Recontracrónica. Béticos sin apellidos

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2 - 0
Tiempo completo
Willian José 7'
1-0
Ayoze 64'
2-0
Colegiado: Ortiz Arias
VAR: Jaime Latre

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Hoy domingo me he encontrado a Ricardo en el gimnasio. Inmediatamente, hemos hablado del partido de ayer, de la vuelta de Fekir, de las diabluras de Ayoze. Lo que suelen hacer los béticos, ya tirando a viejunos, cuando se encuentran.

Pero Ricardo es alguien más que un bético viejuno para mí. Ricardo es un bético sin apellidos ilustres que dio el paso en momentos muy difíciles para el Betis, de esos que ahora se lo cuentas a los béticos nuevos y no lo creerían.

Ricardo, junto con otros muchos béticos sin apellidos, alzaron la voz contra lo que creían que era una nefasta forma de llevar el Betis, alzaron la voz cuando eso era sinónimo de ser antibético.

Las circunstancias para llegar a ese punto no fueron espontáneas, sino el cúmulo de muchos desmanes que empezaron en la misma constitución de nuestra sociedad anónima deportiva, aquella a la que muchos béticos arrimaron sus ahorros para salvar a su Betis.

Y Ricardo dio el paso que era muy difícil dar, encabezar la primera asociación de accionistas minoritarios que, pese a ser catalogados como cuatro gatos, removió los cimientos del Betis para sacarlo del siglo pasado y llevarlo a ser algo más de los béticos.

Ricardo, como muchos béticos, lo pasaron mal por defender la justicia para el Betis, muy mal, y la gran mayoría de esos béticos sin apellidos, tras realizar un esfuerzo mayúsculo para torcer el pulso a un gigante, volvieron a ser béticos anónimos. De los que ahora te encuentras en un gimnasio, recordamos batallitas y sonreímos.

El partido de ayer, la noticia que pasó así como de puntillas de que el Supremo, reconoce que el entonces máximo dirigente del Betis no pagó por 36.869 acciones con las que gobernó la entidad desde 1992 hasta 2010, es un antes y un después, o un después y un antes, de todo un movimiento de miles de acciones representadas por miles de béticos para lograr que un máximo dirigente no tenga como capricho el monopolio del amor al Betis de los béticos.

Escucharemos muchos ilustres apellidos siempre ligados al Betis, pero nunca dejaré de recordar a todos aquellos béticos anónimos reunidos en una asociación que dieron el paso sindicando sus acciones para lograr que el Betis esté ahora donde está y, al mismo tiempo, sirva de ejemplo a los dirigentes del futuro que los béticos, lejos de poder ser cuatro gatos, hemos sido capaces de hacer caer grandes torres si, además, éstas se han asentado en mentiras.

Bien haría el Betis en recordar toda su historia, compilarla y hacerla comprender. Yo me conformo con recordar, con Ricardo como excusa, a todos los que unieron voluntades verdiblancas para cambiar los vientos de la nave bética

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