No se la razón, pero hoy y ahora escuchaba una canción, y mientras lo hacía me dio por pensar en la vida, en vivir y en como de la noche a la mañana tu vida da un giro de 180º. Por un momento reaccioné, pensé “¿qué haces Rocío?, ¿a dónde quieres llegar a parar?, ¡vamos despierta!”, pero la banda sonora de Gladietor me acompañaba con su dulce melodía… era inevitable ya.
Pienso, que todo aquel que tiene vida, tiene sentimientos, tiene sufrimientos… siente y padece, por eso mismo me niego a pensar que existan hombres de hielo. Un día compartes una tarde de café con tus amigos, una cena con la persona que quieres, un día familiar en casa, o simplemente contigo mismo, estás una tarde delante de tu armario preparando un equipaje que te llena de ilusión… sonríes en todos esos momentos, lo haces ilusionado… Pero al día siguiente todo puede girar. Luego te enteras que la desgracia ha llamado a tu puerta, y que sin tu admitirle el paso se te ha acoplado hasta el sofás… Intentas invitarla a marcharse, no tiene ningún derecho de plantarse en tu casa y recibir todo tus servicios, pero es imposible, acaba liándote hasta que te das cuenta de que se te ha encadenado al marco de la ventana. Así, ella, la desgracia, acaba viviendo contigo…
La vida se va llenando buchito a buchito, pero puede ser que tu vaso esté roto, y que todo lo que se ha llenado acabe derramado… Tuve ayer una media conversación con mi madre (y digo media, porque ella hablaba, yo intentaba responderle, pero ella seguía hablando…):
-¿Ves Rocío?, ¿lo ves, verdad?
-¿El qué mamá?
-El motivo por el que no me gustan los aviones…
-Mamá! ¿Qué estás diciendo?
-No me gustan, mira lo que ha pasado…
-Mamá no digas tonterías. Nunca sabes lo que va a pasar, no hay que tenerle miedo a vivir
-Es peligroso, mira mira… Tantos muertos, y esas familias…
-Mamá, yo me monté en avión sola y no me pasó nada
-Tú te empeñaste en montarte…
Es una conversación absurda, llevada por el miedo… se apodera de nosotros, y es el que no te deja vivir. Seguramente, si pensáramos en los que nos puede llegar, no viviríamos… A mí al menos, si que me hizo pensar. Pensar el motivo por el que nuestra historia ya está escrita, el motivo por el que la vida de ese bebé terminó ayer a las 14.45 y la mía sin embargo sigue su ritmo.
Un día tienes que salir a carretera… “Ya estamos otra vez!, siempre salimos tarde! No podemos llegar tempranito a la playa para aprovechar el día?”, algo así repite siempre mi padre cada vez que nos disponemos a continuar nuestras vacaciones. Quizás, es que está marcado así, tienes que salir a esa hora y no antes, quizás tu vida “se aproveche” mejor así.
El destino es incierto, confuso, inexplicable y oculto… solo llega, pasa y acarreas sus consecuencias. La vida no se entiende sin el, pero se puede desarrollar de forma paralela… Vivir viviendo, disfrutar de lo que tienes alrededor, de cada instante, y sin pensar en el mañana. Nunca sabrás que te espera, por ello, al menos que quede siempre un buen recuerdo de la persona.
Hacía tiempo que no escribía algo largo y tendido, algo que me evadiera por instantes; eso tampoco se busca, surge por sí solo. Siento semejante tocho escrito si has llegado hasta aquí, pero el escribir ayuda a desahogar.
Pienso, que todo aquel que tiene vida, tiene sentimientos, tiene sufrimientos… siente y padece, por eso mismo me niego a pensar que existan hombres de hielo. Un día compartes una tarde de café con tus amigos, una cena con la persona que quieres, un día familiar en casa, o simplemente contigo mismo, estás una tarde delante de tu armario preparando un equipaje que te llena de ilusión… sonríes en todos esos momentos, lo haces ilusionado… Pero al día siguiente todo puede girar. Luego te enteras que la desgracia ha llamado a tu puerta, y que sin tu admitirle el paso se te ha acoplado hasta el sofás… Intentas invitarla a marcharse, no tiene ningún derecho de plantarse en tu casa y recibir todo tus servicios, pero es imposible, acaba liándote hasta que te das cuenta de que se te ha encadenado al marco de la ventana. Así, ella, la desgracia, acaba viviendo contigo…
La vida se va llenando buchito a buchito, pero puede ser que tu vaso esté roto, y que todo lo que se ha llenado acabe derramado… Tuve ayer una media conversación con mi madre (y digo media, porque ella hablaba, yo intentaba responderle, pero ella seguía hablando…):
-¿Ves Rocío?, ¿lo ves, verdad?
-¿El qué mamá?
-El motivo por el que no me gustan los aviones…
-Mamá! ¿Qué estás diciendo?
-No me gustan, mira lo que ha pasado…
-Mamá no digas tonterías. Nunca sabes lo que va a pasar, no hay que tenerle miedo a vivir
-Es peligroso, mira mira… Tantos muertos, y esas familias…
-Mamá, yo me monté en avión sola y no me pasó nada
-Tú te empeñaste en montarte…
Es una conversación absurda, llevada por el miedo… se apodera de nosotros, y es el que no te deja vivir. Seguramente, si pensáramos en los que nos puede llegar, no viviríamos… A mí al menos, si que me hizo pensar. Pensar el motivo por el que nuestra historia ya está escrita, el motivo por el que la vida de ese bebé terminó ayer a las 14.45 y la mía sin embargo sigue su ritmo.
Un día tienes que salir a carretera… “Ya estamos otra vez!, siempre salimos tarde! No podemos llegar tempranito a la playa para aprovechar el día?”, algo así repite siempre mi padre cada vez que nos disponemos a continuar nuestras vacaciones. Quizás, es que está marcado así, tienes que salir a esa hora y no antes, quizás tu vida “se aproveche” mejor así.
El destino es incierto, confuso, inexplicable y oculto… solo llega, pasa y acarreas sus consecuencias. La vida no se entiende sin el, pero se puede desarrollar de forma paralela… Vivir viviendo, disfrutar de lo que tienes alrededor, de cada instante, y sin pensar en el mañana. Nunca sabrás que te espera, por ello, al menos que quede siempre un buen recuerdo de la persona.
Hacía tiempo que no escribía algo largo y tendido, algo que me evadiera por instantes; eso tampoco se busca, surge por sí solo. Siento semejante tocho escrito si has llegado hasta aquí, pero el escribir ayuda a desahogar.
Comentario