El nuevo Betis.

Una vez que ha terminado el mercado y los equipos tienen cierta tranquilidad puede ser el momento para hacer una pequeña valoración sobre El Real Betis balompié.

Siguiendo los consejos de Luis Aragonés, podemos resumir la importancia de las demarcaciones a la columna vertebral de un equipo; serían el delantero centro, el mediocentro, el central y el portero. En este caso, el Betis tiene caras nuevas en tres de esas cuatro posiciones tan relevantes.

Como muchos equipos esta temporada, han llegado y han salido profesionales de la plantilla. Daría para hacer una valoración muy amplia sobre las estimaciones futuras, algo muy normal en los medios de comunicación, pero en este caso me gustaría abordar lo que conlleva la reestructuración de ese carril central de juego. Sin hacer comparaciones, porque considero que cada jugador es diferente y el entorno en el que desarrolla su actividad es cambiante, podemos vislumbrar algunos aspectos tácticos, técnicos y de liderazgo.

El primero de los nombres propios sería Diego Llorente, un futbolista con experiencia al que no le asustan los duelos lejos de la zona de seguridad de un defensa, lo que le permite ser muy agresivo saltando a la presión de los delanteros rivales (3.67 balones disputados por partido en Liga). Ha demostrado ser expeditivo y agresivo cuando el partido lo ha necesitado y, ante la ausencia de un futbolista de contención por delante suya, está destinado a ser el jugador que realice faltas tácticas de ser necesarias (1.33 faltas por partido en Liga). Un muro bético para detener la ofensiva adversaria.

En un equipo que va a jugar mucho tiempo en campo contrario se necesita un líder capaz de cortar las carreras de los puntas y establecer dónde se detiene la línea del fuera de juego. Podríamos decir que es el futbolista llamado a establecer “el orden” dentro del “caos organizado” del Betis, ese dique defensivo capaz de soportar la rigidez táctica permitiendo que otros jugadores desarrollen el caudal de su talento ofensivo. “El muro” demuestra una concentración constante para mantener la competitividad extrema necesaria en el alto rendimiento.

El segundo de los nombres propios es Giovanni Lo Celso. Un viejo conocido de la parroquia verdiblanca que en sus orígenes fue medio centro, evolucionando a zonas más ofensivas y adquiriendo una versatilidad en todo el frente del ataque. A priori, tiene todo lo necesario para adecuarse perfectamente a la manera de jugar del Betis de Pellegrini basada en el “caos organizado”, un estilo de juego que prioriza la libertad del futbolista creativo permitiendo intercambio de roles constantes.

Es dentro de esta manera de jugar donde el argentino puede aportar más ruptura de líneas mediante pases filtrados, algo que unido a la conducción del balón para sortear rivales puede demandar el equipo de las 13 barras ante defensas pobladas. Las transiciones y las contras serán fundamentales en este nuevo Betis más versátil y veloz, por lo que la calidad del pase al jugador que se desmarque se antoja fundamental.  No se le debe exigir gol a Lo Celso, aunque sí el estar cerca del área rival para poder asistir a los compañeros, una de sus principales virtudes. Está llamado a ser el conector de juego, de uso necesario para establecer una relación fluida, organizada y coherente entre “defensa-centro del campo” y entre “centro del campo-delantera” siendo el intérprete que favorezca la lectura táctica y la eficaz comprensión del partido.

El tercero de los jugadores es Vito Roque en su demarcación de delantero centro. El depredador. Dentro del amplio registro que tiene como jugador ofensivo, va a ser interesante calibrar su aclimatación al Betis. Más que reencontrarse con su fútbol, se percibe que busca reencontrarse con la felicidad de sentirse importante y querido en un ambiente que le proteja. Entender que su talento viene de la mano de la juventud y que la paciencia multiplicará su rendimiento se antojará vital en los primeros meses.

Es un futbolista que tiene la capacidad de asociarse en posiciones de mediapunta para salirse de la marca de los adversarios, aspecto fundamental para un Betis que en el “caos organizado” busca la desorganización del bloque bajo rival. Al alejarse de la portería oponente no solo dará calidad a la jugada, sino que además generará los espacios para explotar su velocidad de desmarque y atacar la espalda del rival que abandonó la zona para perseguirlo, tal vez la herramienta más importante para un Betis que necesitará las transiciones.

Pero tal vez la gran diferenciación del jugador brasileño esté en la pausa que tiene en el área adversaria, una tranquilidad natural para decidir bajo presión la mejor opción para el equipo, siendo capaz tanto de asistir a un compañero como de definir de distintas maneras.

Un nuevo Betis, en definitiva, que desde la columna vertebral del equipo multiplicará la versatilidad de rendimiento del caos organizado, siendo capaz de proponer tanto un fútbol asociativo con el juego interior como de la verticalidad veloz del juego exterior, siendo ambos modelos sujetados por el orden táctico.