Hipotecas no se, fichajes de m.ie.r.da unos pocos, desde hace 7 años, sin descontar ninguno. Pasando por don stosic, por Alexis el Macía y el Torrecilla de los c.jo.nes, ninguno se salva.
Pero tiene más delito el que se gasta 20 que el que se gasta 4.
Solo hay hipotecas si el DD supone una amenaza para Mel o lo echa.
Por eso los Espina, Mérida,...que el año pasado iban a artículo homicida por día en contra el DD, este año no dicen nada cuando la situación es más sangrante.
Parecer que aun hay muchos que creen que no se puede opinar de Macia (o del que sea) y les siguen el juego a la prensa: el año pasado si se habla del DD, este año nanai. Pues no oiga, la temporada desafortunadamente ha terminado ya, las sensaciones son las que son, y la clasificacion es la que es. Ahora es el momento de analizar, comparar y tomar medidas para que no se repita lo de este año. Ya esta bien del "dejad trabajar" solo cuando interesa
Torrecilla pretende nacionalizar la 'ONU' creada por su antecesor en el cargo, el desgaritado Maciá Munir, Javi Fuego, Pina y Roque Mesa, primeros encartados Poyet avala a Vergini
La palabra de moda en el mundo del fútbol es proyecto. Y el Betis, en el último lustro, comienza uno cada año, y hasta dos, cuando no es por un cambio en la presidencia, ocurre por un relevo en el banquillo o, como hogaño, también por el aterrizaje de un nuevo director deportivo a la entidad. Ahora, todo es humo. Ángel Haro es el mesías, Gustavo Poyet, el mejor entrenador del orbe, y Miguel Torrecilla, un iluminado que si no ha recibido ya todas las bendiciones es porque el entorno y el lobby pelota del Betis anda ya escarmentado de tanto jabón como han ido untando a todo el que últimamente holla Heliópolis, especialmente el antecesor en el cargo del salmantino, ese Eduardo Maciá que no fue capaz de hacer ni un solo fichaje rentable para un equipo que estuvo en un tris de irse al garete. Pero más allá del paupérrimo rendimiento de los futbolistas traídos por el valenciano, de su elevadísimo coste o de la dificultad para amortizarlos, otra de las razones del fracaso en su gestión ha sido una política de fichajes deshilvanada, sin que ninguno de los muchos futbolistas firmados tuviesen nexo en común alguno, principalmente la nacionalidad. Así, en el mercado de verano, amén de Piccini, un italiano que ya figuraba en calidad de cedido la campaña anterior, llegaron un brasileño (Petros), un argentino (Pezzella), un egipcio (Tarek), un peruano (Vargas), un alemán (Westermann), un francés (Digard), dos holandeses (Van der Vaart y Van Wolfswinkel) y un español (Joaquín). En invierno, tres fueron las incorporaciones, añadiendo otra nacionalidad más a su caterva, un belga de origen zambio (Musonda), que unir a otro brasileño (Leandro Damiao) y al español Montoya. En total, doce futbolistas de nueve procedencias diferentes que añadir a un bloque eminentemente nacional, salvo en las figuras de N'Diaye y Kadir, y que a la postre fue el sustento de la mayoría de los onces conformados por Pepe Mel y Juan Merino, quienes se las vieron y se las desearon, principalmente el primero por mera cuestión temporal, para ensamblar el grupo y buscar vínculos comunes para unirlo. Torrecilla, hombre de fútbol que, Celta al margen, se caracteriza a la fecha en el Betis por su coherencia -quizá debió esconder alguna de las cartas que aireó el otro día tan alegremente-, es conocedor perfectamente del desbarajuste creado por Maciá y una de sus premisas es la de españolizar la plantilla. Al margen de la salida de la mayor parte de los jugadores firmados por el anterior director deportivo, los primeros futbolistas que está barajando el nuevo hombre fuerte en la parcela deportiva son nacionales, aunque también ha tanteado al centrocampista chileno Esteban Pavez (Colo Colo) o al lateral senegalés Ibrahima Mbaye (Inter), que jugó cedido en el Bologna. Pero el grueso de los futbolistas sobre los que ha echado ya las redes son nacionales. Los centrocampistas Javi Fuego (Valencia) y Pina (Villarreal), al que ya desease Mel hace tres temporadas, son dos de sus preferencias defensivas. También se ha fijado en el organizador Roque Mesa (Las Palmas) y en el delantero azulgrana Munir, sin apenas opciones con el tridente por delante y hombres como Iniesta, Rakitic o Arda que pueden jugar en la última línea en el Barcelona, que además firmará otro atacante de primer orden. Torrecilla, aunque no sea ninguna prioridad ni la base de su política de fichajes, también estará atento a última hora a los descartes, como pudieran ser los madridistas Marco Asensio y Álvaro Medrán, quienes difícilmente hallarán acomodo en el equipo que presumiblemente seguirá dirigiendo Zinedine Zidane. El último futbolista que se ha vinculado al Betis es el italo-argentino Santiago Vergini, que no continuará en el descendido Getafe. El central, propiedad del Sunderland, en el que fue dirigido por Poyet, su mentor, tiene una temporada más de contrato y su salida no resultaría en absoluto dificultosa.
