Pompas de jabón. ¿Por qué nos gustan tanto? Al menos a los niños, y a los que en cierto modo no hemos dejado de serlo. Quizás por ser una pequeña creación, sencilla, sin pretensiones, de algo que es bello en sí: una esfera brillante, perfecta, que absorbe y reverbera luz, adoptando diferentes colores y matices, que flota caprichosamente en el aire, a merced de la más leve brisa, y cuya fugacidad, la brevedad de su existencia, acentúa más aún su belleza.
Ya tenemos un tema dedicado al cine. Pero no es éste exactamente el caso. No se trata aquí tanto de hablar de películas, como de destellos, breves fogonazos, escenas o instantes, incluso simples fotogramas de films que por una u otra razón nos han llamado la atención y se han anclado en nuestra memoria. Llamémoslas “pompas de cine”, porque al igual que sus homónimas de jabón, también se identifican para nosotros con momentos redondos, brillantes y efímeros no necesariamente de la historia del cine, pero sí de nuestra historia del cine, que no es lo mismo.
Pompas cómicas, trágicas, terroríficas, dramáticas, profundas, tiernas, metafísicas o banales, nuestras pompas son multiformes, y, como mandan los cánones pompiles, no han de flotar de una manera preestablecida, sino al socaire de los soplos de quienes las creen, o en nuestro caso, de todo el que se preste a exhibirlas aquí.
Destapo pues el pompero y soplo con ganas. No una, sino cuatro pompas brotan de inicio, relacionadas con un mismo tema: el sexo. No es mal tema para abrir boca. Se trata de escenas en su mayoría bien conocidas, y que responden a sendas fases de la relación sexual, que podríamos etiquetar como “juegos preliminares”, “en plena faena”, “orgasmo” y “pospolvazo”.
1. Juegos preliminares: El cabo del miedo (1991)
Es ésta una escena en la que se masca la tensión sexual. El encuentro y la charla en el teatro entre Max Cady (De Niro) y Danielle (Juliette Lewis), hija del abogado Sam Bowden (Nick Nolte). Impresionante la interpretación de la Lewis como una adolescente toda hormonas, temerosa, inocente y pícara a la vez. La pompa propiamente es la culminación de la escena, cuando De Niro pasea el pulgar por los labios de la Lewis y ésta se lo chupa (el pulgar, el pulgar). La traigo en inglés por no haberla encontrado suelta en español, pero a fin de cuentas los pulgares se chupan de forma similar en ambos idiomas.
2. En plena faena: Cuando Harry encontró a Sally (1989)
Seguro que casi todos recordamos esta simpática escena, digna toda ella de una gran pompa, aunque la mía, más pequeña pero no menos reonda, la dejo para el final de la misma, con la intervención de la señora mayor, colofón perfecto para una gran escena…
3. Orgasmo: Titanic (1997)
Las pompas de cine, como tales, son caprichosas, y no siempre están asociadas a películas que nos han parecido especialmente buenas. Titanic para mí no deja de ser una película agradable de ver en su momento pero sin mucha más chicha, y que no he revisitado desde la primera y única vez que la vi. Sin embargo, esta pequeña pompa es una bonita metáfora que describe con talento el orgasmo de la señorita Kate Winslet, bien oronda por cierto para tan canijo Di Caprio:
4. Pospolvazo: Hechizo de luna (1987)
Aun siendo conocida, es la menos célebre de estas cuatro pompas, y sin embargo mi favorita. La imagen de una mujer (Cher) después de una noche de pasión, pegándole patás a una lata y sonriendo sola por las calles desiertas de una Nueva York recién amanecida, mientras suena de fondo La Bohème, es la viva imagen de una tía “bien follá”. No recuerdo otra escena que la iguale en ese sentido.
Y bueno, éste ha sido el arranque, como podía haber sido cualquier otro. Pompas simples o pompas múltiples, pompas sueltas o agrupadas, por películas, por directores, por géneros, por temas, por curiosidades, por lo que se os antoje… Os toca. Os animo a ello.
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