Vive entre el club y su despacho, donde atiende a ABC de Sevilla. A José Antonio Bosch (Madrid, 1953), consejero verdiblanco y administrador judicial de las acciones del Betis propiedad de Farusa, no le ha cautivado aún el mundo del fútbol pero, como buen aficionado a la fotografía, sabe tomar una buena imagen de éste con sus propias palabras.
—¿Cómo está yendo su experiencia con el fútbol?
—Desde el punto de vista profesional es muy interesante. Laboralmente vivo en los conflictos y encontrarte un terreno con multitud de ellos de manera simultánea y en distintas jurisdicciones es apasionante.
—Una vez dentro, ¿ha cambiado la perspectiva que tenía desde fuera?
—No, en la organización, no. Y estar más implicado no ha hecho que me guste más el deporte. Quizás esa implicación le quita interés a lo deportivo. Es una especie de vacuna para que no se te vaya la medida y que no tomes profesiones propias del hobby cuando hablas de profesión.
—¿Qué le desconcierta del fútbol?
—La permisividad generalizada en el incumplimiento de las normas, aunque pienso que el fútbol no es una isla con respecto al resto del país, es una muestra de la sociedad. Quizás eso sí me desconcierta porque esa permisividad, lamentablemente, recoge un sentimiento de tolerancia hacia los incumplimientos. En este país, por ejemplo, los católicos no se confiesan como en Alemania del pecado de la defraudación. Hay una tolerancia injustificable y la pagamos cara. Encubre, además, una falta de solidaridad. No hay nada más solidario que un impuesto. Y en el fútbol parece que es lícito que el fin justifique los medios. El sacrosanto objetivo que tu equipo no descienda permite cualquier cosa y eso me llama mucho la atención.
—Y con todo lo que ha pasado en el Betis, muchos sólo miran al balón.
—Al aficionado no le pido valoraciones sobre la situación jurídica del club. Paga por ir a un espectáculo, por una vivencia y recuerdos. Mayor responsabilidad es la de los socios, que sí deben seguir el día a día y creo que han hecho dejación de funciones, la misma que ha permitido que se produjeran determinadas situaciones, en este y en otros clubes. De todas formas, lo de la pelotita es verdad, pero ésta tiene más posibilidades de entrar si trabajas bien. Hay una carga aleatoria, claro, pero se puede reducir con una buena planificación y trabajo.
—Cuando abre los diarios y ve que cada día se asocia un jugador a su club, y ya vamos por 80, ¿qué piensa?
—Lo interpreto de la única manera posible: los espacios deportivos se mantienen cuando se paraliza la competición y no existe la misma actividad. Eso hace que se pierda rigor, aunque hay casos y casos. Ese espacio que hay que rellenar lo aprovechan agentes que quieren mover al jugador, futbolistas que quieren mandar mensajes, clubes... Es un diálogo que no lo entienden ni los iniciados.
—Parece un zoco.
—Lo es. Y hay productos que se deprecian y otros que se encarecen. La ausencia de confidencialidad no beneficia, por lo menos a los clubes.
—Aunque ustedes han contribuido a ello con lo del «fichaje mediático».
—Bueno, es una intención. Un club no deja de ser una fábrica de ilusiones porque le puedes llamar competición, pero cuando rascas, lo último no es la Copa sino la ilusión generada durante todo el año. Nuestra aspiración es traer un fichaje que aumente la generación de ilusión, aunque ésta ha de producirla el conjunto.
—¿Pero lo tienen?
—Estamos trabajando con paciencia en un mercado que empieza a presentar características distintas a las de otros años. Desde enero se veía así. Quizás se ha alcanzado el techo en el mercado del fútbol, igual que en el inmobiliario. Hay que ver si se comporta como una burbuja que estalla o se desinfla lentamente.
—Paciencia, pues.
—Sí, es un año para no tomar decisiones muy a la ligera.
—Aunque no estaría mal presentar la campaña de abonados apoyado en una contratación que suene...
