La verdad es que ha conseguido lo que ha querido, ser el centro de atención. En vez de no echarle cuenta, se ha llevado para si el protagonismo que se le ha dado desde la grada, en vez de a sus jugadores.
Sus gestos eran lo esperado, propios de un ser despreciable, pero él es así, hay que ser inteligente para no entrarle al trapo. Hoy el equipo necesitaba otra clase de ayuda, y no los cánticos a este sujeto.
Comentario