Por ocasiones y sensaciones no hubiera sido extraño que los verdiblancos hubieran sumado algún punto.
Una idea que, además, acrecienta el momento en el que llegó el gol de Isco que supuso el 2-1 definitivo.
En cualquier caso lo que el Betis demostró en su estreno liguero es que mantiene las señas de identidad que han acompañado la era de Pepe Mel en el banquillo verdiblanco las tres últimas temporadas. Los heliopolitanos volvieron a ser un equipo con un plan claro, atrevido en el campo, con buen gusto con el balón en los pies y al que no le importó el rival que tenía delante. Nada menos que el Real Madrid y en su estadio.
Eso de mantener el patrón de juego y a estas alturas de la temporada tiene la dificultad añadida de la tremenda variación de la plantilla que ha sufrido el Betis durante el verano. Más de medio equipo nuevo y perduran las señas de identidad que le han hecho crecer año a año desde que Mel aterrizó en el Villamarín
Cuatro futbolistas nuevos -Andersen, Verdú, Cedrick y Juanfran más el regreso de Matilla- presentó el once inicial del Betis en Chamartín.
Sin embargo, el equipo mantuvo las características de juego de los últimos tiempos y firmó un estreno muy prometedor, especialmente en la primera parte.
Es verdad que sus fichajes se hicieron a conciencia para que encajaran dentro de la idea de juego de Mel, tal y como ha reconocido el propio técnico en alguna ocasión. El caso es que algunos de ellos como Verdú y Cedrick mostraron unas extraordinarias credenciales en su primer partido con la elástica verdiblanca.
Los primeros 45 minutos mostraron la mejor versión de un Betis que mereció más premio que el empate al descanso. El primer remate de Molina, el cabezazo de Nosa al larguero, y la ocasión fallada por Verdú, al margen del penalti no señalado a Cedrick, dan muestra de lo cerca que estuvo el equipo de hacer el segundo tanto. No lo hizo y sí llegó el empate del Real Madrid.
A pesar de que siguió intentando jugar con la misma personalidad en la segunda mitad el Betis fue bajando sus prestaciones tras el descanso. Aquello de tanto perdonar, y más ante un rival de la talla de los blancos, lo acabó pagando el cuadro bético que también tuvo un par de opciones para marcar en la segunda parte.
La derrota, previsible por escenario y rival, dejó una extraña sensación de oportunidad perdida por lo sucedido. Sin embargo sirve para evidenciar que más allá de los cambios en la plantilla, el nuevo Betis sigue siendo el mismo equipo con personalidad, descarado y con un plan de juego definido. Una primera sensación esperanzadora para la recién estrenada temporada.
Javier Carbonero