—Nos encantaría lanzarla con los fichajes más mediáticos del universo pero debemos ser conscientes de dónde estamos. Llevamos dos años de subida paulatina y tratamos que el club salga de una situación complicada. Se va consiguiendo, pero le pedimos a los béticos paciencia. Podemos decir que somos el único club de España que en esta temporada ha reducido su deuda fiscal con Hacienda. Es un orgullo y señal de que algo vamos haciendo bien. Podrían decirnos: «si usted hubiese empleado ese dinero en un fichaje...». Es cierto, y hay un club de Primera que en el mismo momento que hacía un fichaje de decenas de millones pedía un aplazamiento a Hacienda de muchísimos más. Es decir, que fichó con el dinero de los contribuyentes. Lo consideramos una mala praxis y queremos que el Betis salga de eso y que llegue el momento en el que pueda fichar atendiendo a todos.
—Después de aprobar el convenio, ¿el bético es consciente de todo lo que le queda al club?
—Hemos hecho dos oleadas de encuestas en los últimos partidos y queremos ver los resultados para que cuando hablemos de nuestra afición lo hagamos con propiedad, pero, aunque están tomadas antes de la salida del concurso, lo que más preocupaba entre los que venían al campo es la situación económica del club, en un porcentaje altísimo. No obstante, en algunas materias fallamos en la comunicación. No creo que los béticos fueran conscientes de que el club podía desaparecer. Hace unos días el Rangers se ha ido al traste y eso era impensable. Leía las declaraciones de sus directivos, que decían «no van a permitir que el Rangers se hunda». Pues la Hacienda Pública ha decidido que sí. Esa gravedad de la situación económica no la supimos transmitir. Quizás queríamos dar noticias alegres entre tantas negativas que desmotivaban a la gente, pero la gente tiene que entender lo que nos jugamos, no sólo antes, sino ahora si incumplimos. Vamos a pasar un par de años apretados, pero saldremos bastante fortalecidos si hacemos bien las tareas cuando otros clubes importantes empiecen a estar incómodos porque ya habrá menos margen de tolerancia y les va a pillar con menos recursos en una situación más agobiante. Ganaremos en eso.
—Es que ustedes han salido del concurso casi en la «photo finish»...
—Casi. Desde mi punto de vista el club tendría que haber entrado antes. El año que baja a Segunda era el ideal, ya que es cuando se disparan las pérdidas porque se debían porcentajes altísimos de salarios del año anterior.
—¿Ha sido un concurso ejemplar?
—Bueno, quizás ésa sea una expresión complicada. Vamos a dejarlo en que ha sido rápido, de pocos incidentes, poca litigiosidad. Y se ha sacado en un tiempo razonable. Es mérito de mucha gente, puesto que no depende sólo de la administración y la concursada, sino del juzgado.
—Y los acreedores no se han mostrado muy beligerantes, ¿no?
—Eso no es algo que te encuentres, sino que tienes que buscarlo, había que negociar. Como primera medida, en un planteamiento si un acreedor tiene la certeza de que la continuidad le beneficia más que la liquidación, trabaja por ella, al contrario que lo que le ha ocurrido al Rangers. Luego trabajar con ellos y darles credibilidad para que sepan que no volverán a quedarse enganchados. El año pasado tuvimos momentos duros para pagar el día a día. La ley lo que prevé es lo que hemos hecho, que cuando no puedes pagar te echa un cable para que la compañía continúe y los puestos de trabajo se mantengan.
—Con la información que usted tiene, ¿sería fortuito o culpable?
—Me resulta complicado pronunciarme pero si miro datos en abstracto interpreto que el momento de la presentación pudo ser un error. Si hubiera sido un año antes hubiese servido de paraguas para el Betis. Que sea fortui to o culpable tiene un lindero muy fino. No sólo porque se haya conducido al concurso, sino porque se haya agravado la situación de la sociedad. En el juzgado de instrucción hay puesta una denuncia porque en el Betis desaparecieron recursos en un momento determinado. Eso agrava el concurso. Desde esa perspectiva pienso que puede ser culpable, pero no me corresponde a mí decidirlo. Eso sí, a la vista de lo sucedido en las alegaciones del Alavés o la declaración de responsabilidad en el Mallorca...
—¿Qué ha ocurrido entre ustedes y los administradores concursales? Iban de la mano al principio y ahora no se ve así. En una entrevista con ABC, incluso lamentaron que el consejo haya «perdido la oportunidad de blindar el club por 20 años».
