En un partido trepidante, el Betis dejó irse vivo al Granada tras hacer lo más difícil: remontar un 0-2.
Demasiadas alternativas en un partido que el Betis debió ganar, pudo perder y al final se llevó un empate que sabe a poco. Alex Alegría, gran protagonista de la noche.
Otra noche en el Villamarín donde reinó la locura en un partido que el Betis no dominó hasta que vio que lo tenía perdido…en el minuto 30. Hasta ese minuto, el Betis con una alineación más física que técnica, más propia de un partido fuera de casa, había mostrado su peor cara: la de la segunda parte en el Camp Nou y gran parte del partido ante el Deportivo, esa donde la intrascendencia cobra un papel relevante y donde es dominado con, y sin balón, por el rival.
Hoy no estaba el Barcelona delante, estaba un Granada por hacer que se puso, sin mucho esfuerzo, dos goles por delante. ¿La suerte del Betis? Que los goles fueron pronto, había mucho tiempo por delante y tenía a Musonda.
A partir de ese segundo gol, el partido entró en una vorágine incontrolable donde el plano táctico desapareció y aparecieron los desajustes en un Granada que aún necesita mucho tiempo para encajar todas las piezas nuevas. Musonda aprovechó todas esas brechas, y las deshilachó con una gran cantidad de pases en profundidad a la espada de los laterales.
Antes de eso, Alex Alegría, tras una primera media hora mediocre, metió al Betis en el partido rematando un gran centro de Rubén. El gol, desató al delantero que completó los restantes sesenta minutos a un nivel altísimo.
Uno de los datos más positivos, además de la respuesta a la confianza de Poyet de Alegría, fue la reacción del Betis al segundo gol: cuando años atrás cada gol al Betis era un mazazo psicológico del que le costaba sobreponerse, hoy marcó dos minutos después y volteó el dominio del encuentro hasta el final. Una reacción que hay que tener en cuenta, y que tuvo otro momento importante: el segundo gol que vino minutos después de la expulsión del Granada.
Otra vez Alex, otra vez Musonda y otra vez, Piccini, que volvió a asistir.
Quedaban treinta minutos, el Granada estaba con uno menos y el Betis había empatado el partido con tiempo suficiente para ganarlo, pero no lo hizo y pudo perderlo en un giro trágico que recordó a Mestalla. Adán apareció para solventar el doble error del árbitro al pitar un penalti que no fue que venía precedido de una mano de un jugador del Granada.
Quedaban diez minutos y el cansancio comenzó a hacer mella en los jugadores de los dos equipos, el Betis acabó pidiendo a gritos un jugador que pudiera filtrar pases en el centro del campo y diera relevo a un Brasanac demasiado cansado.
El elegido fue Felipe, que debió entrar antes (él o Ceballos), pero incompresiblemente en vez de subir el balón se colocó en la línea de ataque. El Betis se atascó, se lió en tanganas que no le llevaron a nada y solo pudo crear una ocasión más, otra vez Musonda que dejó solo a Mandí pero este remató demasiado blando.
El Betis dejó escapar vivo al Granada y volvió a empatar otro partido en el Villamarín pero mostró signos de una mejoría que debe convertirse en una constante para que no se vuelva a repetir la imagen de los primeros treinta minutos.
El uno a uno:
Demasiadas alternativas en un partido que el Betis debió ganar, pudo perder y al final se llevó un empate que sabe a poco. Alex Alegría, gran protagonista de la noche.
Otra noche en el Villamarín donde reinó la locura en un partido que el Betis no dominó hasta que vio que lo tenía perdido…en el minuto 30. Hasta ese minuto, el Betis con una alineación más física que técnica, más propia de un partido fuera de casa, había mostrado su peor cara: la de la segunda parte en el Camp Nou y gran parte del partido ante el Deportivo, esa donde la intrascendencia cobra un papel relevante y donde es dominado con, y sin balón, por el rival.
Hoy no estaba el Barcelona delante, estaba un Granada por hacer que se puso, sin mucho esfuerzo, dos goles por delante. ¿La suerte del Betis? Que los goles fueron pronto, había mucho tiempo por delante y tenía a Musonda.
A partir de ese segundo gol, el partido entró en una vorágine incontrolable donde el plano táctico desapareció y aparecieron los desajustes en un Granada que aún necesita mucho tiempo para encajar todas las piezas nuevas. Musonda aprovechó todas esas brechas, y las deshilachó con una gran cantidad de pases en profundidad a la espada de los laterales.
Antes de eso, Alex Alegría, tras una primera media hora mediocre, metió al Betis en el partido rematando un gran centro de Rubén. El gol, desató al delantero que completó los restantes sesenta minutos a un nivel altísimo.
Uno de los datos más positivos, además de la respuesta a la confianza de Poyet de Alegría, fue la reacción del Betis al segundo gol: cuando años atrás cada gol al Betis era un mazazo psicológico del que le costaba sobreponerse, hoy marcó dos minutos después y volteó el dominio del encuentro hasta el final. Una reacción que hay que tener en cuenta, y que tuvo otro momento importante: el segundo gol que vino minutos después de la expulsión del Granada.
Otra vez Alex, otra vez Musonda y otra vez, Piccini, que volvió a asistir.
Quedaban treinta minutos, el Granada estaba con uno menos y el Betis había empatado el partido con tiempo suficiente para ganarlo, pero no lo hizo y pudo perderlo en un giro trágico que recordó a Mestalla. Adán apareció para solventar el doble error del árbitro al pitar un penalti que no fue que venía precedido de una mano de un jugador del Granada.
Quedaban diez minutos y el cansancio comenzó a hacer mella en los jugadores de los dos equipos, el Betis acabó pidiendo a gritos un jugador que pudiera filtrar pases en el centro del campo y diera relevo a un Brasanac demasiado cansado.
El elegido fue Felipe, que debió entrar antes (él o Ceballos), pero incompresiblemente en vez de subir el balón se colocó en la línea de ataque. El Betis se atascó, se lió en tanganas que no le llevaron a nada y solo pudo crear una ocasión más, otra vez Musonda que dejó solo a Mandí pero este remató demasiado blando.
El Betis dejó escapar vivo al Granada y volvió a empatar otro partido en el Villamarín pero mostró signos de una mejoría que debe convertirse en una constante para que no se vuelva a repetir la imagen de los primeros treinta minutos.
El uno a uno:
Comentario