¿Quién necesita ganar el derbi?
Es una pregunta casi retórica, pues tengo la respuesta muy clara. El Betis, nuestro Betis, llega después de muchas temporadas con los deberes hechos, con fuelle y fútbol para disfrutar y hacer disfrutar a esos miles y miles de béticos que saben lo que es el amargor de llegar a los Betis-Sevilla con el miedo metido en el cuerpo, con ganas de no ver el partido, con la espera de un milagro en forma de goles.
Que se diesen las carambolas servía para muchas cosas, pero sobre todo para esconder temporadas aciagas, y ni aun así.
Pero esta temporada, la de ahora, en la que estamos, ESTAMOS. El Betis ha hecho un temporadón, a pesar de las sombras allá por noviembre donde, todo hay que decirlo, ni jugadores ni afición veíamos lo que quería enseñarnos Setién. Pero aquí y ahora, como airete de una escuadra con Serra de admirante, el Betis funciona como un reloj en una temporada en la que los béticos pediríamos diez partidos más para acabar segundos o terceros.
Quizá por eso, por todo lo vivido, por todo lo sufrido, por todo lo que creímos que no veríamos y vemos, fútbol sin balonazos, jugadas trenzadas donde no había un pase, trabajo y ambiente donde era irrespirable, es por lo que casi que el derbi me parezca un partido para disfrutar y no el partido que salve una temporada. El Betis, este año, no necesita ganar el derbi para justificarse, quizá para asegurar la quinta o sexta plaza, pero no le va más que ganar para seguir disfrutando.
Y en ello estamos.