Familias rumanas toman las márgenes del río como «lugar de vacaciones»
Desde hace más de un mes invaden las instalaciones del Club de Piragüismo y han llenado la zona de ******
ABC GLORIA DE LA TORRE
En cualquier ciudad del mundo las márgenes del río son lugares de disfrute, enclaves turísticos que se revalorizan aún más en verano. En Sevilla, en cambio, en las orillas del Guadalquivir —justo en la zona entre las obras de la futura torre Pelli y la torre Schindler, detrás del Club de Piragüismo—se han instalado unos asentamientos de gitanos rumanos que acampan a sus anchas y utilizan el río y los espacios aledaños como su «residencia estival».
Huele a barbacoa, unas veinte tiendas de campaña están distribuidas caóticamente junto a grandes furgonetas de buenas marcas. Suena musica , hay niños descalzos y sucios corriendo de un lado a otro. Una marea de ******* de todo tipo se extiende entre los matorrales. No huele, apesta. «Tenemos nuestras casas, venimos aquí porque nos gusta. Esto es parte de nuestra forma de vida», comentan a ABC varías mujeres rumanas que llevan desde hace dos semanas en el improvisado asentamiento y que dicen tener sus viviendas en un pueblo de Córdoba. En total puede haber en torno a setenta personas de todas las edades, pero no es población fija ya que van y vienen continuamente. Hace pocos días nació un niño en el asentamiento ya que los rumanos vienen con sus matronas. El río es la fuente de abastecimiento de agua tanto para cocinar como para lavarse y por supuesto la zona de diversión para niños y mayores. El rastro diario que este camping sin ley deja en la zona lo padecen sobre todo los usuarios y los responsables del Club de Piragüismo y Remo que tienen que soportar a diario que les orinen y defequen a las puertas de su local. Ven también como el embarcadero en el que entrenan se convierte en un sitio de juego para los niños, en la lavandería para las mujeres y en el lugar de afeitado para los hombres que dejan allí sus cuchillas y hasta restos de sangre.
Las actividades del Club se llevan a cabo de milagro, los propios responsables han recibido llamadas de gente interesada en los cursos pero que no quieren que sus hijos pasen solos por allí. Una usuaria contó a ABC como los rumanos ocupan el embarcadero y les interrumpen e incordian, incluso acaban cediéndoles una parte del mismo con el único fin de poder usar al menos la otra. «Déjame el remo, déjame montarme, déjame...y cuando ven que no, pues hasta se tiran haciendo olas para que nos caigamos de las piraguas», comenta entristecida esta usuaria ya que esta situación la están soportando a diario sin saber como enfrentar las incívicas actitudes de este colectivo de particulares «veraneantes». Llamar a la Policía hace tiempo que dejó de ser efectivo. «De cinco veces vienen una y la respuesta que dan es que no tienen documentación. Aunque los echen, una hora más tarde están aquí», explica un usuario de la Escuela.
Sin embargo, el trato policial a los habitantes del asentamiento varía mucho según su nacionalidad. Francisco S. es sevillano y viene a dormir a la zona, en varias ocasiones la Policía lo ha echado e incluso llegaron a tirar sus pertenencias a un camión de Lipasam. «Aquí se oyen tiros, se trafica con tabaco y hay un movimiento muy raro de billetes de cincuenta euros, pero la Policía nos coge a nosotros y a ellos nada», cuenta Francisco, que dice que Policía Local y Nacional, Lipasam y los Asuntos Sociales ya han estado en la zona varias veces.
http://www.abcdesevilla.es/20090620/...906192341.html
Desde hace más de un mes invaden las instalaciones del Club de Piragüismo y han llenado la zona de ******
ABC GLORIA DE LA TORRE
En cualquier ciudad del mundo las márgenes del río son lugares de disfrute, enclaves turísticos que se revalorizan aún más en verano. En Sevilla, en cambio, en las orillas del Guadalquivir —justo en la zona entre las obras de la futura torre Pelli y la torre Schindler, detrás del Club de Piragüismo—se han instalado unos asentamientos de gitanos rumanos que acampan a sus anchas y utilizan el río y los espacios aledaños como su «residencia estival».
