Re: Por fin se le ven los hue vos a un Borbon
El Rey ha cometido un error al mandar a callar a otro mandatario en una cumbre internacional. El Monarca es el primer embajador de nuestro estado, así lo reconoce nuestro Ordenamiento Jurídico, y por ende debería haber guardado las formas y haber dejado al presidente del Gobierno que lidiara la situación ante la impresentable actitud del señor Chávez. Éste es un ejemplo muy claro de que ponerse a la altura del betún en esta vida suele ser contraproducente. Políticos populistas como Hugo Chávez están deseando acaparar protagonismo de alguna manera para tapar las carencias de su gestión, y el Rey se lo ha brindado en bandeja.
Mucho mejor estuvo el Jefe del Estado abandonando la sala ante las críticas de Daniel Ortega, presidente de Nicaragua. Ésa sí es una reacción acorde a una situación en la que siempre debe prevalecer la frialdad de la diplomacia. La actitud de Zapatero fue la que debe tener todo gobernante civilizado en esas circunstancias, aunque eché en falta algo más de contundencia a la hora de mandar a callar a Chávez. Defender la dignidad de un ex gobernante nacional ante los insultos de otro dirigente de otro estado soberano es una obligación moral y responsabilidad del Presidente, y así lo ha cumplido.
Urge que en este país se apruebe una normativa que regule la figura del ex presidente. No es de recibo la indefensión que puede sufrir un ex gobernante ante un ataque personal, ya que se trata de una personalidad que goza de la legitimidad que el pueblo libremente le ha otorgado. Pero tampoco es aceptable que una persona que ha tenido la responsabilidad de gobierno, por simples cuestiones políticas o personales, ataque al actual Ejecutivo de su país por discrepancias ideológicas. Protección, diginidad y obligación de guardar discreción y silencio deberían ser las bases de esa normativa.
El Rey ha cometido un error al mandar a callar a otro mandatario en una cumbre internacional. El Monarca es el primer embajador de nuestro estado, así lo reconoce nuestro Ordenamiento Jurídico, y por ende debería haber guardado las formas y haber dejado al presidente del Gobierno que lidiara la situación ante la impresentable actitud del señor Chávez. Éste es un ejemplo muy claro de que ponerse a la altura del betún en esta vida suele ser contraproducente. Políticos populistas como Hugo Chávez están deseando acaparar protagonismo de alguna manera para tapar las carencias de su gestión, y el Rey se lo ha brindado en bandeja.
Mucho mejor estuvo el Jefe del Estado abandonando la sala ante las críticas de Daniel Ortega, presidente de Nicaragua. Ésa sí es una reacción acorde a una situación en la que siempre debe prevalecer la frialdad de la diplomacia. La actitud de Zapatero fue la que debe tener todo gobernante civilizado en esas circunstancias, aunque eché en falta algo más de contundencia a la hora de mandar a callar a Chávez. Defender la dignidad de un ex gobernante nacional ante los insultos de otro dirigente de otro estado soberano es una obligación moral y responsabilidad del Presidente, y así lo ha cumplido.
Urge que en este país se apruebe una normativa que regule la figura del ex presidente. No es de recibo la indefensión que puede sufrir un ex gobernante ante un ataque personal, ya que se trata de una personalidad que goza de la legitimidad que el pueblo libremente le ha otorgado. Pero tampoco es aceptable que una persona que ha tenido la responsabilidad de gobierno, por simples cuestiones políticas o personales, ataque al actual Ejecutivo de su país por discrepancias ideológicas. Protección, diginidad y obligación de guardar discreción y silencio deberían ser las bases de esa normativa.
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