—En ese hecho puntual interpretamos que este consejo y el administrador de las acciones de Farusa están en el club porque lo ha designado un juzgado. El día que éste decida que no estemos no somos nadie para dejar eso. No entiendo esa pérdida de oportunidad, sobre todo si no viene acompañada de una declaración de culpabilidad del concurso, algo que por cierto compruebo a raíz de aquella entrevista que tenían dudas razonables. Si voy a blindar el Betis frente a unos determinados administradores es porque tengo razones fundadas para hacerlo y la única fundada es la culpabilidad de estos. Ni yo ni el consejo hemos terminado de ver la propuesta.
—Pero si se introduce un elemento externo, ajeno a los cambios del club garantizaría que esa comisión de seguimiento nunca esté condicionada.
—Pero, ¿qué es una comisión de seguimiento? Lo que pretende es garantizar los intereses de los acreedores. Y si éstos no quieren intermediarios, ¿quién soy yo para ponérselos? Cuando nos sentamos a hablar con los acreedores, entre otras cosas, nos proponen una determinada comisión de seguimiento y ellos son los que deciden ahí. No somos nadie para dejar una bomba de relojería. Un convenio no se puede tocar hasta que concluya el concurso. ¿Y si en dos o tres años aparece un grupo comprador y esa comisión le impide una transmisión de acciones? En un escenario de diez años eso no está justificado. Eso ha supuesto posturas distintas, pero lo decide la concursada. Puede opinar quien quiera, pero es nuestra responsabilidad. Lo que me sorprende es que, entre tantas decisiones, precisamente ésta haya generado tanta polémica.
—¿Quién será el representante del club en esta comisión?
—El director general (Santiago Pozas). Lo que pretende la comisión es informar a los dos máximos acreedores: LFP_y AFE. Hacienda tiene su convenio singular. Sobre todo se fijarán en los fichajes y ventas. Tienen que comprobar si un club se ha vuelto loco para gastarse 20 millones en un jugador si no los tiene o si vende por un millón a un futbolista cuyo valor de mercado es de cinco. Las persigue porque son partidas importantes y porque los acreedores se llevan parte de la venta.
—Por cierto, ¿han hecho balance económico de la temporada?
—Tenemos que cerrar el ejercicio, antes del día 4 debemos presentar el presupuesto a la LFP. La aproximación es que tendremos resultados positivos, habrá beneficios que no tributan porque compensan pérdidas anteriores. Entramos en números azules después de tres años y es porque la parte de quita se comporta como beneficio. Lo que se deja de pagar, al estar contabilizado como deuda, se computa como beneficio.
Fuente: alfinaldelapalmera.com
—¿Cómo está yendo su experiencia con el fútbol?
—Desde el punto de vista profesional es muy interesante. Laboralmente vivo en los conflictos y encontrarte un terreno con multitud de ellos de manera simultánea y en distintas jurisdicciones es apasionante.
—Una vez dentro, ¿ha cambiado la perspectiva que tenía desde fuera?
—No, en la organización, no. Y estar más implicado no ha hecho que me guste más el deporte. Quizás esa implicación le quita interés a lo deportivo. Es una especie de vacuna para que no se te vaya la medida y que no tomes profesiones propias del hobby cuando hablas de profesión.
—¿Qué le desconcierta del fútbol?
—La permisividad generalizada en el incumplimiento de las normas, aunque pienso que el fútbol no es una isla con respecto al resto del país, es una muestra de la sociedad. Quizás eso sí me desconcierta porque esa permisividad, lamentablemente, recoge un sentimiento de tolerancia hacia los incumplimientos. En este país, por ejemplo, los católicos no se confiesan como en Alemania del pecado de la defraudación. Hay una tolerancia injustificable y la pagamos cara. Encubre, además, una falta de solidaridad. No hay nada más solidario que un impuesto. Y en el fútbol parece que es lícito que el fin justifique los medios. El sacrosanto objetivo que tu equipo no descienda permite cualquier cosa y eso me llama mucho la atención.
—Y con todo lo que ha pasado en el Betis, muchos sólo miran al balón.
—Al aficionado no le pido valoraciones sobre la situación jurídica del club. Paga por ir a un espectáculo, por una vivencia y recuerdos. Mayor responsabilidad es la de los socios, que sí deben seguir el día a día y creo que han hecho dejación de funciones, la misma que ha permitido que se produjeran determinadas situaciones, en este y en otros clubes. De todas formas, lo de la pelotita es verdad, pero ésta tiene más posibilidades de entrar si trabajas bien. Hay una carga aleatoria, claro, pero se puede reducir con una buena planificación y trabajo.
