Si algo tenía claro José Ignacio Goirigolzarri, un Deusto de pura cepa, es que para
gobernar un banco hace falta tener el mando. Este problema lo experimentó en sus
propias carnes el que fuera número dos de BBVA durante ocho años con Francisco
González al frente. Su intención de sucederle al frente de la entidad se vio truncado
por la intención de González de seguir manteniendo la presidencia, para lo que amplió
su madato. Entonces el vasco de Neguri optó por negociar la salida después de
trabajar treinta años en la banca vasca, con una jubilación millonaria que en su día
levantó ampollas al producirse en un contexto de crisis brutal. Se fue con una pensión
de tres millones de euros al año, dinero que cobró de un golpe y que le supuso
embolsarse 68,7 millones de euros.
Despues le queremos buscar explicación de por qué a Bancos y sucedaneos, las Cajas,
hay que rescatarlos....Si está clarito, clarito. Han sido "saqueados" por ellos mismos.
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