La tenista estadounidense Serena Williams, quinta mejor jugadora del mundo, compartió durante este Roland Garros algunos de sus sentimientos más íntimos, como su orgullo por ser negra o su convicción de que, de haber nacido hombre, sería gay.
"Nunca he querido ser un hombre. Me encanta comprar, vestirme... si fuera un hombre, sería gay. Me encanta ponerme tacones y vestidos ajustados y, además, me encantan los hombres", comenta la tenista en una entrevista publicada hoy en "L'Équipe" que araña el tejido más personal de la tenista, por encima de los aspectos deportivos.
"Siempre he adorado ser una mujer negra. Represento tanto para los afroamericanos y para la gente de color en general que no quiero que eso cambie. Estoy orgullosa de mi negritud. Sé que muchos negros preferirían ser blancos. Me parece una locura. Estoy orgullosa de ser lo que soy", comenta la deportista de Saginaw, en Michigan, mientras levanta el puño al estilo de los Black Panthers.
La tenista, que lleva 14 años como profesional de la raqueta, nunca ha deseado un marido, un perro, tres hijos y una vida normal. Con más de 36 millones de dólares amasados en su carrera solo en premios, Serena Williams encuentra placer, sin embargo, en pequeños momentos de libertad en los que puede sentirse como una chica más de 30 años. La última vez, hace escasos meses.
"En enero o en febrero bailé toda la noche. Me encanta. Me siento libre bailando, me siento como todo el mundo", resume Serena, que confiesa su admiración perpetua por su hermana Venus, por quien le hubiera gustado cambiarse desde los 17 años porque era más grande que ella, ya que es 15 meses mayor, y 10 centímetros más alta.
En materia de amores, ser una de las mejores tenistas de la historia, no es necesariamente una ventaja, comparte.
"No me acuerdo de la primera vez que me enamoré. Pero hace cuatro años amé a un hombre. Rompimos. No es tan fácil tener una vida amorosa estando en el circuito", confiesa.
Entonces, se sintió triste y "frágil en el interior", con el corazón roto y teniendo que atender las obligaciones de su exitosa carrera.
"Una ruptura difícil. Así es la vida", comenta la tenista, que se dice afortunada de la vida que lleva y reconoce que a menudo piensa que "las cosas podrían ser mucho peores".
Sin embargo, Serena cree que el hecho de haber sido un hombre le habría reportado "más poder", especialmente en los negocios.
"En los negocios es diferente y eso me ha abierto los ojos", reflexiona Serena, que cree "que los hombres son frágiles en general", dice.
"No me gustan los hombres frágiles. Me gustan fuertes, los que no lloran nunca", dice la menor de las hermanas Williams, que asegura que en su vida no expone sus emociones y lo retiene todo en el interior.
"Nunca he querido ser un hombre. Me encanta comprar, vestirme... si fuera un hombre, sería gay. Me encanta ponerme tacones y vestidos ajustados y, además, me encantan los hombres", comenta la tenista en una entrevista publicada hoy en "L'Équipe" que araña el tejido más personal de la tenista, por encima de los aspectos deportivos.
"Siempre he adorado ser una mujer negra. Represento tanto para los afroamericanos y para la gente de color en general que no quiero que eso cambie. Estoy orgullosa de mi negritud. Sé que muchos negros preferirían ser blancos. Me parece una locura. Estoy orgullosa de ser lo que soy", comenta la deportista de Saginaw, en Michigan, mientras levanta el puño al estilo de los Black Panthers.
La tenista, que lleva 14 años como profesional de la raqueta, nunca ha deseado un marido, un perro, tres hijos y una vida normal. Con más de 36 millones de dólares amasados en su carrera solo en premios, Serena Williams encuentra placer, sin embargo, en pequeños momentos de libertad en los que puede sentirse como una chica más de 30 años. La última vez, hace escasos meses.
"En enero o en febrero bailé toda la noche. Me encanta. Me siento libre bailando, me siento como todo el mundo", resume Serena, que confiesa su admiración perpetua por su hermana Venus, por quien le hubiera gustado cambiarse desde los 17 años porque era más grande que ella, ya que es 15 meses mayor, y 10 centímetros más alta.
En materia de amores, ser una de las mejores tenistas de la historia, no es necesariamente una ventaja, comparte.
"No me acuerdo de la primera vez que me enamoré. Pero hace cuatro años amé a un hombre. Rompimos. No es tan fácil tener una vida amorosa estando en el circuito", confiesa.
Entonces, se sintió triste y "frágil en el interior", con el corazón roto y teniendo que atender las obligaciones de su exitosa carrera.
"Una ruptura difícil. Así es la vida", comenta la tenista, que se dice afortunada de la vida que lleva y reconoce que a menudo piensa que "las cosas podrían ser mucho peores".
Sin embargo, Serena cree que el hecho de haber sido un hombre le habría reportado "más poder", especialmente en los negocios.
"En los negocios es diferente y eso me ha abierto los ojos", reflexiona Serena, que cree "que los hombres son frágiles en general", dice.
"No me gustan los hombres frágiles. Me gustan fuertes, los que no lloran nunca", dice la menor de las hermanas Williams, que asegura que en su vida no expone sus emociones y lo retiene todo en el interior.
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