TorrecillaDesengáñense. Esta temporada tampoco llegará a Heliópolis ese tan ansiado estirón con el que sueña el beticismo desde hace años.

Pese a las muchas promesas que se le han hecho a la afición desde que acabó la pasada campaña, los extras que se han incorporado al club y los lemas grandilocuentes, el equipo da para poco más que la permanencia. Y eso que esta Liga resulta mediocre de solemnidad.

Pero ni siquiera así es capaz de mirar hacia arriba una escuadra de las trece barras que ni fue capaz de tumbar a un Sporting que pasa por ser uno de los peores equipos de la categoría. Incluso, los asturianos tuvieron la ocasión más clara del partido, con un balón al poste de Cop. Mientras, los verdiblancos se vieron inmersos en un continuo quiero y no puedo que disparó aún más si cabe las dudas en relación a un proyecto cuyas prestaciones están muy lejos de lo que se esperaba.

Aunque no sólo sobre el césped, donde se echa en falta calidad, actitud y alternativas a partes iguales. También en los despachos, que parecen estar preocupados solo en buscar excusas. Ya lo hicieron para justificar la esperpéntica destitución de Poyet, que, sorprendentemente, fue modélica desde su peculiar perspectiva de la realidad. Ahora, meses después y con el mercado invernal consumiendo sus últimos cartuchos, a ver qué se inventan para explicar por qué no se han podido resolver las carencias de una plantilla manifiestamente mejorable.

Entre tanto, el tiempo va pasando y poniendo las cosas en su sitio. Con una vuelta ya consumida, los diez primeros puestos de la tabla, esos a los que se decía aspirar en verano, continúan quedando lejos, resultando unos auténticos desconocidos para este Betis que, desgraciadamente, es más de lo mismo: mediocridad, frustración y buenas palabras que siempre se acaban quedando en papel mojado.

Restan 19 jornadas por delante para cambiar el final de la historia, aunque, visto lo visto, parece poco probable que vengan tiempos mejores. Las mejorías suelen ser efímeras por Heliópolis y, aunque lo pudiese parecer, definitivamente no hay mimbres para más de lo que se está haciendo. Otro fracaso va tomando forma y soñar con tiempos mejores quedan ya para otro momento.

De nuevo, la mediocridad campa a sus anchas por La Palmera, donde, al menos, se ve puntuar a un Betis al que desde que llegó Víctor Sánchez del Amo se le olvidó hacerlo a domicilio. ¿Y así se puede ser ambicioso? Una vez más, toca quitarse la venda y bajar los brazos antes de tiempo; no por dejar de luchar, sino porque se pusieron los objetivos tan altos que ni siquiera se puede aspirar a lograrlos cuando se necesita un estirón de por medio.