Lo que no se mide, no se puede mejorar. CA Osasuna – Real Betis

“Lo que no se mide, no se puede mejorar. Lo que no se mejora, se degrada siempre”. Esta frase, atribuida al reconocido físico y matemático británico William Thomson Kelvin, es, en esencia, una declaración que destaca la importancia de la medición y la evaluación como pasos cruciales en cualquier proceso de mejora.

Datos, métricas, estadísticas… Lo que no se mide no puede evaluarse, es por ello que jugadores y entrenadores están sujetos a una profesión que requiere máxima planificación, control del detalle en metodología y minimizar el error dentro de la aplicación tecnológica. Les genera la estabilidad y seguridad necesarias para poder medir los progresos, evaluar rendimientos y acercar el triunfo. Es un entorno en el que se anticipan escenarios y, tras los partidos, se planifican desarrollos.

Pero, ¿es eso el fútbol? Considero que no, que hay intangibles durante el partido que, más que medirse, deben saber interpretarse en el momento. Es saber leer el juego. Es entender que la adaptabilidad es un elemento esencial en la vida y en el fútbol actual. Los jugadores que se sepan adaptar estarán más cerca de competir y, a veces, les dará más opciones de aprovechar las oportunidades de ser titulares.

Se entiende por adaptabilidad “la capacidad de ajustarse y responder de manera efectiva a los cambios en el entorno del partido  y a las situaciones imprevistas, ya sean tácticas o técnicas, del rival o del propio equipo. Esta habilidad implica la flexibilidad mental y la capacidad de cambiar de rumbo del juego  cuando las circunstancias lo requieren”.

La realidad de la competición provoca desde sorpresas agradables en forma de debut de algún canterano, pasando por imprevistos en entrenamientos en ventanas internacionales, accidentes en forma de lesión… todos estamos sujetos a esa suerte.  Personalmente, intentar desarrollar una mentalidad que afronte los inconvenientes no como problemas, sino como opciones de encontrar nuevas oportunidades, me parece un enfoque que huye de la victimización y las excusas para abrazar la valentía y la visión de futuro.

No es la capacidad de adecuación y aclimatación para encontrar soluciones o aprovechar el momento lo que diferencia los tipos de profesionales. Es adaptarse para competir. Es la respuesta a lo que surja lo que determina nuestra personalidad. Es ese juego de calle, de plazuela sin complejos y sin horarios más allá de la certera llamada de la cena. Es fútbol. Los aficionados detectan rápido a esos jugadores que, ante la duda, apuestan por el valor, el coraje y la intrepidez de dar un paso adelante y decir “aquí estoy yo”.

Contar con profesionales que, desde la humildad, tengan la capacidad de adaptarse a las vicisitudes del partido y de la competición para competir cada partido como una oportunidad de alcanzar la excelencia, es una magnífica suerte.

Hay partidos y momentos de las temporadas en los que, por resultados y lesiones, se pone el foco en los problemas. Donde los datos reflejan que se debe ser pesimista. Donde las excusas están al servicio de la estadística. Tal vez sea ese el mejor momento para dar un paso al frente y adaptarse con valor al reto que se presenta. Volver al fútbol. Volver al juego de calle para adaptarse y usar la osadía, la audacia, el atrevimiento y el orgullo que se demuestran a diario pero que es en los partidos donde se afrontan sin miedos y sin complejos.

Jesús Botello.

Profesor RFEF

Escritor “Liderazgo Pellegrini”, “El estratega” y “Scouting Deportivo”.