EL PADRE DE LA HOJA DE RUTA
Cuando el Betis consiguió el ascenso, lo primero que hizo Rafael Gordillo fue acordarse de Juan Manuel. Se había ido el 1 de noviembre de 2010, en plena lucha por la libertad del Betis. Él, que si sentía algunos colores eran los rojiblancos del Atleti, se contagió del espíritu de una afición que demandaba un cambio y había puesto toda su fe en el tridente que formaba con Gordillo y Luis Ruiz de Huidobro para desalojar el lamentable peaje de la herencia de Lopera. Con la encomienda de la justicia por bandera trazaron un guión que no pudo ver convertido en película Gómez Porrúa, ya que murió en pleno rodaje, pero de cuyo final feliz hubiera estado muy orgulloso. Hoy se cumple un año sin Juan Manuel.
Le recuerda Gordillo, que compartió horas de trabajo y amistad desde que el destino los unió aquel 3 de agosto ante la juez Alaya. Rafael, que reconoció que se decidió a ser presidente por la insistencia de Porrúa, valora su aportación. «Todo el que trató con él, aunque fuera poco tiempo, le recuerda positivamente. Fue un hombre que luchó y se implicó mucho en la tarea que nos habían encomendado y su gran objetivo era la asamblea. Trabajó a conciencia. Hizo una labor impresionante y logró que muchos béticos se dieran cuenta de lo complicada que era la gente que había en el club. Caló en el beticismo y trabajó al máximo por ellos».
Junto a ellos, Luis Ruiz de Huidobro, que desde marzo ya no es administrador judicial de las acciones de Farusa. Su recuerdo de Gómez Porrúa es imborrable. «Personalmente era un tío magnífico. Un profesional acreditado. En el asunto del Betis fue él quien diseñó la hoja de ruta, que se siguió hasta que celebramos la primera junta de accionistas. Hizo una gran aportación. Se ganó al beticismo porque en cada reunión que tenía con grupos de béticos se hacía entender perfectamente con su discurso inquebrantable. Siempre hemos dicho que Gordillo abría todas las puertas porque los béticos le tienen adoración, pero Juan Manuel, siendo del Atlético, se quedó si no con trece, con nueve o diez barras verdiblancas. Le impactó la gente y la capacidad de movilización del beticismo».
Amigos y béticos
Adolfo Cuéllar, presidente de la Liga de Juristas Béticos, conoció a Gómez Porrúa «hace 15 ó 20 años» y coincidió con él en una infinidad de cursos sobre diferentes aspectos del Derecho, en los que aprendió mucho de él, ya que lo consideraba «un extraordinario jurista, quizás el más importante de España en Derecho de sociedades. Sólo por injusticias de la vida se fue sin ser catedrático». De su etapa como administrador y su incidencia en el Betis, Cuéllar hace la siguiente reflexión: «Es difícil que en el fútbol una persona que no sea entrenador, futbolista o directivo cale tan hondo en una afición en menos de tres meses. Era un hombre con una simpatía irresistible y gran talla intelectual. En el Betis desde el primer día se tomó el asunto de manera profesional y entendió pronto la situación y el espíritu del club. Su aportación, junto a sus compañeros, fue dejarle claro a la afición quién estaba en cada bando, quiénes querían al Betis y quiénes no. Nosotros luchamos muchos años para ello, pero él lo demostró en poco tiempo. Le tocó discutir mucho con Oliver y su gente. Le dio un relevo largo al consejo actual y otro al Betis de futuro. Su labor fue clave».
También mantuvo una estrecha relación de amistad con Julián García de la Borbolla, importante activo en el beticismo, quien le ayudó a abrir muchas puertas. «Juan Manuel entendió perfectamente la filosofía del Betis y en pocos meses sentía y conocía su idiosincrasia. Respetó cómo éramos. Gordillo siguió el “Plan Porrúa” y luego, Bosch. Tenía una calidad humana tremenda. Aguantó carros y carretas en ese tiempo con los que estaban en el club».
