Los que llevamos muchos años viendo fútbol y hablando con gente de fútbol tenemos claro que cuando un equipo va bien es el resultado de muchas cosas. Un vestuario es un espacio físicio y psíquico, que diría Valdano, donde conviven 22 jugadores a los que le afecta todo. Además de la marcha deportiva es fundamental que el club sea una balsa de aceite, que exista una dirección profesionalizada, que se cumpla con los plazos de pago, que exista una estrecha y correcta comunicación con el vestuario, etc.
Muchos aficionados piensan que no es normal lo que le ocurre a este Betis nuestro, pero cuando una plantilla no funciona desde hace tres años, las causas son múltiples. Pero además en el caso del Betis existe otra particularidad: su máximo gestor. En un club presidido por una persona que lo dirige todo, por el que pasan todas las decisiones –incluso la gestión de las camisetas y uniformes de los equipos o el pago a la señora que limpia la planta noble- las cosas no pueden ir bien y más en un fútbol tan profesionalizado. Si a esto añadimos que no se cumple con los plazos de pago, que se remunera con pagarés y cheques de una cadena de grandes almacenes y que muchas veces no se cobra en meses, la cosa se complica hasta límites insospechados.
Ya habrán conocido la que se formó ayer con Sobis. El presidente le dice que tiene que trabajar y rendir más en el campo –que por cierto es una verdad como un castillo pues no ha demostrado nada de nada- y el jugador realiza unas declaraciones a Onda Cero Sevilla diciendo que el club le debe dinero y que lo primero que tienen que hacer es hablar con él antes que con la prensa. Después recapacitó sobre la metedura de pata a la hora de airear los trapos sucios y rectificó diciendo que lo que existe es un problema a la hora del pago e incluso pidió perdón al emperador Lopera. Aunque es de sabios rectificar, como también lo hizo Chaparro, lo que está claro es que este club está podrido desde la cabeza a los pies. Todo se hace de manera cutre, chabacana, al estilo república bananera. Esa república donde Don Manué se mueve como pez en el agua y donde todo el mundo le hace reverencias y le idolatra.
Hace poco un amigo me decía que un futbolista con peso del Betis, que este año no está dando ni una a derechas, estaba inmerso en un gran problema financiero-inmobiliario por culpa de la mala tramitación de los pagos en la entidad. Los futbolistas dicen que estas cosas no les afectan a la hora de entrar en el campo, pero son seres humanos como usted y yo y si en la oficina hay problemas, incertidumbres y temores nadie rinde igual que de costumbre.
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