Los jugadores del Real Betis celebrando el gol al VillarrealAnte el Villarreal, sin buen juego, pero con mucho oficio. Así logró el Betis su segunda victoria liguera de la temporada en un partido que, con independencia del resultado, no pasará a la posteridad por su vistosidad.

No obstante, en esta ocasión los verdiblancos sí supieron administrar el tiempo y su ventaja en el luminoso, sin pasar excesivos apuros pese a que el rival apretó en el segundo acto en busca del empate.

Pero esta vez, a diferencia de lo que ocurrió en San Mamés, el equipo acertó eligiendo la opción de replegarse. Porque al poco de iniciar el segundo acto, tras la entrada de Nacho y con Dídac ejerciendo de extremo izquierdo, Nosa dejó su posición de falso interior para volver al centro, junto a Lolo Reyes, diseñando un 1-4-2-3-1 que en lugar de querer hacerse fuerte en la medular, como durante los primeros 45 minutos, se limitó a esperar atrás a su rival, intentando hacerle daño en rápidas salidas a la contra.

Y si a eso le unimos que el Villarreal no estuvo acertado a la hora de hincarle el diente a los verdiblancos y que tanto Guillermo Sara como los centrales, Paulao y Amaya, volvieron a completar un partido sin errores, la ecuación del triunfo heliopolitano sale sola, arrojando además otras lecturas complementarias.

Por ejemplo, que Lolo Reyes sigue creciendo a pasos agigantados. Porque frente al ‘Submarino Amarillo’ el chileno no sólo estuvo impecable en el trabajo de contención, sino también en las ayudas a la zaga, sobre todo en el primer acto, en las que se prodigó bastante y siempre con acierto.

De igual modo, la temporada de Matilla sigue siendo para enmarcar. El quereño volvió a ejercer a la perfección como ‘hombre-escoba’ en la parcela ancha, aportando su granito de arena para ayudar en la circulación de balón y oxigenando una línea en la que, por momentos, sobraron efectivos.

Máxime cuando Nosa, al que no se le puede negar su esfuerzo durante los noventa minutos, cayendo a ambas bandas y marcando incluso el gol de la victoria, no paró de irse hacia el centro, algo que, unido a que Dídac todavía no está al cien por cien y apenas sumó en ataque por la izquierda, hizo que por momentos hubiese demasiada gente en el centro del campo y que el equipo tuviese dificultades para organizarse.

Mientras, Vadillo sigue como en el colegio, progresando adecuadamente, si bien se espera tantísimo de él que parte de la grada le exige demasiado y nunca está contenta con lo que hace. Algo parecido ocurre con Verdú, que se fue entonando con el paso de los minutos, pero que, en cualquier caso, sigue lejos de su mejor versión.

Y, arriba, Molina volvió a desfondarse, haciendo ese trabajo sucio que tan poco luce sobre todo a los delanteros, abriéndole espacios a sus compañeros y moviéndose sin descanso en busca de balones que pocas veces le llegaron. Sin duda, el de Alcoy es quien más ganas tiene de que vuelva Rubén, sobre todo para contar con un socio a la hora de repartirse las funciones en ataque.

Con todo ello, se fue cociendo a fuego lento una victoria que eleva a 8 el número de puntos en el casillero bético y que da algo de tranquilidad tanto al vestuario como a la afición. Un triunfo que llegó gracias a que el equipo, esta vez sí, supo fajarse para defender su ventaja en el marcador, tirando de oficio y casta para contener al rival mientras el cronómetro avanzaba y dictaba sentencia.

Ahora, toca volver a saborear las mieles europeas ante el Rijeka, contra el que se jugará teniendo hechos los deberes en la competición doméstica, esa que, como dijo Mel, es la que da de comer y en la que, como quedó bien claro el domingo, hay veces en las que sin deslumbrar también se gana.


J. Julián Fernández