Regresa Andreu Buenafuente a Twitter después de dos semanas de exilio voluntario. El presentador se marchó de un portazo, harto del chaparrón de críticas que le cayó a cuenta de la entrevista, complaciente a juicio de muchos internautas, que le hizo en su programa (La Sexta) a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde. «No pienso aguantar juicios faltones después de 21 años haciendo programas en libertad. Los exaltados podéis piraros si queréis». Y viendo que no se iban, lo hizo él. Ayer, regresó y entró por la puerta grande, poniendo los puntos sobre las íes, con un manifiesto que tira de las orejas a los tuiteros faltones y abomina de las redes sociales y del periodismo, que ha sufrido «una decadencia errática», dice.
«Hay que mover más el culo y menos el ratón del ordenador». Y la frase bien podría valer de slogan de su alegato, colgado en su web. No es fruto del cabreo, sino de la reflexión. Cuenta Andreu que estos días de vacaciones ha estado «pensando un poco» y ha llegado a la conclusión de que «las redes sociales son importantes pero no el centro del universo» y que la libertad de expresión «está por encima de todo y de todos».
Tiene el catalán casi 400.000 seguidores en Twitter, pero no le quitaría el sueño que fuesen menos. «Seguir a alguien en una red social no debe ser sinónimo de acoso o coacción», aunque todavía le queda fe en el género humano: «Hay más gente buena que mala. Yo trabajo para los buenos». A los que se amparan en el anonimato para insultar, Andreu les llama «cobardes» -«los que me atacan no me conocen ni yo los quiero conocer»- y lamenta que con tanto 'clic' «se nos ha acabado la paciencia, las ganas de escuchar, debatir y enriquecernos. Nos vale con el ruido, el nuevo opio para estos tiempos encabronados».
Y silenciosa, desde luego, no es la red. Termómetro de lo que se habla y se comenta, hoy la sobremesa ya no se hace en torno a un café, sino delante de la pantalla. Twitter aleja pero también acerca. Y los famosos, tan celosos por lo general de su vida privada, se han entregado a corazón abierto, sin calibrar las consecuencias. Algunos no pasan sin dar los buenos días a sus fans, anuncian sus conciertos, sus programas, sus estrenos... Claro que luego está lo otro, la mofa y la crítica. A Buenafuente le pusieron a caer de un burro por la entrevista a Sinde, Jordi González acabó pidiendo perdón por soltarle a una tuitera eso de 'telebasura, tu **** madre, guapa' y a Bisbal se le quitaron las ganas de ir de bienintencionado.
«No tragamos»
Ve el cómico catalán mucha mala leche encerrada en 140 caracteres. Que no está mal, pero desaprovechada para su gusto. «Haríamos bien en salir a la calle, movilizarnos y decirles a los culpables de la crisis que no tragamos», no vayamos a acomodarnos en la crítica on-line y convertirnos en «una red de ociosos burgueses quejicas e intolerantes». Y sigue disparando, ahora contra los medios de comunicación -«la nueva censura son los intereses empresariales de las empresas de comunicación»-, y los periodistas, «embobados con las redes. Utilizan las 'entradas' como noticias y no se molestan en confirmar o documentar. Una prueba más de la decadencia errática de la profesión».
Seamos un poco más selectivos, recomienda Andreu en un manifiesto que ya tiene muchas adhesiones en Twitter (y críticas). Y pone fin al alegato con una sana recomendación: «Mejor un buen arroz con los amigos de verdad en lugar de dos horas en internet».
Buenafuente: «Mover más el culo y menos el ratón». Ideal
«Hay que mover más el culo y menos el ratón del ordenador». Y la frase bien podría valer de slogan de su alegato, colgado en su web. No es fruto del cabreo, sino de la reflexión. Cuenta Andreu que estos días de vacaciones ha estado «pensando un poco» y ha llegado a la conclusión de que «las redes sociales son importantes pero no el centro del universo» y que la libertad de expresión «está por encima de todo y de todos».
Tiene el catalán casi 400.000 seguidores en Twitter, pero no le quitaría el sueño que fuesen menos. «Seguir a alguien en una red social no debe ser sinónimo de acoso o coacción», aunque todavía le queda fe en el género humano: «Hay más gente buena que mala. Yo trabajo para los buenos». A los que se amparan en el anonimato para insultar, Andreu les llama «cobardes» -«los que me atacan no me conocen ni yo los quiero conocer»- y lamenta que con tanto 'clic' «se nos ha acabado la paciencia, las ganas de escuchar, debatir y enriquecernos. Nos vale con el ruido, el nuevo opio para estos tiempos encabronados».
Y silenciosa, desde luego, no es la red. Termómetro de lo que se habla y se comenta, hoy la sobremesa ya no se hace en torno a un café, sino delante de la pantalla. Twitter aleja pero también acerca. Y los famosos, tan celosos por lo general de su vida privada, se han entregado a corazón abierto, sin calibrar las consecuencias. Algunos no pasan sin dar los buenos días a sus fans, anuncian sus conciertos, sus programas, sus estrenos... Claro que luego está lo otro, la mofa y la crítica. A Buenafuente le pusieron a caer de un burro por la entrevista a Sinde, Jordi González acabó pidiendo perdón por soltarle a una tuitera eso de 'telebasura, tu **** madre, guapa' y a Bisbal se le quitaron las ganas de ir de bienintencionado.
«No tragamos»
Ve el cómico catalán mucha mala leche encerrada en 140 caracteres. Que no está mal, pero desaprovechada para su gusto. «Haríamos bien en salir a la calle, movilizarnos y decirles a los culpables de la crisis que no tragamos», no vayamos a acomodarnos en la crítica on-line y convertirnos en «una red de ociosos burgueses quejicas e intolerantes». Y sigue disparando, ahora contra los medios de comunicación -«la nueva censura son los intereses empresariales de las empresas de comunicación»-, y los periodistas, «embobados con las redes. Utilizan las 'entradas' como noticias y no se molestan en confirmar o documentar. Una prueba más de la decadencia errática de la profesión».
Seamos un poco más selectivos, recomienda Andreu en un manifiesto que ya tiene muchas adhesiones en Twitter (y críticas). Y pone fin al alegato con una sana recomendación: «Mejor un buen arroz con los amigos de verdad en lugar de dos horas en internet».
Buenafuente: «Mover más el culo y menos el ratón». Ideal
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