de reacción de nuestro consejo de informativos, hemos decidido actuar. Para hacer saber a los ciudadanos que no compartimos esta radio y que sabemos que estamos siendo el hazmerreír. Para decirle a la nueva dirección que manipular hoy en día, con unas redes sociales que te desmienten al minuto, solo nos lleva a hacer el ridículo. Para decirle al gobierno que cuando se permite semejante bajón en la calidad la audiencia huye y la radio no sirve ni para manipular (aunque quizá ese sea el plan: servir en bandeja su cierre). Y para decirles a los compañeros que somos más, que no nos pueden castigar a todos y que nos estamos jugando el futuro.
Como periodistas que defendemos la transparencia lamentamos tener que empezar de forma anónima, pero eso cambiará. Mientras tanto os dejamos una cuenta de twitter (@salvemosRNE) desde la que iremos denunciando todo lo que va pasando en RNE y desde la que, esperamos, vosotros también denunciéis. Porque estamos juntos en esto. Si una vez se consiguió una RNE de calidad, se podrá siempre.
Fdo:
El colectivo “Salvemos RNE”
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