Llegó el día. Llegó el momento de bajarse en esa última parada de un tren llamado Tercera División. Esa parada que definiría el destino del Betis Deportivo y del Ciudad de Lucena. Uno de ellos se volvería a subir a ese mismo tren y otro cogería el siguiente para vivir la experiencia en Segunda División B. Así se decidió. El color verdiblanco adquirió un tono bronceado y un billete para comenzar un nuevo viaje en otra categoría, mientras que el Ciudad de Lucena, un rival digno, tendrá que seguir probando suerte en el Grupo X del que se despiden los de Manel Ruano.
El partido comenzó con un claro reflejo de lo que se jugaban ambos conjuntos. Muchos nervios, pero, a la vez, mucha seriedad puesta en esta final tan decisiva. Esos nervios le condenaron primero a los verdiblancos, que, por un error de Carlos Marín, sufrieron el primer tanto del cuadro cordobés. Mareo no perdonó ese fallo y adelantó a los suyos en el electrónico. El Ciudad de Lucena empezó con una solidez defensiva tremenda, lo que incomodó mucho al Betis Deportivo durante los primeros minutos. Sin embargo, acabaron cambiándose las tornas. Es cierto que el juego estuvo muy ralentizado por las continuas faltas, pero eso no fue excusa para que el filial bético, que, después de mucho buscarlo, consiguió mezclar la inteligencia de Rodri, un gran centro de Baena y un testarazo de Raúl -prácticamente solo en el área- para establecer esas tablas que demostraban la igualdad de los primeros 45 minutos.
En la segunda parte, el Betis Deportivo salió mucho más concentrado y buscó la remontada. Aunque a los de las trece barras les servía el empate, en los dos encuentros salieron a ganar. Y lo consiguieron. Muy bien plantados, cerrando espacios ante un Ciudad de Lucena que no bajó los brazos, pero que, con el paso de los minutos y sus pocas posibilidades, se fue desinflando. El protagonista del duelo, Raúl, fue el que se colgó la mayor medalla de bronce. Su segundo gol llegó después de una caída en el área, en la que reaccionó pronto, se levantó y le arrebató el balón al guardameta Javi Cuenca para batir de nuevo su portería. No conforme con eso, completó el hat trick después de una gran carrera con la que encaró al portero, un defensa logró sacar el balón y el killer se lució en el rechace. Una vez cumplió, entró Mizzian en su lugar y se unió a la fiesta con una internada por banda derecha que puso la guinda al pastel.
La emoción de esos últimos instantes de duelo, más los nervios conforme pasaban los segundos para el pitido final, no dejó muchos detalles más, pero sí una celebrada recompensa a un gran trabajo. El Betis Deportivo, tras brillar en otro encuentro más, consigue ese ansiado sueño que llevaba tanto tiempo persiguiendo. Ahora, el filial de Heliópolis es equipo de Segunda B, algo indispensable para seguir creciendo y madurando para que sus pupilos cuenten con oportunidades en el primer equipo. Esto es solo el principio de algo grande.
Ficha técnica