Una visión, también bética pero con tintes más añejos y personales, la da el exconsejero Diego García León, amigo de la juventud de Juan Manuel al coincidir en la cuadrilla de la hermandad de los Estudiantes de Sanlúcar de Barrameda, localidad natal de Gómez Porrúa: «Empezamos juntos el primer año que hubo hermanos costaleros, en 1981. Desde entonces no faltó ningún Miércoles Santo a esa cita. Era una persona muy querida en Sanlúcar. Su padre fue hermano mayor de la hermandad. En el Betis asumió un trabajo muy complicado y se volcó al ver la repercusión que tenía el club en Sevilla. Se empapó del Betis al cien por cien. Aplicó sus conocimientos al fútbol y se comprometió como lo hacía en su vida en todos los ámbitos»
El padre de la hoja de ruta
Cuando el Betis consiguió el ascenso, lo primero que hizo Rafael Gordillo fue acordarse de Juan Manuel. Se había ido el 1 de noviembre de 2010, en plena lucha por la libertad del Betis. Él, que si sentía algunos colores eran los rojiblancos del Atleti, se contagió del espíritu de una afición que demandaba un cambio y había puesto toda su fe en el tridente que formaba con Gordillo y Luis Ruiz de Huidobro para desalojar el lamentable peaje de la herencia de Lopera. Con la encomienda de la justicia por bandera trazaron un guión que no pudo ver convertido en película Gómez Porrúa, ya que murió en pleno rodaje, pero de cuyo final feliz hubiera estado muy orgulloso. Hoy se cumple un año sin Juan Manuel.
Le recuerda Gordillo, que compartió horas de trabajo y amistad desde que el destino los unió aquel 3 de agosto ante la juez Alaya. Rafael, que reconoció que se decidió a ser presidente por la insistencia de Porrúa, valora su aportación. «Todo el que trató con él, aunque fuera poco tiempo, le recuerda positivamente. Fue un hombre que luchó y se implicó mucho en la tarea que nos habían encomendado y su gran objetivo era la asamblea. Trabajó a conciencia. Hizo una labor impresionante y logró que muchos béticos se dieran cuenta de lo complicada que era la gente que había en el club. Caló en el beticismo y trabajó al máximo por ellos».
Junto a ellos, Luis Ruiz de Huidobro, que desde marzo ya no es administrador judicial de las acciones de Farusa. Su recuerdo de Gómez Porrúa es imborrable. «Personalmente era un tío magnífico. Un profesional acreditado. En el asunto del Betis fue él quien diseñó la hoja de ruta, que se siguió hasta que celebramos la primera junta de accionistas. Hizo una gran aportación. Se ganó al beticismo porque en cada reunión que tenía con grupos de béticos se hacía entender perfectamente con su discurso inquebrantable. Siempre hemos dicho que Gordillo abría todas las puertas porque los béticos le tienen adoración, pero Juan Manuel, siendo del Atlético, se quedó si no con trece, con nueve o diez barras verdiblancas. Le impactó la gente y la capacidad de movilización del beticismo».
Amigos y béticos
Adolfo Cuéllar, presidente de la Liga de Juristas Béticos, conoció a Gómez Porrúa «hace 15 ó 20 años» y coincidió con él en una infinidad de cursos sobre diferentes aspectos del Derecho, en los que aprendió mucho de él, ya que lo consideraba «un extraordinario jurista, quizás el más importante de España en Derecho de sociedades. Sólo por injusticias de la vida se fue sin ser catedrático». De su etapa como administrador y su incidencia en el Betis, Cuéllar hace la siguiente reflexión: «Es difícil que en el fútbol una persona que no sea entrenador, futbolista o directivo cale tan hondo en una afición en menos de tres meses. Era un hombre con una simpatía irresistible y gran talla intelectual. En el Betis desde el primer día se tomó el asunto de manera profesional y entendió pronto la situación y el espíritu del club. Su aportación, junto a sus compañeros, fue dejarle claro a la afición quién estaba en cada bando, quiénes querían al Betis y quiénes no. Nosotros luchamos muchos años para ello, pero él lo demostró en poco tiempo. Le tocó discutir mucho con Oliver y su gente. Le dio un relevo largo al consejo actual y otro al Betis de futuro. Su labor fue clave».
También mantuvo una estrecha relación de amistad con Julián García de la Borbolla, importante activo en el beticismo, quien le ayudó a abrir muchas puertas. «Juan Manuel entendió perfectamente la filosofía del Betis y en pocos meses sentía y conocía su idiosincrasia. Respetó cómo éramos. Gordillo siguió el “Plan Porrúa” y luego, Bosch. Tenía una calidad humana tremenda. Aguantó carros y carretas en ese tiempo con los que estaban en el club».
Una visión, también bética pero con tintes más añejos y personales, la da el exconsejero Diego García León, amigo de la juventud de Juan Manuel al coincidir en la cuadrilla de la hermandad de los Estudiantes de Sanlúcar de Barrameda, localidad natal de Gómez Porrúa: «Empezamos juntos el primer año que hubo hermanos costaleros, en 1981. Desde entonces no faltó ningún Miércoles Santo a esa cita. Era una persona muy querida en Sanlúcar. Su padre fue hermano mayor de la hermandad. En el Betis asumió un trabajo muy complicado y se volcó al ver la repercusión que tenía el club en Sevilla. Se empapó del Betis al cien por cien. Aplicó sus conocimientos al fútbol y se comprometió como lo hacía en su vida en todos los ámbitos»
El padre de la hoja de ruta