Al dopaje que proporciona la Viagra nadie lo ligaría al deporte. Hasta ahora. Y es que la Agencia Mundial Antidopaje financia estos días un estudio para comprobar si los efectos vasodilatadores de la pastillita azul pueden favorecer el rendimiento deportivo. Un estudio anterior en alpinistas en el Everest ya apuntaba en esta dirección, y al padre de Andrea Moletta, ciclista expulsado del último Giro, le encontraron 82 pastillas de Viagra.

La Universidad de Maryland analiza estos días el efecto de la Viagra en el equipo de lacrosse, según informa 'The New York Times'. Se trata de ver si la vasodilatación que provoca puede ser utilizada para tener mejor oxigenación de la sangre y así sacar ventajas en el deporte. El alijo al padre de Moletta, así como que el jugador de béisbol Rafael Palmeiro, que dio positivo, fuera un confeso consumidor de la medicina para la impotencia, empezó a crear las primeras sospechas. Y es que el sildenafil, el compuesto de la Viagra, también se utiliza para combatir la hipertensión pulmonar, ya que dilata las venas de los pulmones.

"Básicamente, te permite competir al nivel del mar con la capacidad aeróbica que tendrías si estuvieras en altura", dice el doctor Kenneth W. Rundell, que estos días dirige las pesquisas científicas de Maryland. Un estudio alemán de 2004 ya había comprobado en alpinistas que escalaban el Everest que el uso de Viagra aliviaba la contricción de las venas de los pulmones en altura y permitía un mayor rendimiento físico.

Si el estudio actual diera resultados concluyentes, la Agencia Mundial Antidopaje metería la Viagra dentro de las sustancias dopantes en septiembre de 2009, cinco meses antes de los juegos de Invierno de 2010 en Vancouver.



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