De pronto, de todos los fichajes que se hacen, solo viene un español (Manu Herrera).
Una vez Macià fuera del club, este tema no ha vuelto a ser un problema.
La nefasta planificación a la fecha del director deportivo, de quien ya se duda en el consejo, tiene en jaque a Mel Amén de fichajes fallidos, el valenciano ha hipotecado el futuro del Betis
Mercadotecnia y demás falacias vendidas hace unas semanas en la última edición de las memorias del Betis -al club le encanta despilfarrar dinero en formalismos de este calado para justificar el costosísimo y nocivo lobby generado a dedo del entorno-, el fichaje de Eduardo Maciá se ha revelado a la fecha como lo que algunos, a los que llamaron iluminados, previeron, es decir, un auténtico fracaso. Si el valenciano aplazó a final de temporada para valorar la política de fichajes, arribado el ecuador de la misma y, tras ocho meses en el cargo (1 de mayo de 2015) más otro como mínimo trabajando en la sombra, es tiempo más que suficiente para poner los puntos sobre las íes a una labor que se ha revelado como un fiasco por múltiples razones. Y lo peor no es ese presente que amenaza con llevarse por medio a Pepe Mel, sino cómo el trabajo de este valenciano de 41 años se ha revelado como un fiasco por cuanto hipoteca gravemente el futuro de la plantilla verdiblanca aun logrando este curso la permanencia. Firmado a bombo y platillo, el entonces administrador judicial Francisco Estepa, el ya presidente Juan Carlos Ollero, el consejero José Miguel López Catalán y el director general, Federico Martínez Feria, fueron embaucados por este ex trabajador de la Fiorentina entre un póquer de candidatos con el que unos u otros se entrevistaron. Ninguno de los mencionados tiene pasado alguno con el fútbol, de ahí el recelo previo de unos pocos a los que hogaño más de un consejero, nuevo o de antes, llama para darle la razón e incluso manifestar la desazón que ya existe con su figura en la entidad heliopolitana. Un millón de euros Maciá firmó por cuatro años a razón de casi medio millón de euros por cada uno, aunque además adquirió plenos poderes para formar un equipo a su gusto que viene a costarle al club una cantidad similar, cien mil euros del secretario técnico, Alexis Trujillo, al margen. A colaboradores suyos como el danés Jakob Friis-Hansen (Fiorentina-Liverpool) o la griega Vasiliki Pappa (Fiorentina), la encargada de la base de datos, le unió a última hora a Vlada Stosic. Amén de éstos, cuenta con Carlos Vargas, Adrián Espárraga y el portugués Paulo Menezes como ojeadores. Gente de la casa como Juanjo Cañas, Pedro Morilla y Jaime Quesada fueron reubicados y Keke Durán se marchó al Córdoba. Así, los poderes de Maciá son plenos y apenas puede ser fiscalizado ni criticado. Intermediarios Nada más aterrizar, Maciá ya tenía varios fichajes en cartera, gracias a intermediarios y representantes de su círculo. El desconocido Petros, por ejemplo, llega del Corinthians, de la mano del catalán Ramón Arasa, previo pago de 1,2 millones de euros por la mitad del pase. En otros fichajes y en la planificación estival del Betis intervino Fran Porras, ex delegado del Málaga, presumible nexo de unión entre Maciá y Stosic (trabajó en alguna de las operaciones con Paulao) y, curiosamente, presente en la sala de prensa del estadio de Heliópolis cuando fue presentado el propio director deportivo. Podría ello indicar que tan extenso equipo apenas sirve a la postre para trabajar con conocidos, más que para una verdadera labor de captación y descubrimiento de