"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada". Esta frase del religioso alemán Martin Niemoller en relación con lo que ocurría en la Alemania nazi se ajusta a lo sucedido durante la era Lopera con la pasividad de la mayor parte de la afición cuando el dictador decidía ir contra alguien, fuese futbolista (han sido tantos…), entrenador, periodista (recuerdo el caso de Joaquín Durán, de Canal Sur, al principio de los noventa), institución (Junta de Andalucía o Ayuntamiento para desviar la atención sobre el asunto del estadio inacabado), hasta darnos cuenta de que el dictador iba, principalmente, contra nosotros, contra el BETICISMO, contra el BETIS. No hemos sido capaces de adoptar una posición crítica ante hechos inaceptables porque no creíamos que pudiesen afectarnos; hasta que ha llegado el momento en el que nos hemos dado cuenta de lo tarde y lo tibiamente que hemos reaccionado, y ello motivado más por los malos resultados deportivos que por un sentido de la dignidad como individuos pertenecientes a una institución cuya dirección y sello han sido tan vilipendiados.
La afición tiene un alto grado de responsabilidad en todo lo ocurrido, principalmente por haberse centrado en el seguimiento de los resultados deportivos y abandonar cualquier preocupación por el aspecto institucional. Al principio, por endiosar a un individuo cuya calaña no era fácil de aceptar como máximo representante del club y, por tanto, dejar que quedasen identificadas sus formas e imagen con la del la institución Real Betis (¡Hola, Don Manuel!). Fichajes de risa (Virgilio Ferreira, Andrei …) engaños (desde el coste oficial de muchos fichajes hasta el estadio inacabado, pasando por la fundación que iban a disfrutar los béticos ancianos), pantomimas y tantas acciones que ponían a la institución a la altura del betún. Y la afición tragando. El desprecio y/o la desaparición de las esferas visibles del club de iconos del beticismo (Cardeñosa, Gordillo, Rogelio, Núñez Naranjo, Jaramillo…) tampoco parecía ser causa para reclamar cambio alguno, o, al menos, posicionarse en contra. Llevarse el club a su casa era, igualmente, pecata minuta. Siempre estaba, por encima de todo, la obligación de animar al equipo, de manera ciega y religiosa, orillando todo lo demás. Prescindir de Serra Ferrer o decir que la Champion era deficitaria tampoco era motivo para protestar: había que animar, sólo animar…y seguir tragando ¡Qué fichajes los de aquél año Champion! Miguel Ángel, Rivera y Juanlu. Cuando se sospechó que se llevaba el dinero, tampoco pasó casi nada. Mientras, seguían llegando jugadores mediocres a la misma vez que ENCADESA engordaba sus cuentas de resultados. Las asambleas continuaban siendo paseos militares y las denuncias de lo que allí ocurría o los informes sobre el estado de cuentas del club y su camino hacia la ruina eran desoídas por gran parte de los seguidores. Nunca era el momento oportuno para protestar: había que apoyar al Lopera Balompié, sólo lo deportivo importaba. Algunos quisieron convocarnos para el rescate de la dignidad y acabar con ese estado de cosas y proponían concentraciones en la puerta de cristales al final de los partidos o en Jabugo, donde se ha gestado la destrucción del club, y otras actuaciones que, de haber sido seguidas masivamente, podrían haber cambiado las cosas o, al menos, dejar en buen lugar la postura del beticismo. Una manifestación multitudinaria y a esperar que una jueza nos salve. Y aquí estamos, con el club camino incluso de una mayor degradación o, lo que no es descabellado, de una posible desaparición según la situación que se pinta en ciertos informes; me gustaría equivocarme, y que este individuo fuese despojado de sus acciones y el Real Betis rescatado para los que deben ser sus dueños, los aficionados de a pie. Pero no me sorprendería que la factura a pagar por la afición por todo lo admitido tomara cuerpo en forma de equipo histórico purgando sus pecados en los avernos de las categorías durante una etapa más o menos larga (no descartemos incluso un descenso: abran los ojos de una vez los que aún no lo han hecho). Y si se ascendiese, el aspecto deportivo sería similar al vivido estos últimos cuatro años, aunque a mí lo deportivo me da igual mientras el Real Betis no sea rescatado. Si pensamos en la gestión realizada en clubes de potencial similar o inferior... Espero que este post sea tratado sin acritud por quienes se vean reflejados en él y aceptado como un simple ejercicio de autocrítica colectiva: todos, en mayor o menor medida, somos corresponsables. Un saludo.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada". Esta frase del religioso alemán Martin Niemoller en relación con lo que ocurría en la Alemania nazi se ajusta a lo sucedido durante la era Lopera con la pasividad de la mayor parte de la afición cuando el dictador decidía ir contra alguien, fuese futbolista (han sido tantos…), entrenador, periodista (recuerdo el caso de Joaquín Durán, de Canal Sur, al principio de los noventa), institución (Junta de Andalucía o Ayuntamiento para desviar la atención sobre el asunto del estadio inacabado), hasta darnos cuenta de que el dictador iba, principalmente, contra nosotros, contra el BETICISMO, contra el BETIS. No hemos sido capaces de adoptar una posición crítica ante hechos inaceptables porque no creíamos que pudiesen afectarnos; hasta que ha llegado el momento en el que nos hemos dado cuenta de lo tarde y lo tibiamente que hemos reaccionado, y ello motivado más por los malos resultados deportivos que por un sentido de la dignidad como individuos pertenecientes a una institución cuya dirección y sello han sido tan vilipendiados.
