L.A. LAKERS 89 - BOSTON CELTICS 67


Se esperaba un arranque en tromba por parte local, pero el inicio del partido se mantenía parejo, e incluso los Celtics lograban ponerse por delante (10-12) cuando Ray Allen convertía su primer triple tras 19 errores consecutivos desde el segundo partido. Poco más iba a durar la igualdad, puesto que un Kobe capaz de anotar hasta 5 lanzamientos consecutivos y con hambre de balón ponía a su equipo ya con 7 puntos de ventaja poco después de una de las jugadas claves del partido y quién sabe si también de las finales: la lesión de Perkins en su rodilla, que le obligaba a abandonar la cancha. Si los Lakers dominaban la pintura en el inicio, este apartado pasaría a tomar únicamente el color de sus camisetas el resto del choque.

El segundo triple de Artest llevaba al júbilo al público del Staples y pondría ya una diferencia de 10 puntos, la misma con la que se cerraba el periodo inicial (28-18). Las cosas se ponían aún peor para los Celtics cuando Walllace cometía su tercera falta mientras los Lakers aumentaban paulatinamente las distancias. La confianza angelina llegaba hasta el punto de que Fisher acudía a tres ayudas consecutivas en la defensa a Garnett, dejando libre a Allen en el exterior, mientras Boston no encontraba la forma de superar la intensidad defensiva y los centímetros de su rival. A mediados del segundo cuarto Pau tenía tantos rebotes como el total de los Celtics, Bryant recibía su primer descanso y Bynum era el segundo jugador con más tiempo en cancha. Todo rodaba perfecto para los Lakers.

Una canasta de Kobe colocaba ya 22 puntos de diferencia (49-27), y es que si los Lakers anotaban 40 puntos en sus primeras 30 posesiones, los visitantes únicamente lograban convertir 14 de sus 44 antes del intermedio, fruto de un pobre 34% en el tiro. El rebote también era también una masacre para los locales, que aventajaban 30-13 a sus rivales en este apartado, por lo que el 51-31 del marcador era fiel reflejo de lo sucedido en la pista.

Poca historia tuvo el segundo tiempo. El susto de Bynum, retirado rápidamente tras el intermedio directamente al vestuario -volvería después al banquillo, no como Perkins-, el dominio absoluto también por parte de los suplentes de los Lakers -hasta el último cuarto no anotó Robinson los primeros puntos del banquillo verde, tras 24 del local- y el extraño uso de las rotaciones por parte de ambos entrenadores, quizás metidos en plena batalla psicológica con Bryant, Gasol, Allen o Pierce en cancha durante el último cuarto con diferencias que llegaron a ser de 27 puntos, para finalizar en pleno jolgorio del Staples ante la paliza y el festival de su equipo, que prácticamente no encontró rival tras los primeros instantes. Habrá séptimo.