Durante un derbi, Rogelio estaba realizando un excelente encuentro. En una de las ocasiones en las que fue a lanzar un corner, especialidad en la que era un maestro, un aficionado sevillista le lanzó un huevo duro. Rogelio, sin pensárselo dos veces, se agacho recogió el huevo, lo peló y se lo comió, los sevillistas de la zona por poco se mueren de rabia.
Fuente guia Marca
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