La afición tiene un alto grado de responsabilidad en todo lo ocurrido, principalmente por haberse centrado en el seguimiento de los resultados deportivos y abandonar cualquier preocupación por el aspecto institucional. Al principio, por endiosar a un individuo cuya calaña no era fácil de aceptar como máximo representante del club y, por tanto, dejar que quedasen identificadas sus formas e imagen con la del la institución Real Betis (¡Hola, Don Manuel!). Fichajes de risa (Virgilio Ferreira, Andrei …) engaños (desde el coste oficial de muchos fichajes hasta el estadio inacabado, pasando por la fundación que iban a disfrutar los béticos ancianos), pantomimas y tantas acciones que ponían a la institución a la altura del betún. Y la afición tragando. El desprecio y/o la desaparición de las esferas visibles del club de iconos del beticismo (Cardeñosa, Gordillo, Rogelio, Núñez Naranjo, Jaramillo…) tampoco parecía ser causa para reclamar cambio alguno, o, al menos, posicionarse en contra. Llevarse el club a su casa era, igualmente, pecata minuta. Siempre estaba, por encima de todo, la obligación de animar al equipo, de manera ciega y religiosa, orillando todo lo demás. Prescindir de Serra Ferrer o decir que la Champion era deficitaria tampoco era motivo para protestar: había que animar, sólo animar…y seguir tragando ¡Qué fichajes los de aquél año Champion! Miguel Ángel, Rivera y Juanlu. Cuando se sospechó que se llevaba el dinero, tampoco pasó casi nada. Mientras, seguían llegando jugadores mediocres a la misma vez que ENCADESA engordaba sus cuentas de resultados. Las asambleas continuaban siendo paseos militares y las denuncias de lo que allí ocurría o los informes sobre el estado de cuentas del club y su camino hacia la ruina eran desoídas por gran parte de los seguidores. Nunca era el momento oportuno para protestar: había que apoyar al Lopera Balompié, sólo lo deportivo importaba. Algunos quisieron convocarnos para el rescate de la dignidad y acabar con ese estado de cosas y proponían concentraciones en la puerta de cristales al final de los partidos o en Jabugo, donde se ha gestado la destrucción del club, y otras actuaciones que, de haber sido seguidas masivamente, podrían haber cambiado las cosas o, al menos, dejar en buen lugar la postura del beticismo. Una manifestación multitudinaria y a esperar que una jueza nos salve. Y aquí estamos, con el club camino incluso de una mayor degradación o, lo que no es descabellado, de una posible desaparición según la situación que se pinta en ciertos informes; me gustaría equivocarme, y que este individuo fuese despojado de sus acciones y el Real Betis rescatado para los que deben ser sus dueños, los aficionados de a pie. Pero no me sorprendería que la factura a pagar por la afición por todo lo admitido tomara cuerpo en forma de equipo histórico purgando sus pecados en los avernos de las categorías durante una etapa más o menos larga (no descartemos incluso un descenso: abran los ojos de una vez los que aún no lo han hecho). Y si se ascendiese, el aspecto deportivo sería similar al vivido estos últimos cuatro años, aunque a mí lo deportivo me da igual mientras el Real Betis no sea rescatado. Si pensamos en la gestión realizada en clubes de potencial similar o inferior... Espero que este post sea tratado sin acritud por quienes se vean reflejados en él y aceptado como un simple ejercicio de autocrítica colectiva: todos, en mayor o menor medida, somos corresponsables. Un saludo.
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