El año pasado, por suerte, me pilló en Nueva York y la verdad es que es un punto. Estaba el hotel hasta las trancas de familias enteras de irlandeses que habían ido a ver el desfile, por las tardes estaban todos los bares llenos de gente, los Knicks jugaron de verde esa noche, el Empire encendió su azotea de ese mismo color... y no sigo porque me estoy poniendo sentimental y estoy viendo que voy a tener que ampliar la hipoteca para irme otra vez.
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