[LEFT]El 4 de diciembre de 1977 se produjo en Andalucía la mayor manifestación de toda su historia, en sus ciudades y pueblos cientos de miles de andaluces, de diferentes tendencias ideológicas, se echaron a la calle para reivindicar el papel de Andalucía en el nuevo diseño político del Estado que se estaba construyendo, tras la muerte de Franco.La ponencia que redactaba el borrador de la Constitución contemplaba la existencia de las llamadas nacionalidades históricas, considerándose como tales a aquellas que, durante la II República, habían elaborado un Estatuto de Autonomía que, refrendado popularmente, hubiera sido sancionado por las Cortes. En esas condiciones estaban Cataluña, el País Vasco y Galicia cuando comenzó la Guerra Civil. Esas serían, según el borrador del texto constitucional, las nacionalidades históricas y, en consecuencia, las que accederían a la autonomía, tal y como se contemplaba en dicho borrador. Ese modelo de Estado satisfacía las aspiraciones de los nacionalistas catalanes y vascos y, en menor medida, de los gallegos. Era el acuerdo alcanzado por la Unión de Centro Democrático, el conglomerado de partidos que dirigía Adolfo Suárez y gobernaba España, el PSOE del dúo González-Guerra y los nacionalistas catalanes porque los vascos mostraban reticencias, al no haber un representante del PNV en la ponencia constitucional. Lo que estaba diseñándose era una España de dos velocidades.En esa coyuntura política Andalucía —la mayor y más poblada región de España— alzó la voz y se materializó en aquella manifestación del 4 de diciembre que tuvo, políticamente hablando, los efectos de un huracán. Andalucía exigía a voz en grito igualdad de trato con las llamadas comunidades históricas —el Estatuto andaluz, elaborado en las sesiones celebradas en el Círculo de la Amistad de Córdoba en 1933, iba a someterse a referéndum en septiembre de 1936—. Aquel 4 de diciembre se inició una cadena de acontecimientos que desarbolaron el diseño previsto y sus consecuencias podemos sintetizarlas en una expresión que hizo fortuna en aquella época: «Café con leche para todos». La España de las dos velocidades, la deseada por nacionalistas catalanes y vascos, con la anuencia de la UCD y un amplio sector del PSOE, quedó desarbolada y el resultado fue el llamado Estado de las Autonomías, que frenó en seco aquellos planteamientos, sobre todo a partir de la vorágine provocada por el referéndum del 28 de Febrero de 1980.Asistimos a un nuevo rediseño del modelo de Estado en la línea deseada en la transición por catalanes y vascos, pero Andalucía está anestesiada. A los jóvenes andaluces nada les dice la fecha del 4 de diciembre. Entre otras razones porque el PSOE desde las instituciones que ha controlado desde hace tres décadas, ha tratado de borrar tan significativo día que marcó un antes y un después en la llamada Transición Política. Hoy, cuando por mor de las ocurrencias de Zapatero, se está construyendo la España de dos velocidades ansiada por nacionalistas catalanes y vascos al calor del nuevo diseño de estatutos de autonomía, no parece que en Andalucía haya ninguna fuerza capaz de hacer frente a la nueva situación. Los andaluces estamos más interesados en seguir las vicisitudes de la duquesa de Alba nuevamente casada.
[/LEFT][RIGHT]JOSÉ CALVO POYATO. ABC
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