En el Supremo no hay bicis
Si las bicicletas pueden ir por las calles peatonales y circular por las aceras, ¿para qué demonios sirve el carril-bici?
ANTONIO BURGOS
Día 25/11/2010 - 23.06h
Igual que Álvaro de Laiglesia escribió aquella novela de humor que tituló «En el cielo no hay almejas» y que el cascarrabias de Fernando Fernán Gómez hizo su película «Las bicicletas son para el verano», una sentencia de la más alta magistratura judicial de la nación acaba de proclamar que en el Supremo no hay bicicletas. Si las hubiera, sus señorías ilustrísimas no habrían dictado esa sentencia como de Pedro Pacheco, de «la Justicia es un cachondeo», según la cual las bicicletas pueden ir por el mismo sitio que los peatones, y además con los mismos derechos que los usuarios del cochecito de San Fernando.
—Y si las bicicletas pueden ir por las mismas calles peatonales que los viandantes y pueden circular por las aceras, ¿para qué demonios sirve el carril-bici y para qué nos hemos gastado esa millonada en hacerlo, aparte de cargarnos con él miles y miles de plazas de aparcamiento?
Eso digo yo.
Por eso cada día hay que darle más la razón a Pedro Pacheco. Las señorías del Supremo no saben lo que han firmado. Si hubieran venido a Sevilla, y hubieran ido por la calle Tetuán, y se hubieran encontrado con un ciclista a todo meter a la altura de la mesa de campimplaya del tío que vende incienso en la esquina de la Capillita de San José, seguro que no hubiesen dictado esa sentencia. Como no la hubieran dictado si les hubiese arrollado en la Avenida un ****** ciclista de los que se creen dueños del mundo por ir sobre dos ruedas y que encima de que te echan la bicicleta tienes que pedirles perdón por haberles estropeado su crono en la etapa de la Vuelta a Francia.
Si por los pasillos y salas del Tribunal Supremo estuvieran los mismos gachés que nos amenazan por toda Sevilla con sus bicicletitas propias o alquiladas, ¿de qué y de cuándo esa sentencia?
Sentencia sobre la que se ha pronunciado con toda cordura el primer teniente de alcalde don Antonio Rodrigo Torrijos, lo que consigno aquí encantado. Me encantaría poder escribir así todos los días acerca del señor Torrijos. Vamos, me encantaría que Torrijos no fuera tan Torrijos, usted me entiende, y que los mares no criaran marisco, y que su correligionario no hubiera nunca hablado del peor cáncer de la izquierda en Sevilla. Porque conocida la sentencia del Supremo que dice que bicicletas y los peatones podrán circular por las mismas vías, con tal de que no vayan a más de 10 kilómetros por hora, dando pleno respaldo a la ordenanza de Circulación de Peatones y Ciclistas que fue tumbada en su día parcialmente por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el señor Torrijos ha dicho que la restricción de bicicletas en horario comercial por calles peatonales debe mantenerse por «sentido común». Que los ciclistas deben seguir echando pie a tierra si no quieren ser multados en calles como Tetuán, Sierpes, O'Donnell, Cuna, Puente y Pellón, Francos y San Eloy, de 10 de la mañana a 10 de la noche.
Ay, que faltos estamos de sentido común en las decisiones municipales. Si hubiese habido antes sentido común, por ejemplo, en vez de gastarnos millonadas en el carril-bici y en suprimir miles de plazas de aparcamientos, hubiéramos pintado unas rayas en el suelo para las bicicletas, y listo. Como se pintan esas rayas en toda la Europa que no tira el dinero como España y a la que no tienen que rescatar.
Si las bicicletas pueden ir por las calles peatonales y circular por las aceras, ¿para qué demonios sirve el carril-bici?
ANTONIO BURGOS
Día 25/11/2010 - 23.06h
Igual que Álvaro de Laiglesia escribió aquella novela de humor que tituló «En el cielo no hay almejas» y que el cascarrabias de Fernando Fernán Gómez hizo su película «Las bicicletas son para el verano», una sentencia de la más alta magistratura judicial de la nación acaba de proclamar que en el Supremo no hay bicicletas. Si las hubiera, sus señorías ilustrísimas no habrían dictado esa sentencia como de Pedro Pacheco, de «la Justicia es un cachondeo», según la cual las bicicletas pueden ir por el mismo sitio que los peatones, y además con los mismos derechos que los usuarios del cochecito de San Fernando.
