Así, ya está confirmado que seguirá al frente del vestuario un Víctor Sánchez del Amo que sigue perdiendo crédito a pasos agigantados. Su llegada sirvió para hacer reaccionar a las escuadra de las trece barras, pero su efecto como revulsivo se diluyó demasiado pronto, hasta firmar una triste media de un triunfo por mes en la que mucho tienen que ver sus pésimas lecturas de los partidos, echando a sus pupilos atrás demasiado pronto y dando facilidades a los rivales, que en demasiadas ocasiones han acabado remontando.
Un claro ejemplo de ello se pudo ver en casa del Espanyol, en un partido que se le fue al Betis en los últimos diez minutos tras renunciar por completo al ataque tras encontrarse con el 0-1 a su favor. Lo mismo que pasó en La Coruña o en el derbi, algo que está a la vista de todo el mundo a excepción de la de una dirección deportiva que sigue empeñada en pedir tiempo y dar la espalda a la realidad.
La misma que todavía se niega a hacer valoraciones de los fichajes, pero que ya se ha deshecho de dos refuerzos estivales, Musonda y Felipe Gutiérrez, al tiempo que se ha tenido que quedar con un Zozulia al que la falta de cultura de los ilustrados ultras del Rayo le dejó sin sitio en Vallecas. Y es que por mucho que Torrecilla se agarre con uñas y dientes a eso de que todavía queda Liga, es consciente, como todos, de que ni se va a acabar entre los diez primeros ni se van a alcanzar esas buenas sensaciones que sólo él puede ver.
Entre tanto, el 'Nuevo Betis' de Haro y Catalán, moderno y exigente, sigue parado. Con más extras que nunca y hasta un futuro operador telefónico, pero sin un equipo a la altura de lo que merece el club por historia y masa social. Quizás por ello opten por crear pantallas como el famoso pacto con Bitton que promete una estabilidad que, teniendo en cuenta las manifestaciones de Oliver, no tiene pinta de que pueda llegar en breve. Todo lo contrario, se ha canonizado al demonio y este no ha dejado en absoluto de serlo. Como mínimo, sería para no confiarse en absoluto y andarse con muchísimo cuidado.
A todo esto ha de unirse la más que probable revolución que volverá a vivir la plantilla, la enésima en los últimos años. Diga lo que diga Torrecilla, sobran demasiados efectivos y falta tanta calidad como compromiso. Prácticamente no hay intocables y hay que seguir cruzando los dedos para que quienes lo son (Adán o Ceballos) terminen cansándose de vivir instalados en la mediocridad o que a Rubén sus líos extradeportivos no acaben pasándole factura.
Pese a todo, desde La Palmera se seguirá vendiendo un futuro ilusionante, donde el año que viene será por fin el bueno, el de ese estirón tan anunciado como esquivo, el del regreso a unas alturas que se ven demasiado lejanas. Si hasta habrá un Gol Sur nuevo... ¿cómo no van a salir bien las cosas? Lástima que las altas esferas verdiblancas tengan cada vez menos predicamento, porque al menos a quien les escribe ya no son capaces de hacerle comulgar con ruedas de molino.