Cerca de cumplir 21, JM tiene brillo propio.
Ceremonia de premiación, baño, cena con otros argentinos; despertarse temprano el martes, a pulir el inglés en la gira mediática por los shows de TV, conquistar el Empire State como King Kong; de ahí al vuelo de American, a dormir un poco para enfrentar, el miércoles a la mañana, a los movileros y al malón caza-autógrafos. Rueda de prensa tipo cadena nacional; charla con los medios gráficos, Olé incluido, y recién ahí, sí, a disfrutar con los amigos de Tandil en Buenos Aires.
¿Disfrutar? ¿Se puede decir que el campeón del US Open disfrutó?
"Hace tres días que no duermo, no comí, me pesé antes de subir al avión y ya había bajado tres kilos con respecto a mi peso antes de la final. Cené poco, y a la mañana siguiente empecé con la movida. No pude parar, no desayuné ni almorcé, comí algo en el avión pero ahí siempre te dan poco. Ni hambre tengo, es raro. Sí, estoy en una nube de pedos".
-No pudiste caer...
-Sigo sin entender nada. No tuve tiempo para relajarme y ni siquiera vi a mi familia. Todavía estoy en automático y tendría que ponerme a ver qué está pasando. Cuando recibo ciertos llamados o mails me largo a llorar, y eso me hace ir cayendo de a poco.
-Es el precio. Soñabas con esto desde chico...
-Sí, y sé que lo que me pasa ahora es parte de ese triunfo. Pero estoy sorprendido por el recibimiento, acá en Buenos Aires, lo que puede llegar a pasar en Tandil, en Estados Unidos... Vivir estas cosas a los 20 años, tan rápido, es medio loco.
Delpo cuenta que "hubo un momento en el que llegué al hotel y ni toqué la computadora. En ese tiempo libre estaba en el aire, pensaba en blanco, es difícil de explicar. Un amigo me mandó un mail cortito: 'Tu sueño se hizo realidad: Campeón del US Open 2009', con mi nombre. Eso me dio escalofríos, lagrimeaba. Son sensaciones inexplicables, únicas".
-¿Cómo manejaste el tema ascensores en el Empire State (NdeR: en enero quedó encerrado en uno en Melbourne)?
-Ya me manejo, pero cuando fuimos al Empire State primero tomamos uno hasta el piso 80, y ahí ya no quería saber nada más. Después fuimos hasta el 86, y después hasta el piso 102. Ahí nos llevaron al 103 para una foto. Tuve que agarrarme de la pared porque no podía más.
-Soñabas con ganar el US Open y lo lograste. ¿El próximo sueño es el asalto al Nº 1?
-Ahora sueño con ser Nº 1, lo máximo. Tengo un largo camino, varios que están por encima de mi nivel, más allá de Flushing. Me encantaría llegar. Nosotros nunca tuvimos un Nº 1, salvo Vilas que fue el mejor argentino de la historia.
-¿Por dónde pasa la diferencia? ¿La regularidad?
-Eso, y la experiencia. Hay que estar diez puntos todos los partidos y llegar a todas las finales, que es lo que me gustaría hacer a mí. Con la experiencia estoy seguro de que lo voy a ir logrando, pero todavía me falta mucho por aprender, por más de que últimamente haya podido ganarles a grossos como Federer, Nadal y Murray.
-Al menos, esas victorias te hacían pensar en que podías ganar el Open.
-Cuando terminó Montreal, que estuve cerca de ganar, pensé en Murray, que le gana a Federer, Nadal, y puede ser el 1, y yo le puedo hacer partido. "¿Por qué no hacer algo tan grande?", me imaginaba. Y pasó tres semanas después con este título.
-¿Cómo fue la noche previa a la final?
-A las 7.30 estaba con los ojos bien abiertos. No sabía si pensar en que le había ganado a Nadal, en Federer, en que jugaba la final del US Open... Me trajeron desayuno y lo miraba nomás, no podía agarrar ni una tostada. Cuando lo vi a Franco le conté todo y me dijo que era lógico, pero que disfrutara porque es una situación única.
-¿Cómo te fuiste soltando y sacando la presión que se vio al inicio de la final con Federer?
-Se notaba que estaba tenso, que quería pegarle por demás en vez de jugar bien tácticamente. Por suerte, esas dos derechas en el 5-4 fueron clave, y desde ahí empecé a hacer lo que estaba programado. Mis piernas se sintieron mejor y pude hacer partido.
-Al final del tercer set, cuando hacés las doble faltas, hundís tu cabeza en la silla, deprimido. ¿Cómo te recuperaste?