—Cuando abre los diarios y ve que cada día se asocia un jugador a su club, y ya vamos por 80, ¿qué piensa?
—Lo interpreto de la única manera posible: los espacios deportivos se mantienen cuando se paraliza la competición y no existe la misma actividad. Eso hace que se pierda rigor, aunque hay casos y casos. Ese espacio que hay que rellenar lo aprovechan agentes que quieren mover al jugador, futbolistas que quieren mandar mensajes, clubes... Es un diálogo que no lo entienden ni los iniciados.
—Parece un zoco.
—Lo es. Y hay productos que se deprecian y otros que se encarecen. La ausencia de confidencialidad no beneficia, por lo menos a los clubes.
—Aunque ustedes han contribuido a ello con lo del «fichaje mediático».
—Bueno, es una intención. Un club no deja de ser una fábrica de ilusiones porque le puedes llamar competición, pero cuando rascas, lo último no es la Copa sino la ilusión generada durante todo el año. Nuestra aspiración es traer un fichaje que aumente la generación de ilusión, aunque ésta ha de producirla el conjunto.
—¿Pero lo tienen?
—Estamos trabajando con paciencia en un mercado que empieza a presentar características distintas a las de otros años. Desde enero se veía así. Quizás se ha alcanzado el techo en el mercado del fútbol, igual que en el inmobiliario. Hay que ver si se comporta como una burbuja que estalla o se desinfla lentamente.
—Paciencia, pues.
—Sí, es un año para no tomar decisiones muy a la ligera.
—Aunque no estaría mal presentar la campaña de abonados apoyado en una contratación que suene...
—Nos encantaría lanzarla con los fichajes más mediáticos del universo pero debemos ser conscientes de dónde estamos. Llevamos dos años de subida paulatina y tratamos que el club salga de una situación complicada. Se va consiguiendo, pero le pedimos a los béticos paciencia. Podemos decir que somos el único club de España que en esta temporada ha reducido su deuda fiscal con Hacienda. Es un orgullo y señal de que algo vamos haciendo bien. Podrían decirnos: «si usted hubiese empleado ese dinero en un fichaje...». Es cierto, y hay un club de Primera que en el mismo momento que hacía un fichaje de decenas de millones pedía un aplazamiento a Hacienda de muchísimos más. Es decir, que fichó con el dinero de los contribuyentes. Lo consideramos una mala praxis y queremos que el Betis salga de eso y que llegue el momento en el que pueda fichar atendiendo a todos.
—Después de aprobar el convenio, ¿el bético es consciente de todo lo que le queda al club?
—Hemos hecho dos oleadas de encuestas en los últimos partidos y queremos ver los resultados para que cuando hablemos de nuestra afición lo hagamos con propiedad, pero, aunque están tomadas antes de la salida del concurso, lo que más preocupaba entre los que venían al campo es la situación económica del club, en un porcentaje altísimo. No obstante, en algunas materias fallamos en la comunicación. No creo que los béticos fueran conscientes de que el club podía desaparecer. Hace unos días el Rangers se ha ido al traste y eso era impensable. Leía las declaraciones de sus directivos, que decían «no van a permitir que el Rangers se hunda». Pues la Hacienda Pública ha decidido que sí. Esa gravedad de la situación económica no la supimos transmitir. Quizás queríamos dar noticias alegres entre tantas negativas que desmotivaban a la gente, pero la gente tiene que entender lo que nos jugamos, no sólo antes, sino ahora si incumplimos. Vamos a pasar un par de años apretados, pero saldremos bastante fortalecidos si hacemos bien las tareas cuando otros clubes importantes empiecen a estar incómodos porque ya habrá menos margen de tolerancia y les va a pillar con menos recursos en una situación más agobiante. Ganaremos en eso.
—Es que ustedes han salido del concurso casi en la «photo finish»...
—Casi. Desde mi punto de vista el club tendría que haber entrado antes. El año que baja a Segunda era el ideal, ya que es cuando se disparan las pérdidas porque se debían porcentajes altísimos de salarios del año anterior.
—¿Ha sido un concurso ejemplar?
—Bueno, quizás ésa sea una expresión complicada. Vamos a dejarlo en que ha sido rápido, de pocos incidentes, poca litigiosidad. Y se ha sacado en un tiempo razonable. Es mérito de mucha gente, puesto que no depende sólo de la administración y la concursada, sino del juzgado.
