De hecho, más allá de los dos goles, los coruñeses apenas pusieron a prueba a Adán, aunque lo mismo puede decirse de los verdiblancos, que se hartaron de tener la pelota en sus pies, pero sin crear nunca peligro. Sobre todo en el segundo tiempo, cuando las imprecisiones, la ansiedad y el cansancio tras dos partidos en menos de una semana aparecieron en escena. Eso dio aire a los visitantes, que sacaron petróleo de cada ocasión de la que dispusieron para subir los tres puntos a su casillero.
Si se tiene el balón pero no se sabe qué hacer con él, todo lo demás pierde su sentido. Sobre todo cuando Jorge Molina y Rubén Castro no tienen su mejor noche, Van der Vaart protagoniza un calamitoso debut coronado para más inri con una espantada tras lesionarse (anda que también iba a tirarse al suelo el holandés para perder tiempo o esperar hasta que entrase alguien por él) y Joaquín, principal argumento ofensivo del equipo, está asfixiado casi desde antes del descanso. Cierto es que la salida de Ceballos dio algo de oxígeno al equipo, pero sin que éste diese jamás la impresión de saber cómo meterle mano a un Deportivo que ganó haciendo lo justo.
Con todo ello, el Villamarín asistió al primer petardazo de la temporada, ante un rival directo en la pelea por la permanencia y que supo leer muchísimo mejor el partido que los verdiblancos, que sólo se parecieron al equipo que ganó a la Real Sociedad y al que empató en Mestalla durante algunas fases del primer tiempo. El resto del partido, los heliopolitanos fueron un conjunto vulgar, previsible y sin chispa al que apenas pudo ayudar la entrada en el campo de Ceballos, cuyo efecto, para colmo, se diluyó con el paso de los minutos.
Así las cosas, y con un Deportivo que se mostró casi infalible de cara a puerta, se rompió el gran inicio liguero de un Betis que había dado la cara ante equipos que, teóricamente, no eran de su ‘Liga’, pero que no estuvo a la altura frente a un igual. Sea como fuere, el calendario parece apiadarse de la escuadra de las trece barras, que en nada tendrá que afrontar su visita a El Molinón, donde se medirá a un Sporting que, pese a la gran amistad que existe entre las hinchadas, no va a regalar absolutamente nada a los pupilos de Pepe Mel, obligados a mejorar cuanto antes para olvidar su última derrota, haciendo borrón y cuenta nueva.