-Había sentido algo parecido en Roland Garros, donde había jugado mucho mejor. En ambos casos dependía de mí, y ahora volví a hacer doble faltas como en París. Por eso llegué al banco, estaba cansado, empecé lento el cuarto y arranqué sabiendo que era medio imposible esto. Tratando de disfrutar el momento y corriendo fue como pude mejorar y sentirme mejor físicamente.
-¿Cuándo te diste cuenta de que podías ganar?
-Recién en el quinto set. Ahí es cuando pensé: "Depende de mí ahora, de mis games de saque". Si estaba bien enfocado en esos momentos, tenía que pasar por errores míos si lo iba a perder. Era el set de mi vida y tenía la oportunidad de vivir mi sueño.
-Se dio un hecho quizá curioso, pero no tanto por cómo se venía dando el partido: la gente estuvo de tu lado.
-Sí, fue grosso eso. Hablábamos antes del partido con Franco (Davin), que jue- guen donde jueguen, Federer y Nadal siempre tienen el 80% de público a favor, y el otro día fue parejo. Yo igual siempre daré todo en la cancha, es el esfuerzo mínimo que puedo hacer por los que me siguen.
-¿Cómo fue el momento exacto en que lográs el título? ¿Qué se siente por dentro en ese punto?
-Estaba ido totalmente. Cuando me saludó en la red, no sé qué me dijo, con tanta euforia y tanto ruido, no entendía nada. Intenté levantar los brazos y no tenía ni fuerzas...
-Federer tuvo palabras de elogio hacia vos... Viniendo de él, no se debe sentir lo mismo.
-Sí, me dijo que disfrute mi momento, que me lo merecía, y eso es increíble porque nadie me lo cuenta, lo vivo yo ahí. Sentí que me felicitó de corazón, son palabras que me quedarán para siempre.
-Hubo un momento gracioso en la ceremonia, cuando no te dejaban hablar en español...
-Sí, me decía que no y yo no sabía qué hacer, hasta que le manoteé un poco el micrófono y pude hablar. Sentí tanto la presión que no me podía expresar pero lo que quise decir, el mensaje claro, lo pude dar. Ahí me quebré.
-Antes de la final, ¿el partido clave fue con Cilic?
-Sí, no le encontraba la vuelta, había mucho viento y me molestaba para sacar. De repente fueron un punto, la gente me ayudó mucho en otro, y ahí arranqué. Fue algo que no sentí ni en la final con Roger.
-Ayer recibiste el llamado de Zabaleta y Mónaco.
-Sí, me pone rebien que sean amigos. Yo me acuerdo cuando iba al club y los veía pegarle fuerte a la pelota, eran los profesionales de Independiente de Tandil. Ayer no sabíamos qué decirnos de la emoción. "Hablá vos", "No, contame vos de allá..." Eso, los mensajes de Palermo y de Manu... Es increíble.
-¿Recordás tu peor momento, arranque de 08?
-Ahí es cuando empecé con Franco. Tenía lesiones cada dos por tres. Martiniano (Orazi), mi preparador, ayudó mucho en eso. Terminé mi desarrollo físico, me fui poniendo más fuerte y eso hizo que pueda aguantar partidos de cuatro horas, cinco sets y jugar dos días seguidos de intensidad muy alta.
-Franco Davin llevó a Gaudio al título en Roland Garros, ahora lo hizo con vos. ¿Cómo describirías su método?
-Me dice pocas cosas, pero es contundente. El sabe que lo que vivo lo hicimos juntos. A veces me dice, por ejemplo, que no salgamos a festejar porque al otro día viajamos para un torneo, y yo me voy a dormir. En la cancha, ver su confianza, concentración, me bajaba las pulsaciones para tratar de pensar en el punto que sigue y no que tenía enfrente a Roger.
-¿Te ves como un argentino distinto al resto?
-Ya porque prefiero otra superficie puedo ser diferente, pero después soy más tranquilo que varios dentro de la cancha. Prefiero, antes de gritar un punto, pensar en lo que viene.
-¿Estás preparado para lo que se te viene como figura pública?
-Es todo muy nuevo. No voy a cambiar mi forma de ser, mi forma de vivir, sigo teniendo los amigos de toda mi vida. Trato de que, si algo me hace mal, transformar las energías negativas en positivas, aprender y sumar experiencia. Sigo aprendiendo de los grandes jugadores y escuchando a Franco. Van a pasar estos días y después volvés a ser el mismo de antes, a tener los mismos objetivos.
-Se viene el paseo por Tandil en autobomba...
-En el US Open del año pasado me recibieron en la ruta también y me pone orgulloso que me sigan. Mucha gente deja de ir al colegio para verme, no puedo permitirme no entregarme al máximo, es mi homenaje a ellos. No veo la hora de llegar a Tandil, ver a mi familia, sentarme con ellos y contarles lo que pasó.
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