—Y si las bicicletas pueden ir por las mismas calles peatonales que los viandantes y pueden circular por las aceras, ¿para qué demonios sirve el carril-bici y para qué nos hemos gastado esa millonada en hacerlo, aparte de cargarnos con él miles y miles de plazas de aparcamiento?
Eso digo yo.
Por eso cada día hay que darle más la razón a Pedro Pacheco. Las señorías del Supremo no saben lo que han firmado. Si hubieran venido a Sevilla, y hubieran ido por la calle Tetuán, y se hubieran encontrado con un ciclista a todo meter a la altura de la mesa de campimplaya del tío que vende incienso en la esquina de la Capillita de San José, seguro que no hubiesen dictado esa sentencia. Como no la hubieran dictado si les hubiese arrollado en la Avenida un ****** ciclista de los que se creen dueños del mundo por ir sobre dos ruedas y que encima de que te echan la bicicleta tienes que pedirles perdón por haberles estropeado su crono en la etapa de la Vuelta a Francia.
Si por los pasillos y salas del Tribunal Supremo estuvieran los mismos gachés que nos amenazan por toda Sevilla con sus bicicletitas propias o alquiladas, ¿de qué y de cuándo esa sentencia?
Sentencia sobre la que se ha pronunciado con toda cordura el primer teniente de alcalde don Antonio Rodrigo Torrijos, lo que consigno aquí encantado. Me encantaría poder escribir así todos los días acerca del señor Torrijos. Vamos, me encantaría que Torrijos no fuera tan Torrijos, usted me entiende, y que los mares no criaran marisco, y que su correligionario no hubiera nunca hablado del peor cáncer de la izquierda en Sevilla. Porque conocida la sentencia del Supremo que dice que bicicletas y los peatones podrán circular por las mismas vías, con tal de que no vayan a más de 10 kilómetros por hora, dando pleno respaldo a la ordenanza de Circulación de Peatones y Ciclistas que fue tumbada en su día parcialmente por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el señor Torrijos ha dicho que la restricción de bicicletas en horario comercial por calles peatonales debe mantenerse por «sentido común». Que los ciclistas deben seguir echando pie a tierra si no quieren ser multados en calles como Tetuán, Sierpes, O'Donnell, Cuna, Puente y Pellón, Francos y San Eloy, de 10 de la mañana a 10 de la noche.
Ay, que faltos estamos de sentido común en las decisiones municipales. Si hubiese habido antes sentido común, por ejemplo, en vez de gastarnos millonadas en el carril-bici y en suprimir miles de plazas de aparcamientos, hubiéramos pintado unas rayas en el suelo para las bicicletas, y listo. Como se pintan esas rayas en toda la Europa que no tira el dinero como España y a la que no tienen que rescatar.
Este señor es el mismo que allá por el año 2006-2007 escribió este artículo.
El muy inútil Carril Bici
ANTONIO BURGOS
Como se trata de tirar millones, ¡hala, como si los regalaran!, voy a hacer dos preguntas del millón:
1.¿Cuánto nos va a costar a los sevillanos el tranvía?
2.¿Cuánto nos va a costar a los sevillanos el Carril Bici?
Y ahora, otra pregunta más, para echar a pelear a entrambas: ¿qué es más inútil, superfluo, derrochador, demagógico y absolutamente prescindible? ¿El tranvía o el Carril Bici? Un tranvía que va sólo de La Pasarela a la Plaza Nueva no es un tranvía: es un trenecito turístico como los de las playas, según ha dicho el andalucista Villar. (Quien por cierto en su propaganda con retrato de las puertas de los taxis parece que está anunciando aparatos de aire acondicionado y no su candidatura a las municipales: "Aire de Sevilla").