—Y los acreedores no se han mostrado muy beligerantes, ¿no?
—Eso no es algo que te encuentres, sino que tienes que buscarlo, había que negociar. Como primera medida, en un planteamiento si un acreedor tiene la certeza de que la continuidad le beneficia más que la liquidación, trabaja por ella, al contrario que lo que le ha ocurrido al Rangers. Luego trabajar con ellos y darles credibilidad para que sepan que no volverán a quedarse enganchados. El año pasado tuvimos momentos duros para pagar el día a día. La ley lo que prevé es lo que hemos hecho, que cuando no puedes pagar te echa un cable para que la compañía continúe y los puestos de trabajo se mantengan.
—Con la información que usted tiene, ¿sería fortuito o culpable?
—Me resulta complicado pronunciarme pero si miro datos en abstracto interpreto que el momento de la presentación pudo ser un error. Si hubiera sido un año antes hubiese servido de paraguas para el Betis. Que sea fortui to o culpable tiene un lindero muy fino. No sólo porque se haya conducido al concurso, sino porque se haya agravado la situación de la sociedad. En el juzgado de instrucción hay puesta una denuncia porque en el Betis desaparecieron recursos en un momento determinado. Eso agrava el concurso. Desde esa perspectiva pienso que puede ser culpable, pero no me corresponde a mí decidirlo. Eso sí, a la vista de lo sucedido en las alegaciones del Alavés o la declaración de responsabilidad en el Mallorca...
—¿Qué ha ocurrido entre ustedes y los administradores concursales? Iban de la mano al principio y ahora no se ve así. En una entrevista con ABC, incluso lamentaron que el consejo haya «perdido la oportunidad de blindar el club por 20 años».
—En ese hecho puntual interpretamos que este consejo y el administrador de las acciones de Farusa están en el club porque lo ha designado un juzgado. El día que éste decida que no estemos no somos nadie para dejar eso. No entiendo esa pérdida de oportunidad, sobre todo si no viene acompañada de una declaración de culpabilidad del concurso, algo que por cierto compruebo a raíz de aquella entrevista que tenían dudas razonables. Si voy a blindar el Betis frente a unos determinados administradores es porque tengo razones fundadas para hacerlo y la única fundada es la culpabilidad de estos. Ni yo ni el consejo hemos terminado de ver la propuesta.
—Pero si se introduce un elemento externo, ajeno a los cambios del club garantizaría que esa comisión de seguimiento nunca esté condicionada.
—Pero, ¿qué es una comisión de seguimiento? Lo que pretende es garantizar los intereses de los acreedores. Y si éstos no quieren intermediarios, ¿quién soy yo para ponérselos? Cuando nos sentamos a hablar con los acreedores, entre otras cosas, nos proponen una determinada comisión de seguimiento y ellos son los que deciden ahí. No somos nadie para dejar una bomba de relojería. Un convenio no se puede tocar hasta que concluya el concurso. ¿Y si en dos o tres años aparece un grupo comprador y esa comisión le impide una transmisión de acciones? En un escenario de diez años eso no está justificado. Eso ha supuesto posturas distintas, pero lo decide la concursada. Puede opinar quien quiera, pero es nuestra responsabilidad. Lo que me sorprende es que, entre tantas decisiones, precisamente ésta haya generado tanta polémica.
—¿Quién será el representante del club en esta comisión?
—El director general (Santiago Pozas). Lo que pretende la comisión es informar a los dos máximos acreedores: LFP_y AFE. Hacienda tiene su convenio singular. Sobre todo se fijarán en los fichajes y ventas. Tienen que comprobar si un club se ha vuelto loco para gastarse 20 millones en un jugador si no los tiene o si vende por un millón a un futbolista cuyo valor de mercado es de cinco. Las persigue porque son partidas importantes y porque los acreedores se llevan parte de la venta.
—Por cierto, ¿han hecho balance económico de la temporada?
—Tenemos que cerrar el ejercicio, antes del día 4 debemos presentar el presupuesto a la LFP. La aproximación es que tendremos resultados positivos, habrá beneficios que no tributan porque compensan pérdidas anteriores. Entramos en números azules después de tres años y es porque la parte de quita se comporta como beneficio. Lo que se deja de pagar, al estar contabilizado como deuda, se computa como beneficio.
Fuente: alfinaldelapalmera.com
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