La lujosa vida del Rey en el hospital, a 700€ la noche
La vida cotidiana del Rey durante los cinco días que duró su hospitalización tras la operación de cadera realizada por el doctor Villamor no varió de la del resto de pacientes que antes que él habían utilizado alguna de las cinco suites que hay en la clínica USP San José de Madrid. Eso sí, en el caso del monarca, se habilitaron las cuatro habitaciones de lujo de la tercera planta catalogadas como “plus”, de alrededor de veinte metros cuadrados, mucho más amplias que el resto y que constan de un salón independiente anexo al propio cuarto donde se instaló el paciente real. En ese lugar, hay un sofá que se convierte en una cama de dos metros de largo por 1,35 de ancho que nadie utilizó mientras duró la estancia de su majestad en el recinto hospitalario.
Los responsables de seguridad, junto con la dirección del centro, se decidieron por la tercera planta porque, de esa forma, se aislaba el ala sin que se modificara la dinámica para el resto de enfermos. Las suite tienen el máximo confort, televisión con pantalla de plasma, conexión Wifi gratuita, servicio de habitación para acompañante con menú a elección. En este caso, hay un departamento de restauración con catering a cargo de la empresa Serunión que fue quien se responsabilizó de servir la comida conjunta al matrimonio real cuando doña Sofía compartió mediodía con su marido. También se encargaba del menú diario y del resto de atenciones para que no faltara café, infusiones, fruta, bebidas y cualquier cosa que cubriera las necesidades del paciente real y sus visitas. En esta clínica privada, los extras son similares para todos los clientes que utilizan las suites Plus y que se suman a los 700 euros diarios que cuesta cada habitación.
La rutina fue la tónica diaria. El primer día, don Juan Carlos pidió el desayuno, que consistió en café con leche, zumo de naranja y bollería, a las ocho de la mañana porque tenía hambre. El resto de días se acomodó al horario del hospital, que comenzaba media hora después. A continuación, Su Majestad se sometía a sesiones de fisioterapia de veinte minutos con descansos hasta que llegaba la hora de comer. Por la tarde, lo mismo.
Los cuatro especialistas que le trataron forman parte del equipo de recuperación del doctor Villamor y algunos de ellos parece que conocen al rey de otras ocasiones. A diferencia del paciente anónimo, don Juan Carlos recibía, además de los periódicos extranjeros y deportivos, los resúmenes de prensa que prepara el gabinete de comunicación y donde se reflejaba la revolución mediática que había producido su viaje a Botsuana.
No pidió nada fuera de lo común y vio más televisión de la habitual, sobre todo programas de los llamados de entretenimiento. Como era esperable, el hospital casi no daba abasto para repartir los innumerables ramos y centros de flores que llegaban diariamente. Muchos sirvieron para decorar pasillos y salas, y los más vistosos se ubicaron en la capilla.
El día que le dieron el alta, don Juan Carlos quiso despedirse personalmente de todas aquellas personas que habían tenido contacto directo con él y que se quedaron encantadas del detalle. Minutos después, salía de la clínica y pedía perdón públicamente, aunque el día anterior el propio Javier Ayuso, Jefe de Relaciones con los Medios, afirmaba a Vanitatis a las siete de la tarde que: “De momento [martes por la tarde] no hay ninguna decisión tomada sobre una posible respuesta a la polémica suscitada por el viaje de Su Majestad a Botsuana. El rey es el que decide y está en el hospital y, por lo tanto, no podemos confirmar las noticias aparecidas hasta ahora en este sentido. Lo que no vamos a hacer es alimentar unos datos que por ahora no son reales”. Una confirmación innecesaria, a no ser que, como ha ocurrido últimamente, desde el departamento de comunicación se quisiera favorecer a alguien.
La lujosa vida del Rey en el hospital, a 700€ la noche
La vida cotidiana del Rey durante los cinco días que duró su hospitalización tras la operación de cadera realizada por el doctor Villamor no varió de la del resto de pacientes que antes que él habían utilizado alguna de las cinco suites que hay en la clínica USP San José de Madrid. Eso sí, en el caso del monarca, se habilitaron las cuatro habitaciones de lujo de la tercera planta catalogadas como “plus”, de alrededor de veinte metros cuadrados, mucho más amplias que el resto y que constan de un salón independiente anexo al propio cuarto donde se instaló el paciente real. En ese lugar, hay un sofá que se convierte en una cama de dos metros de largo por 1,35 de ancho que nadie utilizó mientras duró la estancia de su majestad en el recinto hospitalario.
Los responsables de seguridad, junto con la dirección del centro, se decidieron por la tercera planta porque, de esa forma, se aislaba el ala sin que se modificara la dinámica para el resto de enfermos. Las suite tienen el máximo confort, televisión con pantalla de plasma, conexión Wifi gratuita, servicio de habitación para acompañante con menú a elección. En este caso, hay un departamento de restauración con catering a cargo de la empresa Serunión que fue quien se responsabilizó de servir la comida conjunta al matrimonio real cuando doña Sofía compartió mediodía con su marido. También se encargaba del menú diario y del resto de atenciones para que no faltara café, infusiones, fruta, bebidas y cualquier cosa que cubriera las necesidades del paciente real y sus visitas. En esta clínica privada, los extras son similares para todos los clientes que utilizan las suites Plus y que se suman a los 700 euros diarios que cuesta cada habitación.
La rutina fue la tónica diaria. El primer día, don Juan Carlos pidió el desayuno, que consistió en café con leche, zumo de naranja y bollería, a las ocho de la mañana porque tenía hambre. El resto de días se acomodó al horario del hospital, que comenzaba media hora después. A continuación, Su Majestad se sometía a sesiones de fisioterapia de veinte minutos con descansos hasta que llegaba la hora de comer. Por la tarde, lo mismo.
Los cuatro especialistas que le trataron forman parte del equipo de recuperación del doctor Villamor y algunos de ellos parece que conocen al rey de otras ocasiones. A diferencia del paciente anónimo, don Juan Carlos recibía, además de los periódicos extranjeros y deportivos, los resúmenes de prensa que prepara el gabinete de comunicación y donde se reflejaba la revolución mediática que había producido su viaje a Botsuana.
No pidió nada fuera de lo común y vio más televisión de la habitual, sobre todo programas de los llamados de entretenimiento. Como era esperable, el hospital casi no daba abasto para repartir los innumerables ramos y centros de flores que llegaban diariamente. Muchos sirvieron para decorar pasillos y salas, y los más vistosos se ubicaron en la capilla.
El día que le dieron el alta, don Juan Carlos quiso despedirse personalmente de todas aquellas personas que habían tenido contacto directo con él y que se quedaron encantadas del detalle. Minutos después, salía de la clínica y pedía perdón públicamente, aunque el día anterior el propio Javier Ayuso, Jefe de Relaciones con los Medios, afirmaba a Vanitatis a las siete de la tarde que: “De momento [martes por la tarde] no hay ninguna decisión tomada sobre una posible respuesta a la polémica suscitada por el viaje de Su Majestad a Botsuana. El rey es el que decide y está en el hospital y, por lo tanto, no podemos confirmar las noticias aparecidas hasta ahora en este sentido. Lo que no vamos a hacer es alimentar unos datos que por ahora no son reales”. Una confirmación innecesaria, a no ser que, como ha ocurrido últimamente, desde el departamento de comunicación se quisiera favorecer a alguien.
La lujosa vida del Rey en el hospital, a 700€ la noche
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