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ID:	6575963Se acabó lo que se daba. La temporada echó definitivamente el telón para el Betis en El Molinón y ya toca pensar en la siguiente, principalmente porque ésta ha resultado para olvidar. Ni llegó ese estirón que tanto prometió la directiva y más que dar pasos adelante da la sensación de que se ha ido marcha atrás.

El equipo nunca estuvo entre los diez primeros, pocas veces supo a qué jugaba y todavía en menos hizo honor a todo lo que conlleva tanto el escudo como la camiseta. La mediocridad, lejos de abandonar Heliópolis, ha sido la nota predominante una vez más, siendo, pese a todo, incapaz de 'maquillar' un fracaso cuyos artífices se han afanado en negar hasta el final.

No obstante, los datos hablan por sí solos y resultan demoledores. Jamás se pudo soñar con algo grande y el castillo de naipes que ha sido este Betis siempre se ha derribado al primer soplido. Y, a veces, ni siquiera hizo falta que alguien metiese presión con algo de aire. Especialmente con una defensa que se bastaba y se sobraba para complicarse la vida a sí misma.

Apenas un puñado de jugadores se salvan por méritos propios de la quema, ganándose por derecho propio su continuidad en un vestuario en el que por más revoluciones que se experimenten nunca dejan de sobrar efectivos y faltar compromiso y talento. Lástima que por más que eso quede claro no aparezca quien logre de verdad arreglarlo.

Esta vez, tampoco pudo ser. Quizás porque se perdió el tiempo incluyendo extras que solamente sirvieron para distraer. Ni tan siquiera para sacar pecho. Se ha querido abarcar demasiado y los brazos no han dado para tanto. Como tampoco la paciencia de una grada que se cansó de dar tiempo y de que le lleven tomando el pelo tantísimos años.

Una afición que lleva demasiado esperando un club a su altura, capaz de mirar la clasificación de la mitad hacia arriba y pelear por mucho más que la permanencia. Las grandes noches quedan cada vez más lejos y todo lo que no sea recuperarlas a corto plazo resulta absolutamente intolerable. Y ya no valen las promesas ni las buenas palabras ni los lemas rimbombantes. Ahora sí que de verdad se necesitan hechos.

Un reto en toda regla para la dupla Haro-Catalán que se ha ganado a pulso un rotundo suspenso en su primer proyecto al frente del club, pero también para esa alternativa liderada por Salas que pide cambios pese a dar por bueno casi todo lo que está. Un futuro que, de momento, no resulta demasiado alentador, pero que ojalá sea capaz de crear esas buenas sensaciones que tanto persigue Torrecilla y de las que también desea ser partícipe la fiel infantería verdiblanca.

El tiempo dirá si se consigue o no, si por fin se logra esa estabilidad que tanto se persigue y nunca llega. Hay muchísimo trabajo por delante si se quiere dar la vuelta a la tortilla, intentando evitar otra temporada como ésta, que acabó haciéndose eterna y no precisamente porque resultara para recordar. Porque más allá de tener en cuenta lo sucedido para no repetirlo, el curso 16/17 apenas sirve para pasar página cuanto antes, tras habérsele puesto de una vez por todas el punto final.