Mi historia es corta. Apenas dos meses. Pero muy intensa. La verdad es que siempre me he caracterizado por ser, resumiendo, un idiota. El típico personaje que algunos odian, que va de víctima por el mundo, que se cree que todo lo malo le pasa a él. Ese soy yo, ese es mi discurso. No lo puedo evitar. Y mira que sé que eso no está bien. Y mira que intento controlarme. Pero es que hay veces que no puedo, ****! Y no lo hago por ser el centro de atención, ni mucho menos. Realmente soy un tío muy sensible y todo me afecta demasiado.
Suelo ir por rachas. Hay una corta racha de relajación en la que no tengo problemas y soy feliz. Me río, salgo con mis amigos y me divierto sin preocupaciones, me emborracho porque sí, veo películas y las vivo a tope. Pero eso siempre acaba, y lo sé. Se que después de esa etapa tranquila, llega una vez más la miseria. Y uno traslada su cama a otra ciudad y empieza una nueva vida, lleno de ilusión y de esperanzas. Pero en esa nueva vida tiene que haber alguien esperando para fastidiar. Y hasta que me adapto a ello, estoy viviendo como aquellas rachas pasadas que tantos dolores de cabeza me dieron.
Parece que voy madurando. Pero eso es puro teatro. Está claro. He aprendido a controlarme y llevo mis miserias por dentro lo más que puedo. Pero es que hay momentos en los que me es imposible. Tras esta breve introducción, vayamos al tema en concreto:
Me enamorado. Siempre es ese el mismo **** problema. Y voy y tropiezo con la misma piedra one more time, como buen animal bípedo "pensante" que soy. Siempre es la misma piedra, pero cada vez tropiezo de una forma distinta. O al revés: siempre tropiezo igual pero la piedra cambia. Ya depende de cómo quiera cada uno interpretar la metáfora. El caso es que lo tuve claro desde el primer día. Llegué al lugar en el que iba a pasar muchas horas en adelante (lo que viene a ser la clase de la facultad) y eché un vistazo alrededor. Eché un vistazo a ver si veía a esa por la que iba a volver a tropezar una vez más, que ya son ganas.
No fue a primera vista, pero casi. Me gustó la primera impresión, pero no lo suficiente como para pirrarme. Pero la segunda impresión fue mejor todavía. Y a la tercera ya creo que estaba pirrado. Y aquí estoy con mi cara de lelo. Que además soy un dramático, porque ni siquiera he hablado apenas con ella y ya lo veo como un amor imposible. La veo tan lejos…
Tengo claro que está por encima de mí. Tiene una personalidad demasiado fuerte para lo ****** que soy yo. Es inteligente, es divertida, extrovertida, friki…lo tiene todo. Y yo no tengo nada de eso. Yo solo soy un friki de Tarantino y de lo mismo que mis amigos para integrarme. No soy tan inteligente aunque me esfuerce en serlo. No soy para nada divertido, o sí lo soy, pero no lo demuestro por culpa de la puñeterísima inseguridad. Esa inseguridad que hace que me bloquee cuando esta ella delante. Esa misma inseguridad que hace que gire la cabeza como un ********** cada vez que me sorprende mirándola. La inseguridad que hace que me ponga extremadamente nervioso cuando tengo que exponer un trabajo en clase, aunque los compañeros digan que no se me nota.
Además, tiene novio. Aunque desconozco si llevan mucho tiempo, si realmente está enamorada de él o si el novio es un mapache follacabezas. La cosa es que lo tiene porque habla de él. No conmigo, porque conmigo no habla. Pero ha hablado de él en alguna ocasión en la que, casualmente, yo me encontraba en el mismo grupo de personas que ella.
Y mis recaídas son cuando bebo. Ahí es cuando sale la miseria que llevo dentro. Una gran cantidad de alcohol en vena junto a una persona a la que considere de confianza, y que tiemble esa persona, porque me verá llorar. Primero fueron dos compañeros de clase con los que he cogido una buena amistad, hace unas semanas. Y la última vez fue este mismo sábado. Toqué fondo. Organizamos una barbacoa en la casa que tengo alquilada con otros cuatro estudiantes. Y, por supuesto, invité a los compañeros de clase con el único objetivo de que viniera Ella. Sólo me interesaba Ella. Y vino, para mi sorpresa. No pensaba que se me iba a presentar una oportunidad así y no estaba preparado para aprovecharla. Por lo tanto, no la aproveché.
