Un debut soñado.

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Ser bética a muchos kilómetros de donde se encuentra la cuna del beticismo no es nada sencillo. Desde que tengo uso de razón no me he apartado de ellos ni he dejado de animarlos, y puede parecer raro sin tener descendencia bética en la familia, pero mi madre me ha contado miles de veces que me uní a esta locura gracias a la figura de Joaquín con apenas 4 años y que desde entonces no me apartaba ni un día del televisor, incluso recalcando que cuando perdíamos era imposible el consolarme.

Y es que me siento muy orgullosa de formar parte de esta locura llamada Betis, pero en estos 25 años siempre he tenido la espinita clavada de no haber podido aun ir a verlos jugar un partido en directo. Sin embargo, el domingo pasado por fin conseguí cumplir uno de mis mayores sueños, animar desde la grada al equipo de mi corazón.

He visto miles de veces por televisión o redes sociales previas, recibimiento del equipo, gradas repletas de béticos, pero nada como vivirlo para empaparte de lo que realmente es el Betis. Y es que Betis es ir andando por todo el día por una ciudad movida por los colores verdiblancos, pero dándote cuenta que ese día el verdiblanco que abundaba por todos los rincones era el del equipo visitante. Betis es vivir una previa con un grupo de “locos” o “borrachos”, como les gusta llamarnos, que no dejaban de cantar ni divertirse. Betis es vivir un recibimiento de los autobuses con el humo verde de las bengalas y los cánticos de los nuestros que eclipsaban los abucheos de los aficionados del Elche.

Vivir todo eso ya te hace ver por qué, a pesar de la distancia, no te quieres alejar nunca de este sentimiento. Sin embargo, esto solo fue el inicio de un día inolvidable. Entrar al campo con los compañeros béticos de la peña bética de Elche, mirar a los lados y ver toda la zona visitante repleta de banderas y camisetas verdiblancas te hace sentir como si estuvieras viviendo un partido en el propio Villamarin sobre todo cuando todos nos sincronizábamos para que nuestros canticos retumbaran en todo el estadio. Cantar el himno por primera vez junto a los tuyos es una sensación difícil de describir si no lo has vivido. Creo que resulte bastante difícil tener un estreno mejor sinceramente. El equipo acompañó con un gran juego y resultado, al igual que todos nosotros nos dejamos la piel para demostrarles que a pesar de la mala racha contaban con todo nuestro apoyo incondicional desde el minuto 0 hasta el 94 que no dejamos de cantar.

Lo malo ahora es que cuando pruebas esto, no quieres dejar de vivir esta sensación semana tras semana. Espero que pronto pueda volver a empaparme de todo este ambiente y de esta familia llamada Betis.