Sabed, gatas y gatos, sabed que éste fue un mundo de gatos. Un mundo egoísta, narcisista, peligroso, terrible y bello soñado por gatos. Un mundo dado a la autocomplacencia, la diversión y la disciplencia. "Algo maravilloso" diréis. Cierto, un sueño, ¿qué esperabais?
Pero nada dura para siempre, ni siquiera un sueño que es tan solo un parpadeo en la marea universal (¿alguien sabe cuánto dura un parpadeo en la marea universal?). Aún así, contra toda lógica onírica, este sueño no se perdió con el alba, como suele pasar con los sueños, lo que habría sido un magnífico final para sus soñadores. Fue peor, tan malo como que alguien o algo, por algo, quiso soñar ese mismo sueño y lo retorció hasta lo irreconocible. Y si alguien que no es gato sueña un sueño de gatos, sea hombre, perro o cerdo sobre dos patas, es un mal sueño para los gatos.
¿Qué hacer? Sólo quedaba volver a intentar recuperar ese sueño, ya que por derecho pertenecía a los ágiles caminantes, y los gatos volvieron a soñar. Pocos en un principio se atrevieron a ello, después más y con el tiempo muchos gatos soñaron con bastante fuerza para volver a ver las puertas de ese mundo tanto tiempo perdido, de esa quimera, de esa prodigiosa tierra de gatos.
No fue un camino fácil, en verdad, y muchos de aquellos primeros gatos soñadores se perdieron en sueños equivocados. No es difícil perderse entre sueños, ya sabéis, y esperemos que algún día puedan recuperar el camino al verdadero sueño, el sueño de todos.
Pero no es momento de preocuparse o llorar a los perdidos, si es que los gatos hacéis eso: Sueños oscuros -malos para los gatos- se vuelven a levantar en la vigilia y los gatos han de volver a soñar, con más fuerza que nunca, ya sean cuatro, cien o mil. Y tened claro que mientras más gatos sueñen y con más fuerza, más claro le quedará al mundo que es un sueño de gatos. Un sueño que no puede ser soñado por otros.
Y cuando hayáis soñado con tanta fuerza que arrebatéis ese sueño al que no sueña sueños gatunos, entonces, podréis preguntaros si estabais soñando el sueño que soñabais soñar.
Pero nada dura para siempre, ni siquiera un sueño que es tan solo un parpadeo en la marea universal (¿alguien sabe cuánto dura un parpadeo en la marea universal?). Aún así, contra toda lógica onírica, este sueño no se perdió con el alba, como suele pasar con los sueños, lo que habría sido un magnífico final para sus soñadores. Fue peor, tan malo como que alguien o algo, por algo, quiso soñar ese mismo sueño y lo retorció hasta lo irreconocible. Y si alguien que no es gato sueña un sueño de gatos, sea hombre, perro o cerdo sobre dos patas, es un mal sueño para los gatos.
¿Qué hacer? Sólo quedaba volver a intentar recuperar ese sueño, ya que por derecho pertenecía a los ágiles caminantes, y los gatos volvieron a soñar. Pocos en un principio se atrevieron a ello, después más y con el tiempo muchos gatos soñaron con bastante fuerza para volver a ver las puertas de ese mundo tanto tiempo perdido, de esa quimera, de esa prodigiosa tierra de gatos.
No fue un camino fácil, en verdad, y muchos de aquellos primeros gatos soñadores se perdieron en sueños equivocados. No es difícil perderse entre sueños, ya sabéis, y esperemos que algún día puedan recuperar el camino al verdadero sueño, el sueño de todos.
Pero no es momento de preocuparse o llorar a los perdidos, si es que los gatos hacéis eso: Sueños oscuros -malos para los gatos- se vuelven a levantar en la vigilia y los gatos han de volver a soñar, con más fuerza que nunca, ya sean cuatro, cien o mil. Y tened claro que mientras más gatos sueñen y con más fuerza, más claro le quedará al mundo que es un sueño de gatos. Un sueño que no puede ser soñado por otros.
Y cuando hayáis soñado con tanta fuerza que arrebatéis ese sueño al que no sueña sueños gatunos, entonces, podréis preguntaros si estabais soñando el sueño que soñabais soñar.
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