Usar como cortina de humo el asunto Gibraltar ha sido recurrente desde que se cerró la verja en 1969, en pleno conflicto diplomático con el Reino Unido y durante la crisis de las revueltas estudiantiles en las Universidades principales del país contra el franquismo. No es nada nuevo, y además es útil, basta con ver la televisión en las últimas semanas para darse cuenta de ello. Hablar sobre este tema no nos convierte en sujetos alienados, evidentemente, pero es bueno no dejar que los árboles nos impidan ver el bosque.

¿Y cuál es el bosque? Pues el bosque es que recuperar la soberanía de Gibraltar a corto y medio plazo es imposible tras 300 años de conflicto. Para superar las dificultades hay que sentarse a hablar, y tomar medidas políticas que vayan más allá de la mera diplomacia, para tender puentes y acercar comunidades que en la rutina diaria y en las relaciones a pié de calle van muy por delante de los Ejecutivos español y británico en lo que a normalidad en los comportamientos se refiere. Yo no comparto que un gibraltareño tenga que vivir en Gibraltar por narices y un algecireño tenga que vivir en Algeciras porque sí. No estoy de acuerdo con esas suertes de "apartheid" entre otras cosas porque entre 1969 y 1983 ya lo tuvimos y hoy seguimos pagando las consecuencias.

No se puede plantear este problema diciendo que "no pasa nada si los gibraltareños tardan 4 horas en llegar más a casa" porque las colas también las sufren ciudadanos españoles y comerciantes linenses. Es inviable plantearse este conflicto pensando en la Roca como en un ente aislado, como dije antes. La interacción a un lado y otro de la verja es continua y muy intensa, y va más allá de las meras relaciones laborales o comerciales. Eso se entendió bien en los acuerdos de Córdoba, que entonces se vendieron como una rendición por los mismos que ahora quieren meter a la Junta de Andalucía en las conversaciones para hablar de seguridad marítima y protección de medio ambiente....

Con respecto a Gibraltar no deber haber posiciones innegociables, salvo la de la irrenunciable y legítima solicitud de devolución de la soberanía, pero no solo porque lo diga Utrecht, sino porque así lo recoge la ONU en una de sus resoluciones en la que, con matices, niega el derecho de autodeterminación del pueblo gibraltareño. No puede haber posiciones innegociables e inamovibles más allá de la citada anteriormente porque hay que pensar en el bienestar ciudadano, hay que pensar también en que el Reino Unido es un aliado militar desde hace 200 años, y porque la permeabilidad en la verja interesa a Gibraltar e interesa a este lado.

Si realmente se quiere afrontar este conflicto desde la beligerancia diplomática no caben medias tintas. Vamos a los tribunales para reinvindicar las aguas a la voz de “ya”, si restringimos el paso por la verja y la gente pierde su puesto de trabajo y los comercios se arruinan aún más, pues hagamos una zona franca o de especial fiscalidad en el Campo de Gibraltar para tratar de competir en igualdad de condiciones con la colonia británica, si renunciamos al uso conjunto del aeropuerto pues potenciemos las infraestructuras de la zona y terminemos de una vez la vía férrea Algeciras-Bobadilla, declarada prioritaria por la UE y que está estancada porque el Gobierno Central ha decidido invertir más y mejor en los ferrocarriles del Levante español. Línea férrea que por cierto potenciaría a la locomotora económica de la zona que es el puerto de Algeciras. Ahora, responder al conflicto de la pesca y pretender defender a los pescadores provocando atascos kilométricos en la aduana es un error. No sirve para nada.

A Picardo le viene bien esto porque son votos para él, lamento la escasa altura de miras del Ministro Principal cuyos antepasados son en su mayoría andaluces por cierto, porque sus decisiones de hoy tendrán repercusiones en el futuro. Si rompe el acuerdo de pesca de 1999 no puede esperar palmaditas en la espalda, lamentablemente la respuesta a este lado de la aduana no ha sido completa y bastante poco feliz.

¿Por qué las aguas son importantes? Porque como dije antes el objetivo primordial de Picardo es tratar de que se le reconozca a su pueblo el derecho de autodeterminación internacionalmente. Si la situación está estancada para recuperar la soberanía por España, también lo está para que algún día los gibraltareños puedan decidir su futuro político. De ahí que el Ministro Principal de Gibraltar haga bandera, como sus antecesores pero en grado superior en intensidad, de cualquier elemento de identidad propia que le sirva para diferenciarse del resto. Y en el tema de las aguas mantenemos ese status quo de no agresión y de reconocimiento de hecho porque desde el punto de vista jurídico no las tenemos todas con nosotros. Así está el tema, y por eso son “aguas en litigio”.