Sobre todo, porque si alguien es capaz de complicarse la vida hasta el extremo cuando parece imposible hacerlo ese es el conjunto verdiblanco, que sobre el césped no ha parecido en las últimas semanas mejor que Osasuna, Granada o Sporting, quienes, salvo sorpresa mayúscula, acabarán dando con sus huesos en el 'infierno' de Segunda. Es más, si estuviésemos hablando de una temporada normal, en Heliópolis ni siquiera se llegaría a esos 44 puntos en los que se tasa la permanencia, lo que habría disparado aún más si cabe los problemas para un proyecto que hace aguas por todos lados.
Pero ante tantísimas facilidades para evitar el desastre era tan grosero fallar que el Betis no lo hizo. Tumbó al Eibar en un partido capicúa, que empezó y terminó con sendos goles a favor, aunque teniendo entre medias sustos suficientes como para haber cambiado por completo el desenlace de la historia. No obstante, esta vez la suerte sonrió a una escuadra de las trece barras que presentó un once con muchas novedades por bajas de última hora, como la de Rubén Castro, y en el que brilló con luz propia un monumental Adán bajo palos y un Joaquín que se encargó de cerrar la boca sobre el campo a sus críticos.
Después, Ceballos salió para confirmar que ni los virus son capaces de pararle esta temporada, firmando, incluso, su primer gol en la elite del fútbol español. Probablemente, a esa diana le seguirán muchas otras más. Ojalá que la inmensa mayoría de ellas las celebre vestido de verdiblanco. Sin duda, el futuro de la entidad pasa por él, con su calidad, compromiso y 'sangre verde' por bandera, elementos que han brillado por su ausencia por La Palmera en los últimos años. Cruzaremos los dedos para que no lo aburran como a otros tantos...
Así, haciendo lo justo, el Betis acabó con todos los fantasmas de un posible descenso, aunque sabiendo que la posibilidad de cumplir con el objetivo, quedar entre los diez primeros, es poco menos que imposible. Se ha evitado una tragedia, pero no el fracaso de una propuesta a la que le ha sobrado parafernalia y le han faltado resultados.
Se ha ganado algo de tranquilidad y, sobre todo, tiempo para empezar a mirar con garantías al próximo año. Ahora, hay margen de sobra para tomar decisiones y acertar en ellas, separando de una vez por todas la **** del grano. Está claro que sobran y faltan muchas cosas, por lo que el escenario, pese a ver la tabla de la mitad para abajo, es el ideal para comenzar a trabajar a destajo pensando en la 17/18.
Esta campaña ha servido de ejemplo de lo que no se debe hacer si se quiere crecer, con errores constantes que, pese a todo, pueden y deben corregirse de cara al futuro. Para ello, toca pasar página cuanto antes y centrarse en un nuevo proyecto que por fin se gane el nombre, abandonando por completo los bandazos. Para que llegue a buen puerto, muchos deberán bajarse del barco, dejando sitio en la flota a marineros que estén capacitados para que no se produzcan nuevos naufragios. Margen hay de sobra para conseguirlo. Todo es que en la planta noble del Villamarín de verdad sepan hacerlo.
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