Y otra pregunta más: ¿le van a poner al trenecito turístico del Metrocentro, como ocurre con los de las playas, megafonía con las canciones de Miliki y Fofito? Sí, lo de la Gallina Turuleta, que así nos quedamos con estas locuras: turuletas de la Barqueta.
-- No, la música que llevará será "Paquito el Chocolatero", pero interpretada por la Banda Municipal y grabada en su último disco. No sé si sabe usted que el director de la Banda, que está encontrando las partituras originales de todo, ha hallado la auténtica de ese pasodoble, Y ha demostrado que el tal Paquito era, sí, de Levante. Pero no del levante valenciano, sino del levante sevillano: de la calle Oriente concretamente. Paquito era el chocolatero del Chocolate Virgen de los Reyes, y ponía un puesto de chocolate y calentitos en la Feria del Prado que temblaba el misterio.
El Carril Bici es todavía más inútil que el tranvía, si ello es posible. ¿Cuánta gente va en bicicleta en Sevilla al trabajo o de compras al Cortinglés del Duque? ¡Mira cómo ni el alcalde tiene bicicleta oficial, ni Chaves tiene bicicleta oficial, ni los concejales tienen bicicleta oficial, y sí todos en cambio coche oficial! El día que yo vea al alcalde en bicicleta por el puente de Triana camino del Ayuntamiento me creeré esta tontería del cuento del envergue de la ciudad ecológica y de la demagogia de los verdes. ¿Van acaso los de la Consejería de Medio Ambiente en bicicleta al trabajo? Pues entonces, ¿por qué vamos a ser más ciclistas que Perico Delgado? Salvo Zepelin en Triana, Gaitán en la calle Carlos Cañal y Gómez del Moral junto a la academia de Realito, el sevillano nunca tuvo la bicicleta como vehículo de transporte, sino de distracción y en todo caso de deporte. ¿Dónde se alquilaban bicicletas? ¿En la Plaza Nueva, para ir a hacer mandados a los bancos? No, en El Cristina y en la Plazaspaña, para los chiquillos.
En Las Delicias ya han hecho esa jangá llamada Carril Bici, y aquello tiene un ver: por el Carril Bici no pasa nadie. Más circulación hay en el desierto del Sahara que por el Carril Bici de Las Delicias, con esas medias circunferencias de cemento que lo delimitan, y que son como el monumento a los duros que se han enterrado allí inútilmente. Con razón protestan los vecinos de Los Remedios y de Reina Mercedes. ¡Cuidado la que están liando para la tontera de un carril para unas bicicletas que no existen! ¿Y para los coches, hijos míos, por qué no llenáis mejor Sevilla de Carril Coches, que a este paso nos los vamos a tener que comer con papas, a pesar de lo que el Ayuntamiento cobra por el sellito, con tanto peatonalizar y tanto poner las calles así de estrechas, sin sitio donde estacionar? Impuesto de circulación se llama el sellito. ¿Circulación de qué? ¿Circulación por dónde? ¿Cómo que pagar por algo que no hay forma de hacer? Por lo menos que le cambien el nombre; impuesto de embotellamiento, impuesto de prohibición de entrar al centro, lo que sea, pero más adecuado a la realidad. Y no como ese utópico, carísimo y derrochón Monumento Demagógico a la Inutilidad que es el Carril Bici.
Con las pocas bicicletas que hay, más barato nos habría salido ponerle a cada ciclista un coche con chófer.
ANTONIO BURGOS
Como se trata de tirar millones, ¡hala, como si los regalaran!, voy a hacer dos preguntas del millón:
1.¿Cuánto nos va a costar a los sevillanos el tranvía?
2.¿Cuánto nos va a costar a los sevillanos el Carril Bici?
Y ahora, otra pregunta más, para echar a pelear a entrambas: ¿qué es más inútil, superfluo, derrochador, demagógico y absolutamente prescindible? ¿El tranvía o el Carril Bici? Un tranvía que va sólo de La Pasarela a la Plaza Nueva no es un tranvía: es un trenecito turístico como los de las playas, según ha dicho el andalucista Villar. (Quien por cierto en su propaganda con retrato de las puertas de los taxis parece que está anunciando aparatos de aire acondicionado y no su candidatura a las municipales: "Aire de Sevilla").
