Hace algunos días, una amiga mía estaba haciendo cola delante de la caja de un supermercado. Era una hora punta y había mucha gente. Cuando llegó su turno, mi amiga, que ya había vaciado su cesta sobre la cinta, dijo: “Buenas tardes”. La cajera, una chica de aspecto andino, levantó sobresaltada la cabeza de su afanoso marcar y marcar. “Ay, señora, perdone, buenas tardes”, dijo con su suave acento ecuatoriano: “Es que una termina perdiendo los modales”. Y, mientras cobraba, le contó a mi amiga que llevaba cinco años en España y que, cuando llegó, se le habían saltado las lágrimas en más de una ocasión por la rudeza del trato de la gente: no pedían las cosas por favor, no daban las gracias, a menudo ni contestaban sus saludos. “Al principio pensaba que estaban enfadados conmigo, pero luego ya vi que eran así”. […]
[…]En los últimos años, muchos de los trabajos que se realizan de cara al público, como los empleos de cajero o de dependiente en una tienda, han sido cubiertos por personas de origen latinoamericano. Dulces, amables y educados, esas mujeres y esos hombres siguen insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias. Algunos, sobre todo aquellos que vinieron hace años, como la cajera que se encontró mi amiga, tal vez hayan relajado un poco su disciplina cortés, contaminados por nuestra rudeza. Pero la mayoría continúa siendo gentil con encomiable tenacidad, y así, poco a poco, están ayudando a desasnar al personal celtíbero. ¿No se han dado cuenta de que estamos volviendo a saludar a las dependientas? Yo diría que en el último año la situación parece haber mejorado. Las colas de los supermercados, con sus suaves y atentas cajeras latinoamericanas, son como cursillos acelerados de educación cívica. Quién sabe, quizá los emigrantes consigan civilizarnos. […]
Rosa Montero. Maneras de vivir. El País. 20-09-2009
A mí me gustaría trasladar las reflexiones de Rosa Montero al terreno donde me muevo: La enseñanza secundaria. Comparto totalmente su sentir y tengo que agradecer a todos los alumnos inmigrantes en general, y a los latinoamericanos en particular, el trato amable con que tratan a sus docentes. Tengo que admitir, salvo honrosas excepciones, que están muy por encima de los “nacionales”, que ni se inmutan cuando entramos en clase y al decir:” Buenos días”, sólo escucho el saludo de dos alumnas, una ecuatoriana y la otra paraguaya:” Buenos días, profesora”. O bien, la llamada de atención de un alumno colombiano que me dice: “Por favor, profesora:” ¿Podría repetir, ahorita ,otra vez, esa definición que no me ha quedado clara? Muchas gracias."
Tengo que reconocer mi debilidad por el español hablado en Hispanoamérica, En especial, me encanta el acento colombiano. Gracias, Mafer, Daniella y Dennis… Conseguís que empiece todos los días con una sonrisa…
[…]En los últimos años, muchos de los trabajos que se realizan de cara al público, como los empleos de cajero o de dependiente en una tienda, han sido cubiertos por personas de origen latinoamericano. Dulces, amables y educados, esas mujeres y esos hombres siguen insistiendo en dar los buenos días, en pedir las cosas por favor y en decir gracias. Algunos, sobre todo aquellos que vinieron hace años, como la cajera que se encontró mi amiga, tal vez hayan relajado un poco su disciplina cortés, contaminados por nuestra rudeza. Pero la mayoría continúa siendo gentil con encomiable tenacidad, y así, poco a poco, están ayudando a desasnar al personal celtíbero. ¿No se han dado cuenta de que estamos volviendo a saludar a las dependientas? Yo diría que en el último año la situación parece haber mejorado. Las colas de los supermercados, con sus suaves y atentas cajeras latinoamericanas, son como cursillos acelerados de educación cívica. Quién sabe, quizá los emigrantes consigan civilizarnos. […]
Rosa Montero. Maneras de vivir. El País. 20-09-2009
A mí me gustaría trasladar las reflexiones de Rosa Montero al terreno donde me muevo: La enseñanza secundaria. Comparto totalmente su sentir y tengo que agradecer a todos los alumnos inmigrantes en general, y a los latinoamericanos en particular, el trato amable con que tratan a sus docentes. Tengo que admitir, salvo honrosas excepciones, que están muy por encima de los “nacionales”, que ni se inmutan cuando entramos en clase y al decir:” Buenos días”, sólo escucho el saludo de dos alumnas, una ecuatoriana y la otra paraguaya:” Buenos días, profesora”. O bien, la llamada de atención de un alumno colombiano que me dice: “Por favor, profesora:” ¿Podría repetir, ahorita ,otra vez, esa definición que no me ha quedado clara? Muchas gracias."
Tengo que reconocer mi debilidad por el español hablado en Hispanoamérica, En especial, me encanta el acento colombiano. Gracias, Mafer, Daniella y Dennis… Conseguís que empiece todos los días con una sonrisa…
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