Hay gestos y malos gestos. Hay grandes hombres y hombres mediocres. Por sus gestos (obras) les conoceréis, se dice en el Nuevo Testamento. Y parece cierto. El hombre de las Azores; el presidente que nos metió en la guerra de Irak es un maleducado redomado. Hemos visto muchos gestos de soberbia a lo largo de su corta vida política (ningún paralelismo con Churchill, Adenauer, Kholl u otros grandes de Europa, ¡qué más quisiera él! Pero se pavonea como si fuera uno de ellos;y no les llega a la suela del zapato. La historia no será benevolente, estoy convencido). Pero llegar a sacar el dedo despectivamente ante unos estudiantes que le abuchean, raya la estupidez.
Aznar, que ha impartido una conferencia sobre la crisis económica en la Facultad de Económicas de la Universidad de Oviedo, tuvo que entrar por la puerta de atrás del edificio para no coincidir con una veintena de jóvenes que lo increpaban al grito de "fascista", "asesino" y "terrorista". El ex presidente entró en el salón de actos por una puerta trasera, acompañado de líderes asturianos del PP, de forma que evitaron el contacto visual con los miembros de la protesta. Aznar se refirió a lo sucedido con los estudiantes que le insultaban afirmando que "hay algunos que parecen empeñados en demostrar que no pueden vivir sin mí". Está visto que el ego le puede.
La intervención ante los estudiantes fue interrumpida varias veces por jóvenes que se levantaban de distintos lugares y le gritaban cosas como "¡criminal!", "¡cabrón!" o "¡mentiroso!". Los jóvenes eran desalojados por asistentes al acto, miembros de la organización y personal de seguridad entre abucheos y algún grito de "¡rojos!". Al finalizar la intervención, Aznar se retiró rápidamente acompañado de los organizadores, aunque la salida la hizo por la puerta principal. Los manifestantes continuaron gritando e insultándole, por lo que reaccionó sacando el dedo corazón. Un gesto zafio conocido como 'peineta' y que se suele utilizar con mucha frecuencia en los campos de fútbol.
Sorprende, por tanto, ese gesto en una persona que presume de ser educada, líder de un partido, ideólogo, demócrata, paciente y que vive además de dar conferencias en auditorios selectos, donde se forman las elites de la política o la economía. La zafiedad y los malos modos están reñidos con esos espacios tan cultos que también se jactan de que solo invitan a lo más granado de la sociedad. Pues gestos como el de la 'peineta' le pueden llevar al lugar de donde vino: a la nada.
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