Y otra pregunta más: ¿le van a poner al trenecito turístico del Metrocentro, como ocurre con los de las playas, megafonía con las canciones de Miliki y Fofito? Sí, lo de la Gallina Turuleta, que así nos quedamos con estas locuras: turuletas de la Barqueta.
-- No, la música que llevará será "Paquito el Chocolatero", pero interpretada por la Banda Municipal y grabada en su último disco. No sé si sabe usted que el director de la Banda, que está encontrando las partituras originales de todo, ha hallado la auténtica de ese pasodoble, Y ha demostrado que el tal Paquito era, sí, de Levante. Pero no del levante valenciano, sino del levante sevillano: de la calle Oriente concretamente. Paquito era el chocolatero del Chocolate Virgen de los Reyes, y ponía un puesto de chocolate y calentitos en la Feria del Prado que temblaba el misterio.
El Carril Bici es todavía más inútil que el tranvía, si ello es posible. ¿Cuánta gente va en bicicleta en Sevilla al trabajo o de compras al Cortinglés del Duque? ¡Mira cómo ni el alcalde tiene bicicleta oficial, ni Chaves tiene bicicleta oficial, ni los concejales tienen bicicleta oficial, y sí todos en cambio coche oficial! El día que yo vea al alcalde en bicicleta por el puente de Triana camino del Ayuntamiento me creeré esta tontería del cuento del envergue de la ciudad ecológica y de la demagogia de los verdes. ¿Van acaso los de la Consejería de Medio Ambiente en bicicleta al trabajo? Pues entonces, ¿por qué vamos a ser más ciclistas que Perico Delgado? Salvo Zepelin en Triana, Gaitán en la calle Carlos Cañal y Gómez del Moral junto a la academia de Realito, el sevillano nunca tuvo la bicicleta como vehículo de transporte, sino de distracción y en todo caso de deporte. ¿Dónde se alquilaban bicicletas? ¿En la Plaza Nueva, para ir a hacer mandados a los bancos? No, en El Cristina y en la Plazaspaña, para los chiquillos.
En Las Delicias ya han hecho esa jangá llamada Carril Bici, y aquello tiene un ver: por el Carril Bici no pasa nadie. Más circulación hay en el desierto del Sahara que por el Carril Bici de Las Delicias, con esas medias circunferencias de cemento que lo delimitan, y que son como el monumento a los duros que se han enterrado allí inútilmente. Con razón protestan los vecinos de Los Remedios y de Reina Mercedes. ¡Cuidado la que están liando para la tontera de un carril para unas bicicletas que no existen! ¿Y para los coches, hijos míos, por qué no llenáis mejor Sevilla de Carril Coches, que a este paso nos los vamos a tener que comer con papas, a pesar de lo que el Ayuntamiento cobra por el sellito, con tanto peatonalizar y tanto poner las calles así de estrechas, sin sitio donde estacionar? Impuesto de circulación se llama el sellito. ¿Circulación de qué? ¿Circulación por dónde? ¿Cómo que pagar por algo que no hay forma de hacer? Por lo menos que le cambien el nombre; impuesto de embotellamiento, impuesto de prohibición de entrar al centro, lo que sea, pero más adecuado a la realidad. Y no como ese utópico, carísimo y derrochón Monumento Demagógico a la Inutilidad que es el Carril Bici.
Con las pocas bicicletas que hay, más barato nos habría salido ponerle a cada ciclista un coche con chófer.
Y ahora ataca a todo el colectivo ciclista demonizándonos a todos los que formamos parte del mismo, generalizando a su estilo contra este colectivo pero no tiene ningún pudor en hablar de que en lugar de haberse hecho los 120 km de carril bici se hubieran pintado unas rayas blancas en la calzada y listo......lo que se le olvida comentar son los más de 300 atropellos de coches a peatones en Sevilla que normalmente ocurren cada año....¿acaso cree que respetarían una simple línea en la calzada? Un ejemplo del más puro estilo rancio y carca de los años 50 que aún sigue existiendo en nuestra ciudad.
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