Cabe imaginar que cada uno es de su padre y de su madre, que podemos tener ideas, ideales o ideitas, pero es tan cansino esperar al final del partido del Betis, y gane o pierda, pues ganando quieres compartirlo y perdiendo o empatando buscas un poco de compañía bética y te encuentras los furibundos PROS y CONTRAS, de forma continua. Si de verdad el Betis tuviese cuevas, a este paso y con tanta supuesta entrada y salida, Sevilla Este ya tendría metro.
Mis jugadores, mi club y, para bien o para mal, mí técnico. Es lo que tenemos de aquí a final de temporada y lo que venga luego. No voy a defender a Setién de lo indefendible, que ya incluso pide disculpas, y tampoco le voy a insultar de forma salvaje en cuanto Joaquín no haga un buen pase. Y de todo esto estoy viendo de forma continua.
Es muy difícil pedirle a la gente que eche el balón al suelo, ni lo voy a intentar, me lo cuento a mí mismo y con ello me consuelo. Esperaré al próximo partido con las ganas de ver algo grande y con el pellizco de no ver el fantasma de Leganés, miraré a la banda como quien mira al recogepelotas, allí andarán. Quiero ver a Laínez haciendo diabluras, a Canales lanzando asistencias o a Sergio León, sí, a Sergio, peleando balones y, si puede ser, marcando.
Para mis adentros dejaré los exabruptos cada vez que se falle un gol o abusemos, sí, del tikitaka, pero los que están ahí, 90 minutos, son los nuestros.
Mientras, ya no sé qué me da más coraje cuando entro en las redes sociales, que gane o que pierda el Betis (obviamente, que gane hasta cogiendo el avión). Pero da coraje.