Torrijos se prepara para ser alcalde ante la marcha prematura de Monteseirín
ADRIANO
EDUARDO BARBA. SEVILLA
Actualizado Miércoles , 17-03-10 a las 12 : 00
Antonio Rodrigo Torrijos se frota las manos. La llamada «lógica democrática», el «sistema», la matemática electoral y el mismísimo sistema proporcional D´Hont le han colocado, aún más si cabe, en una situación de privilegio ante el desmembramiento del PSOE local con la anunciada renuncia del alcalde, su colega de gobierno Alfredo Sánchez Monteseirín. Si éste se marcha antes de agotar el mandato, como todo apunta —se habla incluso de un pacto para que lo haga justo tras Semana Santa—, el comunista, como primer teniente de alcalde que es, se convertirá automáticamente en alcalde de la capital andaluza. Y lo sería, al menos, durante unos 20 días. Así lo establecen los trámites burocráticos recogidos en el Reglamento de Organización y Funcionamiento del Consistorio, en el que se contemplan los procedimientos a seguir si existe una renuncia del alcalde, como puede ser el caso.
Si Monteseirín dimite como alcalde y también como concejal —que lo haga sólo como regidor y mantenga el acta resulta impensable—, tendría que anunciarlo en el Pleno para que el secretario tomase nota y traslade el asunto a la Junta Electoral para que ésta otorgue una autorización con la que convertir en edil al siguiente de la lista del partido, en este caso el número 18, Enrique Lobato, militante de Miraflores muy próximo a la ex concejal y ex consejera Evangelina Naranjo. En eso se tardaría unos diez días.
A partir de ahí, una vez tomase posesión el nuevo concejal habría que esperar otros diez días hasta poder celebrar el Pleno extraordinario de investidura del nuevo alcalde, que debería ser votado por los tres grupos. Mientras se tramita todo esto durante unos 20 días, por tanto, Torrijos sería alcalde al tener la primera tenencia de alcaldía merced al pacto de gobierno entre PSOE e IU. Se nombre a quien se nombre en lugar de Monteseirín, ese tiempo de transición tendría como máximo responsable de la ciudad al edil de IU, tercera fuerza política municipal con tres concejales y sólo 25.742 votos. Esa sería la última «herencia» del alcalde, con la que se cuenta en el PSOE desde hace ya unas cuantas semanas.
Acabar con la alianza
Igual que sería él quien ofrecería en bandeja la posibilidad marchándose, tiene el todavía regidor, no obstante, la posibilidad de evitar que la ciudad tenga como máximo representante a un concejal de IU, algo administrativamente viable pero políticamente difícil de explicar a los electores. Lo evitaría Monteseirín si, justo antes de marcharse, modifica el orden actual de las tenencias de alcaldía, pasando Torrijos de primer a segundo teniente de alcalde y colocándose como primero al edil socialista que vaya a suceder al alcalde —todo indica que sería Rosamar Prieto-Castro— para que en el momento de la dimisión el primer teniente de alcalde reciba el bastón de mando. Eso sí, tendría que pactar estos términos con IU en una negociación que se antoja durísima y que parece imposible que cuajara.
Y es que la formación de la que es portavoz local Torrijos tiene la sartén por el mango. De momento, se sabe indispensable para que el PSOE pueda agotar dignamente el mandato, baza que jugará para otorgar su voto favorable al nuevo alcalde que propongan los socialistas en el Pleno de investidura. Si no hay contraprestaciones no habrá apoyo al sucesor de Monteseirín. Y a igualdad de votos PSOE-PP, Juan Ignacio Zoido sería alcalde lo que queda de mandato. Pero a la larga también tiene mucho que decir IU, ya que el PSOE no contempla otro escenario para poder gobernar a partir de 2011 que no sea mediante un nuevo pacto con IU, ya que la mayoría absoluta, a tenor de las encuestas, es una quimera.
ADRIANO
EDUARDO BARBA. SEVILLA
Actualizado Miércoles , 17-03-10 a las 12 : 00
Antonio Rodrigo Torrijos se frota las manos. La llamada «lógica democrática», el «sistema», la matemática electoral y el mismísimo sistema proporcional D´Hont le han colocado, aún más si cabe, en una situación de privilegio ante el desmembramiento del PSOE local con la anunciada renuncia del alcalde, su colega de gobierno Alfredo Sánchez Monteseirín. Si éste se marcha antes de agotar el mandato, como todo apunta —se habla incluso de un pacto para que lo haga justo tras Semana Santa—, el comunista, como primer teniente de alcalde que es, se convertirá automáticamente en alcalde de la capital andaluza. Y lo sería, al menos, durante unos 20 días. Así lo establecen los trámites burocráticos recogidos en el Reglamento de Organización y Funcionamiento del Consistorio, en el que se contemplan los procedimientos a seguir si existe una renuncia del alcalde, como puede ser el caso.
Si Monteseirín dimite como alcalde y también como concejal —que lo haga sólo como regidor y mantenga el acta resulta impensable—, tendría que anunciarlo en el Pleno para que el secretario tomase nota y traslade el asunto a la Junta Electoral para que ésta otorgue una autorización con la que convertir en edil al siguiente de la lista del partido, en este caso el número 18, Enrique Lobato, militante de Miraflores muy próximo a la ex concejal y ex consejera Evangelina Naranjo. En eso se tardaría unos diez días.
A partir de ahí, una vez tomase posesión el nuevo concejal habría que esperar otros diez días hasta poder celebrar el Pleno extraordinario de investidura del nuevo alcalde, que debería ser votado por los tres grupos. Mientras se tramita todo esto durante unos 20 días, por tanto, Torrijos sería alcalde al tener la primera tenencia de alcaldía merced al pacto de gobierno entre PSOE e IU. Se nombre a quien se nombre en lugar de Monteseirín, ese tiempo de transición tendría como máximo responsable de la ciudad al edil de IU, tercera fuerza política municipal con tres concejales y sólo 25.742 votos. Esa sería la última «herencia» del alcalde, con la que se cuenta en el PSOE desde hace ya unas cuantas semanas.
Acabar con la alianza
Igual que sería él quien ofrecería en bandeja la posibilidad marchándose, tiene el todavía regidor, no obstante, la posibilidad de evitar que la ciudad tenga como máximo representante a un concejal de IU, algo administrativamente viable pero políticamente difícil de explicar a los electores. Lo evitaría Monteseirín si, justo antes de marcharse, modifica el orden actual de las tenencias de alcaldía, pasando Torrijos de primer a segundo teniente de alcalde y colocándose como primero al edil socialista que vaya a suceder al alcalde —todo indica que sería Rosamar Prieto-Castro— para que en el momento de la dimisión el primer teniente de alcalde reciba el bastón de mando. Eso sí, tendría que pactar estos términos con IU en una negociación que se antoja durísima y que parece imposible que cuajara.
Y es que la formación de la que es portavoz local Torrijos tiene la sartén por el mango. De momento, se sabe indispensable para que el PSOE pueda agotar dignamente el mandato, baza que jugará para otorgar su voto favorable al nuevo alcalde que propongan los socialistas en el Pleno de investidura. Si no hay contraprestaciones no habrá apoyo al sucesor de Monteseirín. Y a igualdad de votos PSOE-PP, Juan Ignacio Zoido sería alcalde lo que queda de mandato. Pero a la larga también tiene mucho que decir IU, ya que el PSOE no contempla otro escenario para poder gobernar a partir de 2011 que no sea mediante un nuevo pacto con IU, ya que la mayoría absoluta, a tenor de las encuestas, es una quimera.
Comentario