Huele a barbacoa, unas veinte tiendas de campaña están distribuidas caóticamente junto a grandes furgonetas de buenas marcas. Suena musica , hay niños descalzos y sucios corriendo de un lado a otro. Una marea de ******* de todo tipo se extiende entre los matorrales. No huele, apesta. «Tenemos nuestras casas, venimos aquí porque nos gusta. Esto es parte de nuestra forma de vida», comentan a ABC varías mujeres rumanas que llevan desde hace dos semanas en el improvisado asentamiento y que dicen tener sus viviendas en un pueblo de Córdoba. En total puede haber en torno a setenta personas de todas las edades, pero no es población fija ya que van y vienen continuamente. Hace pocos días nació un niño en el asentamiento ya que los rumanos vienen con sus matronas. El río es la fuente de abastecimiento de agua tanto para cocinar como para lavarse y por supuesto la zona de diversión para niños y mayores. El rastro diario que este camping sin ley deja en la zona lo padecen sobre todo los usuarios y los responsables del Club de Piragüismo y Remo que tienen que soportar a diario que les orinen y defequen a las puertas de su local. Ven también como el embarcadero en el que entrenan se convierte en un sitio de juego para los niños, en la lavandería para las mujeres y en el lugar de afeitado para los hombres que dejan allí sus cuchillas y hasta restos de sangre.
Las actividades del Club se llevan a cabo de milagro, los propios responsables han recibido llamadas de gente interesada en los cursos pero que no quieren que sus hijos pasen solos por allí. Una usuaria contó a ABC como los rumanos ocupan el embarcadero y les interrumpen e incordian, incluso acaban cediéndoles una parte del mismo con el único fin de poder usar al menos la otra. «Déjame el remo, déjame montarme, déjame...y cuando ven que no, pues hasta se tiran haciendo olas para que nos caigamos de las piraguas», comenta entristecida esta usuaria ya que esta situación la están soportando a diario sin saber como enfrentar las incívicas actitudes de este colectivo de particulares «veraneantes». Llamar a la Policía hace tiempo que dejó de ser efectivo. «De cinco veces vienen una y la respuesta que dan es que no tienen documentación. Aunque los echen, una hora más tarde están aquí», explica un usuario de la Escuela.
Sin embargo, el trato policial a los habitantes del asentamiento varía mucho según su nacionalidad. Francisco S. es sevillano y viene a dormir a la zona, en varias ocasiones la Policía lo ha echado e incluso llegaron a tirar sus pertenencias a un camión de Lipasam. «Aquí se oyen tiros, se trafica con tabaco y hay un movimiento muy raro de billetes de cincuenta euros, pero la Policía nos coge a nosotros y a ellos nada», cuenta Francisco, que dice que Policía Local y Nacional, Lipasam y los Asuntos Sociales ya han estado en la zona varias veces.
http://www.abcdesevilla.es/20090620/...906192341.html
Son familias rumanas de etnia gitana, que han venido de sus países y cada dos por tres están montando un asentamiento, ya sea en la barqueta, los márgenes del río como junto a Altadis o junto al huevo de colón.
Al igual que el problema que tiene Sevilla con El Vacie, desde hace tiempo lo tiene con esto. Mi pregunta sería: ¿Por qué se permite esto por parte del Ayuntamiento? Se que deportarlos a su país no se puede ya que desde hace un par de años más o menos Rumanía es miembro de la UE y por lo tanto son ciudadanos de la UE y tienen derecho a quedarse pero....¿a qué precio? ¿Qué derecho les da a defecar y orinar en un lugar como ese? ¿Qué derecho les da a convertir los márgenes del río en un basurero? ¿A qué espera el Ayuntamiento para tomar medidas por el bien común?
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