De verdad, eh
miércoles, 10 de junio de 2009
“Si vuelvo hago al Betis campeón de Liga”, Lopera dixit. A partir de ahí su discurso caduco repetido nueve días después del descenso carece de credibilidad alguna. No recuerdo exactamente cuando se le ocurrió ese órdago incumplido a todas luces, pero refleja fielmente la facilidad con la que su lengua le lanza al vacío. Desde entonces el equipo sólo ha peleado por eludir una tragedia hecha real después de varios amagos forzosos. Me empieza a recordar al clásico señor mayor que sólo vive para rememorar viejas historias pasadas que ya nunca podrá vivir de nuevo. Lopera no cambia, ni piensa hacerlo, y si alguien soñaba con esa posibilidad el máximo accionista le ha cerrado la puerta de la ilusión en la cara de un sopetón. Pero hay más del repertorio loperiano: “Cuando suba al Betis me voy” o “en el momento que los béticos no me quieran les regalo mis acciones”, son otras perogrulladas pregonadas por el máximo accionista para salir del paso en momentos delicados. Uno lo escucha y llega a la conclusión de que este señor se ha aferrado al cargo de forma eterna, es suyo y para siempre, como hacen e hicieron los dictadores políticos a lo largo de la historia. Él se cree su discurso y quizás eso es lo que más preocupa. No entra en el cerebro de una persona racional semejante tela de araña en la que ha quedado atrapado el Betis. Este mensaje con sabor añejo, aburrido y cansino, sólo sirve para demostrar dos cosas: no piensa irse jamás y la autocrítica brilla por su ausencia dentro de su vocabulario. Un descenso requiere analizar las causas de otra forma, hacerlo como siempre no es el mejor camino para olvidar esta pesadilla dentro de un año. Porque señor Lopera, la Liga en Segunda División dura hasta mediados de junio, fecha en la que nos encontramos actualmente. De verdad eh, no se de donde narices se saca lo de los siete meses y menos aún comparando ese tiempo con el de un embarazo. ¿Será otro síntoma senil?
Por Nacho González
miércoles, 10 de junio de 2009
“Si vuelvo hago al Betis campeón de Liga”, Lopera dixit. A partir de ahí su discurso caduco repetido nueve días después del descenso carece de credibilidad alguna. No recuerdo exactamente cuando se le ocurrió ese órdago incumplido a todas luces, pero refleja fielmente la facilidad con la que su lengua le lanza al vacío. Desde entonces el equipo sólo ha peleado por eludir una tragedia hecha real después de varios amagos forzosos. Me empieza a recordar al clásico señor mayor que sólo vive para rememorar viejas historias pasadas que ya nunca podrá vivir de nuevo. Lopera no cambia, ni piensa hacerlo, y si alguien soñaba con esa posibilidad el máximo accionista le ha cerrado la puerta de la ilusión en la cara de un sopetón. Pero hay más del repertorio loperiano: “Cuando suba al Betis me voy” o “en el momento que los béticos no me quieran les regalo mis acciones”, son otras perogrulladas pregonadas por el máximo accionista para salir del paso en momentos delicados. Uno lo escucha y llega a la conclusión de que este señor se ha aferrado al cargo de forma eterna, es suyo y para siempre, como hacen e hicieron los dictadores políticos a lo largo de la historia. Él se cree su discurso y quizás eso es lo que más preocupa. No entra en el cerebro de una persona racional semejante tela de araña en la que ha quedado atrapado el Betis. Este mensaje con sabor añejo, aburrido y cansino, sólo sirve para demostrar dos cosas: no piensa irse jamás y la autocrítica brilla por su ausencia dentro de su vocabulario. Un descenso requiere analizar las causas de otra forma, hacerlo como siempre no es el mejor camino para olvidar esta pesadilla dentro de un año. Porque señor Lopera, la Liga en Segunda División dura hasta mediados de junio, fecha en la que nos encontramos actualmente. De verdad eh, no se de donde narices se saca lo de los siete meses y menos aún comparando ese tiempo con el de un embarazo. ¿Será otro síntoma senil?
Por Nacho González