Bebí mucho con la única intención de ganar seguridad y así poder hablarle. Craso error. Conseguí tener una pequeña conversación trivial de apenas dos minutos sobre su acento y la procedencias del mismo. Y ahí quedó la cosa. Y se fue, no conseguí que se quedara, no se me ocurrió nada. Y yo me emborrache. Y después nos fuimos todos de discotecas, pero yo ya estaba tocado y a casi nada de estar hundido. Volví a coger a una persona de confianza por banda y me tomé unas copas con ella mientras le contaba mi tragedia amorosa.
A partir de ahí, los recuerdos se convierten en imágenes sueltas sin un orden espacial ni temporal. Imágenes de dos de mis compañeros de piso aguantando mi borrachera. Imágenes de yo cayendo por las escaleras de una discoteca. Imágenes de mis compañeros, otra vez, cargando conmigo, y yo llorando desconsolado porque es un amor imposible. Imágenes de uno de mis compañeros metiéndome en la cama. Imágenes de yo, tirado en el suelo del baño, vomitando. Y una miserable y horrorosa imagen de yo despertando en el baño, a oscuras, tirado sobre mis propios vómitos. Ese es el resumen de aquel maravilloso sábado en el que mi intención era coger el puntito para perder la vergüenza y hablar con ella.
Y encima, el día de resaca, ese miserable domingo de resaca que todos borraríamos del calendario, me entero de algo trágico casi de rebote. Algo que se me estuvo ocultando pero que salió a la luz gracias a una persona ajena a todo este embrollo. Algó que hizo que la cabeza se me hinchara hasta casi reventar: mi compañero de piso, uno de los que cargó conmigo y me sostuvo entre sus brazos mientras lloraba desconsolado porque “estaba enamorado de Marina”, a la que él acababa de conocer, resulta que se lió con ella. Después de eso. Fue y se lió con ella. Y ella tiene novio. Y así se lo hizo saber según palabras de mi compañero. Y después de decírselo, le volvió a besar. Y yo no sé donde me voy a meter. He intentado olvidarlo. No hablé de ello con él, ni creo que lo haga. Seguimos siendo igual de compañeros y amigos que siempre. Y mi intención es que sigamos siéndolo. Pero yo estoy bastante dolido. No estoy cabreado con él, estoy dolido por las circunstancias. Y más cuando veo que gente a la que conoció en esa fiesta tiene mucha más confianza y amistad con ella que yo, que apenas he tenido el valor de hablar con ella de nada. De casi nada. Y la sigo viendo en clase todos los días, porque nunca falta. Y yo tampoco falto por verla a ella. Y a veces veo que me mira de refilón y me creo que puede darse la posibilidad de que a lo mejor ella se haya fijado un poco en mí. Y estoy escribiendo esto y todavía me imagino que me va a llamar por teléfono y me va a decir: “Yo también te quiero”. Y lo único que quiero es desahogarme con las personas que conocen mi secreto y que ya tuvieron que aguantarme en su momento. Y me doy un cabezazo en la mesa. Y me meto en la cama y me pongo a llorar. Y me imagino con ella y me creó que podría ser posible. Y me digo a mí mismo que no, que no tengo nada que hacer. Y vuelvo a llorar.
Nunca he escrito nada acerca de mis sentimientos. Esta es la primera vez que me desahogo de esta forma. Es una buena terapia, pero no me ha curado, lógicamente. Gracias a los que han leído mi texto aburrido, mal redactado y posiblemente con algún error gramatical e incluso ortográfico. Y gracias a quienes me han comprendido. Y mi más sincero apoyo a tod@s l@s que estén pasando por algo similar. No existe ninguna intención implícita en esto. Sólo quería desahogarme con un grupo de desconocidos y con la ventaja de que escribo tras un nick que me hace permanecer en el anonimato. O no, porque mucha gente ya conoce el nick que suelo usar en internet. Y si alguien que conozca esta historia lee esto, sabrá quién soy. Espero que eso no pase. O sí, a lo mejor eso soluciona algo. A lo mejor, en el fondo, incluso quiero que ella entre aquí y lo lea por casualidad, y se entere de esto. Y aquí estoy una vez más imaginándome cosas que sé que no van a pasar.
