El País nos deleita hoy con un editorial propio de su prestigio internacional y su progresismo, llamando matón al diputado de las CUP David Fernández por su performance de la zapatilla y su intervención en la comisión del Parlamento catalán en la que comparecía Rodrigo Rato.
El editorialista habla de “insultos, amenazas y gesticulaciones tabernarias” y elogia que el ex ministro, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, ex presidente de Bankia y flamante consejero asesor para Latinoamérica y Europa de Telefónica, acudiera al Parlament a dar explicaciones sin estar obligado a hacerlo. El editorialista se escandaliza del trato “vejatorio” que a su juicio recibió el consejero, se queja del deterioro de las instituciones democráticas por “prácticas inaceptables” como ésta y lamenta la “zafiedad populista” y la “nefasta radicalidad polarizadora” que se viene produciendo en los parlamentos en los últimos tiempos.
El tipo de fraseología que emplea el editorial no es difícil de identificar, es la propia de los tertulianos de la extrema derecha mediática y rechina en un periódico que presume de ser una referencia periodística internacional. Todos sabemos que este tipo de discurso es fácil de rebatir, máxime si echamos una mirada a nuestro alrededor.
Vivimos en un país en el que las decisiones de los gobiernos de Rodrigo Rato, las del FMI que encabezaba y las de Bankia que presidía han condenado a millones de familias a la amenaza permanente de perder el trabajo, a la violencia de no poder encontrarlo, al deterioro de los servicios públicos, a la pobreza de un cuarto de la población, al matonismo de los bancos desahuciando familias y especulando con viviendas vacías, al trato vejatorio que reciben los pensionistas, los sin papeles, los estudiantes que no pueden pagar las tasas, los que trabajan sin contrato, los que cobran 600 euros al mes trabajando doce horas al día, los preferentistas que perdieron sus ahorros y un interminable etcétera…Pero claro, se conoce que esto no ha deteriorado la democracia española. Lo que la deteriora es la “zafiedad populista” de quien enseña un zapato a un millonario y le pregunta si sabe lo que es el miedo que padecen millones de familias.
El ejercicio de cinismo del autor del editorial es digno de elogio, pues hasta para ser cínico hay que tener habilidades intelectuales y las suficientes agallas para que te rebata cualquiera. Por eso la pregunta debe ser otra:
¿Qué puede llevar a un profesional de la información a escribir así?
Casilla 1: El editorialista no es un cínico y efectivamente piensa lo que escribe. En ese caso, le pido que acepte mis disculpas y me perdone por presuponerle la inteligencia y las agallas propias de los cínicos.
Casilla 2: Telefónica es el mayor accionista español de El País (recuerden que el periódico está mayoritariamente en manos de fondos de inversión estadounidenses, bancos suizos y grupos de comunicación italianos) y hay que defender a sus directivos.
Marquen la casilla que más les convenza ;)
Otra vuelta de tuerka » El matón David Fernández
EDITORIAL DEL PAIS ALUDIDO EN EL ARTICULO:
Hay una conducta peor que intentar deslegitimar al rival: deslegitimarse a uno mismo y a la institución en que uno se incardina o representa. Sucede esto cuando se utilizan los insultos, las amenazas y las gesticulaciones tabernarias en vez de los argumentos, las preguntas o las conclusiones, por más contundentes o radicales que puedan ser estos últimos.
Es exactamente eso lo que ha sucedido en el Parlament de Catalunya, en la comisión de investigación sobre la crisis de las cajas de ahorros, a cuenta de la comparecencia del expresidente de Bankia Rodrigo Rato. Aunque moralmente debiera acudir, Rato no tenía obligación jurídica; asistió voluntariamente a la sesión por el impacto social de la entidad que dirigía. Sin embargo, varios diputados correspondieron a su actitud con calificativos insultantes, desde el de pertenecer a una “élite carroñera” al de “gánster”. Destacó en tal delicadeza el portavoz de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), David Fernández, quien aderezó los insultos blandiendo una sandalia mientras profería una pregunta abiertamente amenazadora.
Más que la persona de Rato, quien como cualquier otro compareciente tiene derecho a un trato no vejatorio, quien ha recibido de este incidente un daño difícilmente reparable es el prestigio del propio Parlamento catalán. La sede de la representación de la ciudadanía trabaja con discursos y normas; no con broncas ni gestos propios de riñas callejeras. Nunca debe convertirse en espacio ni altavoz de amenazas y matonerías. Llueve sobre mojado. El espectáculo de esta comisión parlamentaria forma parte de una secuencia de deterioro activo de las instituciones democráticas a cargo de prácticas inaceptables: primero fue rodear la Cámara y los empellones a los diputados; ahora, con los representantes de esas fuerzas dentro del hemiciclo, se trata de convertirlo en una suerte de demagógico tribunal popular.
Hay otros que también tienen responsabilidad en el suceso: quienes no han impedido sus excesos o no los han criticado con nitidez. Es el caso de la presidenta de la comisión, Dolors Montserrat (PP), y de los que emplean una condescendencia benevolente y comprensiva hacia CUP, también cuando esta comete abusos institucionales. El activismo de los de Fernández nutre de jóvenes los actos independentistas y canaliza algunos de los sentimientos de protesta que expresó el 15-M, que tanta preocupación despertó en el nacionalismo convergente. No es el Parlamento catalán el único lugar donde se suceden hechos preocupantes, en los que se comprueba el deterioro de las instituciones y la falta de consideración por parte de quienes más atentos debieran estar en su defensa. También en el Congreso de los Diputados se han oído expresiones de la zafiedad populista y de esa nefasta radicalidad polarizadora, tanto en boca de los unos como de los otros, incluida también la derecha más biempensante.
