Volví a ver 'el Club' de Larraín, una película que te enfrenta al horror, el desaliento y la asfixia. Y de nuevo, imbuido de la gama de grises y luz opaca de sus escenas me desgarró Arvo Pärt y dos de sus composiciones:
Ese señor maravilloso es autor de la música de una de las escenas más impactantes por su sencillez, luminosidad y melancolía, la de Gambardella asomado al patio de un convento donde juegan unas monjas con varios niños huérfanos.
Y de ahí a David Lang con su también minimalista y reflexiva 'i lie':
Que me recuerdan a John Tavener cuya obra ya pondré por aquí para los místicos ateos como yo.
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