Gracias, buenas noches.
Suelo ir por rachas. Hay una corta racha de relajación en la que no tengo problemas y soy feliz. Me río, salgo con mis amigos y me divierto sin preocupaciones, me emborracho porque sí, veo películas y las vivo a tope. Pero eso siempre acaba, y lo sé. Se que después de esa etapa tranquila, llega una vez más la miseria. Y uno traslada su cama a otra ciudad y empieza una nueva vida, lleno de ilusión y de esperanzas. Pero en esa nueva vida tiene que haber alguien esperando para fastidiar. Y hasta que me adapto a ello, estoy viviendo como aquellas rachas pasadas que tantos dolores de cabeza me dieron.
Parece que voy madurando. Pero eso es puro teatro. Está claro. He aprendido a controlarme y llevo mis miserias por dentro lo más que puedo. Pero es que hay momentos en los que me es imposible. Tras esta breve introducción, vayamos al tema en concreto:
Me enamorado. Siempre es ese el mismo **** problema. Y voy y tropiezo con la misma piedra one more time, como buen animal bípedo "pensante" que soy. Siempre es la misma piedra, pero cada vez tropiezo de una forma distinta. O al revés: siempre tropiezo igual pero la piedra cambia. Ya depende de cómo quiera cada uno interpretar la metáfora. El caso es que lo tuve claro desde el primer día. Llegué al lugar en el que iba a pasar muchas horas en adelante (lo que viene a ser la clase de la facultad) y eché un vistazo alrededor. Eché un vistazo a ver si veía a esa por la que iba a volver a tropezar una vez más, que ya son ganas.
No fue a primera vista, pero casi. Me gustó la primera impresión, pero no lo suficiente como para pirrarme. Pero la segunda impresión fue mejor todavía. Y a la tercera ya creo que estaba pirrado. Y aquí estoy con mi cara de lelo. Que además soy un dramático, porque ni siquiera he hablado apenas con ella y ya lo veo como un amor imposible. La veo tan lejos…
Tengo claro que está por encima de mí. Tiene una personalidad demasiado fuerte para lo ****** que soy yo. Es inteligente, es divertida, extrovertida, friki…lo tiene todo. Y yo no tengo nada de eso. Yo solo soy un friki de Tarantino y de lo mismo que mis amigos para integrarme. No soy tan inteligente aunque me esfuerce en serlo. No soy para nada divertido, o sí lo soy, pero no lo demuestro por culpa de la puñeterísima inseguridad. Esa inseguridad que hace que me bloquee cuando esta ella delante. Esa misma inseguridad que hace que gire la cabeza como un ********** cada vez que me sorprende mirándola. La inseguridad que hace que me ponga extremadamente nervioso cuando tengo que exponer un trabajo en clase, aunque los compañeros digan que no se me nota.
Además, tiene novio. Aunque desconozco si llevan mucho tiempo, si realmente está enamorada de él o si el novio es un mapache follacabezas. La cosa es que lo tiene porque habla de él. No conmigo, porque conmigo no habla. Pero ha hablado de él en alguna ocasión en la que, casualmente, yo me encontraba en el mismo grupo de personas que ella.
Y mis recaídas son cuando bebo. Ahí es cuando sale la miseria que llevo dentro. Una gran cantidad de alcohol en vena junto a una persona a la que considere de confianza, y que tiemble esa persona, porque me verá llorar. Primero fueron dos compañeros de clase con los que he cogido una buena amistad, hace unas semanas. Y la última vez fue este mismo sábado. Toqué fondo. Organizamos una barbacoa en la casa que tengo alquilada con otros cuatro estudiantes. Y, por supuesto, invité a los compañeros de clase con el único objetivo de que viniera Ella. Sólo me interesaba Ella. Y vino, para mi sorpresa. No pensaba que se me iba a presentar una oportunidad así y no estaba preparado para aprovecharla. Por lo tanto, no la aproveché.