NOTA MIA:
EL DIARIO "EL PAIS" NO ES LO QUE ERA.
El editorialista habla de “insultos, amenazas y gesticulaciones tabernarias” y elogia que el ex ministro, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, ex presidente de Bankia y flamante consejero asesor para Latinoamérica y Europa de Telefónica, acudiera al Parlament a dar explicaciones sin estar obligado a hacerlo. El editorialista se escandaliza del trato “vejatorio” que a su juicio recibió el consejero, se queja del deterioro de las instituciones democráticas por “prácticas inaceptables” como ésta y lamenta la “zafiedad populista” y la “nefasta radicalidad polarizadora” que se viene produciendo en los parlamentos en los últimos tiempos.
El tipo de fraseología que emplea el editorial no es difícil de identificar, es la propia de los tertulianos de la extrema derecha mediática y rechina en un periódico que presume de ser una referencia periodística internacional. Todos sabemos que este tipo de discurso es fácil de rebatir, máxime si echamos una mirada a nuestro alrededor.
Vivimos en un país en el que las decisiones de los gobiernos de Rodrigo Rato, las del FMI que encabezaba y las de Bankia que presidía han condenado a millones de familias a la amenaza permanente de perder el trabajo, a la violencia de no poder encontrarlo, al deterioro de los servicios públicos, a la pobreza de un cuarto de la población, al matonismo de los bancos desahuciando familias y especulando con viviendas vacías, al trato vejatorio que reciben los pensionistas, los sin papeles, los estudiantes que no pueden pagar las tasas, los que trabajan sin contrato, los que cobran 600 euros al mes trabajando doce horas al día, los preferentistas que perdieron sus ahorros y un interminable etcétera…Pero claro, se conoce que esto no ha deteriorado la democracia española. Lo que la deteriora es la “zafiedad populista” de quien enseña un zapato a un millonario y le pregunta si sabe lo que es el miedo que padecen millones de familias.
El ejercicio de cinismo del autor del editorial es digno de elogio, pues hasta para ser cínico hay que tener habilidades intelectuales y las suficientes agallas para que te rebata cualquiera. Por eso la pregunta debe ser otra:
¿Qué puede llevar a un profesional de la información a escribir así?
Casilla 1: El editorialista no es un cínico y efectivamente piensa lo que escribe. En ese caso, le pido que acepte mis disculpas y me perdone por presuponerle la inteligencia y las agallas propias de los cínicos.
Casilla 2: Telefónica es el mayor accionista español de El País (recuerden que el periódico está mayoritariamente en manos de fondos de inversión estadounidenses, bancos suizos y grupos de comunicación italianos) y hay que defender a sus directivos.
Marquen la casilla que más les convenza ;)
Otra vuelta de tuerka » El matón David Fernández
EDITORIAL DEL PAIS ALUDIDO EN EL ARTICULO:
Hay una conducta peor que intentar deslegitimar al rival: deslegitimarse a uno mismo y a la institución en que uno se incardina o representa. Sucede esto cuando se utilizan los insultos, las amenazas y las gesticulaciones tabernarias en vez de los argumentos, las preguntas o las conclusiones, por más contundentes o radicales que puedan ser estos últimos.
Es exactamente eso lo que ha sucedido en el Parlament de Catalunya, en la comisión de investigación sobre la crisis de las cajas de ahorros, a cuenta de la comparecencia del expresidente de Bankia Rodrigo Rato. Aunque moralmente debiera acudir, Rato no tenía obligación jurídica; asistió voluntariamente a la sesión por el impacto social de la entidad que dirigía. Sin embargo, varios diputados correspondieron a su actitud con calificativos insultantes, desde el de pertenecer a una “élite carroñera” al de “gánster”. Destacó en tal delicadeza el portavoz de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), David Fernández, quien aderezó los insultos blandiendo una sandalia mientras profería una pregunta abiertamente amenazadora.
Más que la persona de Rato, quien como cualquier otro compareciente tiene derecho a un trato no vejatorio, quien ha recibido de este incidente un daño difícilmente reparable es el prestigio del propio Parlamento catalán. La sede de la representación de la ciudadanía trabaja con discursos y normas; no con broncas ni gestos propios de riñas callejeras. Nunca debe convertirse en espacio ni altavoz de amenazas y matonerías. Llueve sobre mojado. El espectáculo de esta comisión parlamentaria forma parte de una secuencia de deterioro activo de las instituciones democráticas a cargo de prácticas inaceptables: primero fue rodear la Cámara y los empellones a los diputados; ahora, con los representantes de esas fuerzas dentro del hemiciclo, se trata de convertirlo en una suerte de demagógico tribunal popular.
Hay otros que también tienen responsabilidad en el suceso: quienes no han impedido sus excesos o no los han criticado con nitidez. Es el caso de la presidenta de la comisión, Dolors Montserrat (PP), y de los que emplean una condescendencia benevolente y comprensiva hacia CUP, también cuando esta comete abusos institucionales. El activismo de los de Fernández nutre de jóvenes los actos independentistas y canaliza algunos de los sentimientos de protesta que expresó el 15-M, que tanta preocupación despertó en el nacionalismo convergente. No es el Parlamento catalán el único lugar donde se suceden hechos preocupantes, en los que se comprueba el deterioro de las instituciones y la falta de consideración por parte de quienes más atentos debieran estar en su defensa. También en el Congreso de los Diputados se han oído expresiones de la zafiedad populista y de esa nefasta radicalidad polarizadora, tanto en boca de los unos como de los otros, incluida también la derecha más biempensante.
NOTA MIA:
EL DIARIO "EL PAIS" NO ES LO QUE ERA.
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