futbolistas. La gran hipoteca El Betis y su extenso entorno mediático y propagandístico vendieron que Maciá estaba especializado en la "captación de jóvenes valores", cuando al primer equipo, de los nueves fichajes exceptuando a Piccini (cambió su vinculación de cedido a propiedad), han llegado Joaquín (34 años), Van der Vaart (32), Westermann (32), Vargas (32) y Digard (29). Todos libres, aunque los dos primeros y el francés firmados por tres temporadas y el alemán y el peruano por dos, con fichas y primas de fichajes que alcanzan unos 17 millones de euros, sólo 10 entre el portuense y el holandés. Cifra que hipoteca gravemente el futuro de la plantilla porque, además, por sus edades, será difícil desprenderse de ellos en caso de que no rindan o no gusten al entrenador, como ya pasa con algunos. Otros cuatro millones de euros se le fueron en los medios pases de Pezzella (2,5) y Petros (1,2) o el completo de Tarek (0,3), una apuesta de futuro, se dijo, pese a que cuenta con 23 años y aún no ha debutado en el Betis pese a las numerosísimas bajas habidas en el centro de la defensa y el irregular rendimiento de los dos laterales izquierdos de la plantilla, posiciones en las que suele desempeñarse el egipcio. Eso sí, para el filial, Maciá firmó al georgiano Beka Vachiberadze, al que Juan Merino apenas ha utilizado a la fecha, y al lateral derecho y central esloveno Luka Guzek, enrolado en el juvenil de División de Honor. Ínfimo rendimiento Poniendo en cuarentena los kilos de más de Van der Vaart y Vargas, el rendimiento a día de hoy de los nueve futbolistas incorporados sólo puede ser calificado como pésimo. Al inédito Tarek se le suman otros como Digard o el mediapunta holandés que apenas han jugado por lesiones o bajas de forma; Van Wolfswinkel, quien acaba de empezar a contar para Mel; Pezzella, suplente con un rendimiento bajísimo cuando juega; o Petros, titular últimamente pero de un rendimiento irregular que no bajo debido a su abnegado sacrificio. Detalles aislados de Joaquín, pero que han servido para ganar partidos, y Westermann, que cumple cuando el Betis juega arropado pero al que se le ve el cartón cuando el equipo se ve obligado a dar un paso al frente, se salvan a la fecha. Con todo, los puntales de la plantilla siguen siendo Adán y Rubén Castro, a quien Maciá no ha sido capaz de hallar un relevo de garantías pese a ser una de las principales peticiones de Mel. El problema generado se ha visto en los cinco últimos partidos, los que lleva el canario sin anotar un gol. Ítem más: faltan extremos y un organizador en mediocampo. Treinta, descartes y la ONU El vestuario conformado por Maciá tenía pinta de ingobernable en cuanto no llegasen los resultados y demasiado ha logrado Mel a la fecha con no haber tenido ni un solo incendio que haya precisado de los bomberos. Y es que el director deportivo ha fichado a dos holandeses, un argentino, un brasileño, un peruano, un francés, un alemán y un egipcio, amén de Joaquín, nacionalidades que se unen a un italiano y otros tres franceses, con raíces senegalesas, italianas y argelinas. En definitiva, una ONU que, sin duda, dificulta tanto la adaptación como la integración y el gobierno de la plantilla. A ello se une que Maciá tampoco ha cumplido desfichando: ha dejado en la plantilla a prescindibles como Jordi, Xavi Torres y Rennella e incluso a descartes como Kadir, Matilla y Vadillo, que dificultan más el trabajo del entrenador y abundan en el fiasco de este nuevo gurú del fútbol.
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