Bebí mucho con la única intención de ganar seguridad y así poder hablarle. Craso error. Conseguí tener una pequeña conversación trivial de apenas dos minutos sobre su acento y la procedencias del mismo. Y ahí quedó la cosa. Y se fue, no conseguí que se quedara, no se me ocurrió nada. Y yo me emborrache. Y después nos fuimos todos de discotecas, pero yo ya estaba tocado y a casi nada de estar hundido. Volví a coger a una persona de confianza por banda y me tomé unas copas con ella mientras le contaba mi tragedia amorosa.
A partir de ahí, los recuerdos se convierten en imágenes sueltas sin un orden espacial ni temporal. Imágenes de dos de mis compañeros de piso aguantando mi borrachera. Imágenes de yo cayendo por las escaleras de una discoteca. Imágenes de mis compañeros, otra vez, cargando conmigo, y yo llorando desconsolado porque es un amor imposible. Imágenes de uno de mis compañeros metiéndome en la cama. Imágenes de yo, tirado en el suelo del baño, vomitando. Y una miserable y horrorosa imagen de yo despertando en el baño, a oscuras, tirado sobre mis propios vómitos. Ese es el resumen de aquel maravilloso sábado en el que mi intención era coger el puntito para perder la vergüenza y hablar con ella.
Y encima, el día de resaca, ese miserable domingo de resaca que todos borraríamos del calendario, me entero de algo trágico casi de rebote. Algo que se me estuvo ocultando pero que salió a la luz gracias a una persona ajena a todo este embrollo. Algó que hizo que la cabeza se me hinchara hasta casi reventar: mi compañero de piso, uno de los que cargó conmigo y me sostuvo entre sus brazos mientras lloraba desconsolado porque “estaba enamorado de Marina”, a la que él acababa de conocer, resulta que se lió con ella. Después de eso. Fue y se lió con ella. Y ella tiene novio. Y así se lo hizo saber según palabras de mi compañero. Y después de decírselo, le volvió a besar. Y yo no sé donde me voy a meter. He intentado olvidarlo. No hablé de ello con él, ni creo que lo haga. Seguimos siendo igual de compañeros y amigos que siempre. Y mi intención es que sigamos siéndolo. Pero yo estoy bastante dolido. No estoy cabreado con él, estoy dolido por las circunstancias. Y más cuando veo que gente a la que conoció en esa fiesta tiene mucha más confianza y amistad con ella que yo, que apenas he tenido el valor de hablar con ella de nada. De casi nada. Y la sigo viendo en clase todos los días, porque nunca falta. Y yo tampoco falto por verla a ella. Y a veces veo que me mira de refilón y me creo que puede darse la posibilidad de que a lo mejor ella se haya fijado un poco en mí. Y estoy escribiendo esto y todavía me imagino que me va a llamar por teléfono y me va a decir: “Yo también te quiero”. Y lo único que quiero es desahogarme con las personas que conocen mi secreto y que ya tuvieron que aguantarme en su momento. Y me doy un cabezazo en la mesa. Y me meto en la cama y me pongo a llorar. Y me imagino con ella y me creó que podría ser posible. Y me digo a mí mismo que no, que no tengo nada que hacer. Y vuelvo a llorar.
Nunca he escrito nada acerca de mis sentimientos. Esta es la primera vez que me desahogo de esta forma. Es una buena terapia, pero no me ha curado, lógicamente. Gracias a los que han leído mi texto aburrido, mal redactado y posiblemente con algún error gramatical e incluso ortográfico. Y gracias a quienes me han comprendido. Y mi más sincero apoyo a tod@s l@s que estén pasando por algo similar. No existe ninguna intención implícita en esto. Sólo quería desahogarme con un grupo de desconocidos y con la ventaja de que escribo tras un nick que me hace permanecer en el anonimato. O no, porque mucha gente ya conoce el nick que suelo usar en internet. Y si alguien que conozca esta historia lee esto, sabrá quién soy. Espero que eso no pase. O sí, a lo mejor eso soluciona algo. A lo mejor, en el fondo, incluso quiero que ella entre aquí y lo lea por casualidad, y se entere de esto. Y aquí estoy una vez más imaginándome cosas que sé que no van a pasar.
Gracias, buenas noches.
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